Ambos toreros salen a hombros; el magnífico quinto toro fue premiado con la vuelta al ruedo
El Fandi torea de rodillas al quinto toro, Esaborío - @TOROSALICANTE
ANDRÉS AMORÓSAlicante
Han plantado ya las Hogueras, en Alicante: desfilan las «Belleas», suena la música de las bandas, estalla la «mascletá». Es una fiesta mediterránea (no catalana, aunque lo pretenda esa Generalitat), vinculada a la Fiesta de San Juan, que cristianiza el solsticio de verano y subraya la cercanía del fuego y el agua.
Alicante posee una gran afición taurina (aunque algunos de sus actuales ediles se empeñen en ignorarlo), desde el malogrado Ángel Carratalá, pasando por El Tino, Pacorro, los Esplá, El Caracol, El Inclusero y, sobre todo, Manzanares, padre e hijo (esta mañana, ha presentado un libro sobre el padre Luis Miguel Sánchez Moreno). Anoet ha difundido que, en esta Feria de Hogueras, acudirán a la Plaza de Toros de Alicante más de 65.000 personas y que eso supondrá, para la ciudad,un impacto económico de 8.325.000 euros: en época de crisis, una futesa, que cualquier «progre» desprecia...
Se abre la Feria con la Plaza llena y un cartel de signo popular. Favorecen el éxito los nobles toros de García Jiménez; el quinto, premiado con la vuelta al ruedo.
El primero, noble y flojo, como todos sus hermanos, le deja estar a gusto a Paquirri, que lancea templado y muletea afanoso pero el pinchazo enfría al público. En el cuarto, trastea con oficio pero sin brillo y se encasquilla con el descabello.
El Fandi prende el entusiasmo desde la larga cambiada y las verónicas, rodilla en tierra. En banderillas, las moviolas y el violín levantan un clamor, redoblado porque, al pararlo, cae en la cara del toro pero se levanta, agilísimo. Se suceden las series de muletazos de rodillas, en tablas y en el centro. Aunque la espada cae baja, se exige la oreja. En el quinto, excelente (aunque se llame «Esaborío»), enlaza cinco largas cambiadas de rodillas; el quite por zapopinas; alardes gimnásticos, en banderillas; numerosos muletazos de todas las marcas: aviso, estocada, dos orejas y merecida vuelta al ruedo al gran toro.
Cayetano muletea con empaque al tercero, que flojea pero repite. Logra derechazos suaves, con buen gusto, y entusiasma con rodillazos (el público aplaude más lo menos bueno). La estocada pone en sus manos la oreja. En el último, rajadito, traza muletazos aflamencados, pendiente de la postura, con más estética que mando. Entrando de muy lejos (como ahora es habitual), pero volcándose, logra otra gran estocada: nueva oreja.
Salen a hombros El Fandi y Cayetano. El público, feliz. El nivel de exigencia, mínimo. Mucha más cantidad que calidad. Ha comenzado la fiesta.
Postdata. En vísperas de elecciones, los candidatos ocultan sus proyectos, aunque se contradigan, para no ahuyentar votos. En los programas de los partidos sí están sus intenciones: como nadie los lee... El punto 303 del de Unidos Podemos dice textualmente: «Subvención cero para los espectáculos con animales que no aseguren el bienestar de éstos. Asimismo, modificaremos la Ley 18/2103, de 12 noviembre, para la regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural». Es decir, que intentarán suprimir la Fiesta, si pueden: conviene que los aficionados lo tengan en cuenta.
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