miércoles, 22 de febrero de 2017

No se defiende sola, ya no

Ahora el principal problema es que nos quieren prohibir

Manifestación a favor de la Tauromaquia 
 
"La Fiesta hay que defenderla en las instituciones políticas, aquí y en Europa, en los juzgados y allá donde quiera que se forme la opinión pública. Hay que invertir en su defensa tiempo, esfuerzo y dinero. Igualar, cuando menos, la presión a la que nos someten los animalistas radicales". Así se expresa el aficionado Juan J. Sánchez en su columna de hoy, en la que reclama una posición activa y firme de todos frente a los ataques contra la Tauromaquia, que como bien escribe a estas alturas de la historia "no se defiende sola, ya no". 
Juan J. Sánchez
La Fiesta se defiende sola si hay emoción en la plaza. No lo entrecomillo porque no lo hace Lorenzo Clemente (@grantemporadalc), que es de quién cojo la cita, pero la literalidad no es importante en este caso. Son palabras del maestro Dámaso González en la plaza de Las Ventas, en una de las charlas organizadas por Los de José y Juan. Y con el más absoluto respeto, eso ya no es así. Y no lo es desde hace unos cuantos años.

Y, aclaro, no quiero decir que no esté necesitada de emoción, que me conozco a mis clásicos y dejarán el debate en el dedo, aunque señale a la superluna. Digo que la Fiesta ya no se defiende sola. La época en la que el principal problema era la desafección de la propia afición, y en la que la solución estaba en mejorar el espectáculo, ha pasado. En Bogotá podrá haber toda la emoción del mundo en el ruedo, pero seguirá habiendo 1.200 policías en la puerta.

Ahora el principal problema es que nos quieren prohibir, quieren cerrar las plazas, tirar la llave, dejarnos fuera. Y eso no se arregla con más emoción, por desgracia. Tampoco viene mal, ni mucho menos; si el espectáculo mejora, los que estamos nos quedaremos, muchos de los que se hayan ido volverán y será más fácil que los nuevos acaben siendo aficionados. Al fin y al cabo, más fuerza sumada para enfrentarnos al problema mayor.

La Fiesta hay que defenderla en las instituciones políticas, aquí y en Europa, en los juzgados y allá donde quiera que se forme la opinión pública. Hay que invertir en su defensa tiempo, esfuerzo y dinero. Igualar, cuando menos, la presión a la que nos someten los animalistas radicales. Que los políticos sean conscientes que actuar contra el mundo del toro también resta votos. Y vendernos, mostrar las virtudes con un mensaje claro y actual, pero sin avergonzarnos de nada y, muy importante, sin ocultar nada. Vendemos verdad y en la verdad del toreo son esenciales la sangre y la muerte.

La buena noticia es que defenderla hacia fuera y mejorarla por dentro no son cosas incompatibles. Pero si una es importante la otra es imprescindible. Si se afianza hacia fuera podremos centrarnos en arreglarla. Si pensamos que la fiesta se defiende sola y sola la dejamos, nos vamos a quedar sin ella.

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