sábado, 21 de enero de 2017

Libertad


C.R.V. > Bogotá (Colombia)

Alejada de España en tantos sentidos, Bogotá recupera su libertad de toros. Que se traduce en la libertad de todos. La distancia kilométrica que separa a Madrid de la capital colombiana aumenta millas insalvables en las nueve horas de vuelo que ocupa este viaje. No vino desde España en aerolínea alguna, un sentimiento de hermano hacia Bogotá. Sola lo peleó contra Petro y sola pero llena de orgullo abre las puertas que se cerraron

Aparte de El Juli y su gente y algún desubicado aleatorio, aquí de España apenas veo unas camisetas de James y un débil sonido del entrechocar de navajas: ecos de esas peleas intestinales y de taberna entre las gentes del toro peninsular, las mismas que tuvieron en estas tierras y entre ellos los llamados conquistadores. en ese cainismo tan español que lo taurino se precia en insistir, en donde las guerras inventadas solo forman parte de los síntomas de la derrota de todos. Nada más amargo que las guerras pobres cuyo botín no es el tesoro sino las migajas de un festín pasado. Una espada que hiere sin tesoro o mujer por la que herir, es como un eunuco en una noche de carnaval en Barranquilla.

Abigarrada y en tránsito hacia alguna parte, con los restos de las violencias del narco y las FARC, Colombia camina hacia la dignidad recuperada y, simbólicamente, recupera la dignidad de la Santa Maria. Esta plaza de ladrillo visto, con ecos neomudéjares es como el recuerdo arquitectónico histórico, en medio de los grandes edificios de una ciudad castellana, americana, densa, dura y amable, que, al relance de las brisas, nos huele a montaña y a Caribe a nada que sepamos apartar el olor de gasóleo de autos y atascos de una urbe con unos nueve millones de habitantes

Acá, hace tantito, la vida no valía nada apenas y ya comienza a tener precio. Acá la normalidad se hará esperar, pero ya ha comenzado a caminar con pasos de bebé que sin duda crecerá Qué será de adulto Colombia y que será Bogotá lo sabrán los montes y las nubes de esta ciudad de sol y lluvia.

En lo que toca a lo nuestro, el que será de nosotros, se nos aparece una respuesta cierta . Tiene la tauromaquia una condena casi idéntica a la de Sísifo, en la trabajera increíble de pelear cada palmo de tierra libre para dar toros. Una y otra vez. Quizá por eso acá se habla más de Barcelona que de Madrid, sin duda alguna porque Madrid está tan lejos como el propio Dios y porque Barcelona sufre algo similar a lo que los bogotanos han sufrido.

La lectura de la palabra libertad alcanza un nuevo acento musicado y suave, la del hablar de estas tierras, de hermosas mujeres del llano y el océano, de la montaña y la selva, del asfalto y la cabaña. Aquí la palabra libertad se ejerce el domingo a las tres y media de la tarde a la vera de Felipe Negret, solo un hombre pero no un hombre solo. Manoseada, aburrida y usada, la palabra libertad se nombra limpia sonora auténtica y llena de humanismo en Bogotá.

A esta ciudad le hemos quitado el Santafé que va por delante de Bogotá, tal y como la nombraron nuestros antepasados. Le quitamos otee del nombre porque ya no nos necesitan Ellos solos han recuperado la fe. Y la libertad. Ya no necesita esta palabra el acento de Castilla, el acento de las espadas y las espuelas de los conquistadores Ya son mayores de edad. Ejemplo y futuro de una dignidad que nosotros creemos tener por el hecho de haber nacido en esta España. La dignidad es trabajo de cada día. Y la libertad esfuerzo de todos los días de todos los mundos.

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