domingo, 7 de mayo de 2017

Pepe Moral, dos orejas con miuras en Sevilla


Con el mejor lote, corta una oreja a cada toro en una manejable corrida 

Pepe Moral, en una larga cambiada
Pepe Moral, en una larga cambiada - Efe
 
ANDRÉS AMORÓS Sevilla

Un año más, cierran la Feria de Abril los legendarios toros de Miura. Los de esta tarde han respondido a su tipo inconfundible, alguno ha flaqueado pero han resultado manejables. Con el mejor lote, Pepe Moral corta una oreja a cada toro y le piden la segunda del quinto, el mejor.

El primer miura flaquea mucho, levanta protestas. Nazaré solo puede apuntar algunos naturales suaves; como no humilla, da el mitin con el descabello. El cuarto es el más complicado: sale enterándose, se para, espera, vuelve rápido. Antonio hace el esfuerzo pero vuelve a fallar con el descabello.

Asusta a todos Esaú Fernández, en el tercero, yéndose a portagayola. Salta el toro por encima de él pero vuelve rápido y lo empitona. Lo llevan a la enfermería pero pronto sale al ruedo, sin más que el golpe. Mantiene su actitud Esaú pero el toro se ha lesionado y lo mata de estocada delantera. El sexto también es manejable. Brinda a Emilio Muñoz, se muestra decidido, logra algunos muletazos estimables y mata a la segunda.

Pepe Moral aprovecha su fortuna en el sorteo. En el segundo, que acude pronto, corre bien la mano y mata con decisión: oreja. (El criterio en la concesión de trofeos es difícil de entender). Le toca el mejor, el quinto, «Amapolo», un gran toro, con 631 kilos (¿quién dice que no pueden embestir con ese peso?). Lo recibe con largas de rodillas, gallea vistoso; en la muleta, muy confiado, logra naturales de categoría. La presidenta concede una oreja pero no la segunda. (Supongo que le influye el haber dado la primera: la segunda supondría abrir la Puerta del Príncipe). Con una en cada toro, Pepe Moral sale justamente reforzado.

Final feliz: no ha habido percances; a pesar de su inexperiencia con los miuras, los tres sevillanos han estado dignos y uno ha logrado el triunfo. Como todos los años, el último toque de clarín de la Feria nos deja un regusto de melancolía. ¡Hasta el próximo año, si Dios quiere!

Postdata. Dos orejas con miuras/ ¡vaya un trago!/ corta Pepe Moral/ inspirado./ La Feria prolongada/ del dos de mayo/ deja buenos recuerdos/ pero no tantos,/ pues las figuras/ evitan a los toros/ muy encastados./ Si las reses se caen,/ todo es en vano:/ no hay emoción que valga/ con toros blandos.
Morante hace primores,/ muy valorados,/ pero faena entera/ no ha completado./ No tiene competencia,/ espada en mano,/ Manzanares: en eso/ se ha hecho el amo./ Victorino nos trae/ algo ya raro:/ el clamor que levantan/ los toros bravos./ Sin trofeos, Ferrera/ lidia muy clásico/: lo celebra la Plaza/ con entusiasmo/. Y Montoliú/ clava los palos/ como hacía su padre/ tan recordado./ A la Puerta del Príncipe/ ya se ha asomado/ el joven Roca Rey,/ el peruano,/ pero es seguro/ que la abrirá, con triunfo,/ el próximo año./ Y Mario Vargas Llosa,/ que es su paisano,/ estará muy feliz/ por celebrarlo.
Ha habido en esta feria/ risas y llantos:/ como en la vida,/ que nunca son eternos/ los malos tragos./ Más, en Sevilla:/ su signo, desde siempre,/ ha sido Jano./ (Lo dice Antonio Burgos/ en su Recuadro)./ ¡Adiós, Sevilla!,/ echaremos de menos/ este milagro./ San Isidro ya espera:/ ¡allá nos vamos!

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