domingo, 4 de junio de 2017

Emocionante faena de Robleño en San Isidro

José Carlos Venegas sufre dos volteretas en una complicada corrida de Cuadri 


Fernando Robleño, en un derechazo 
Fernando Robleño, en un derechazo - Paloma Aguilar
 
ANDRÉS AMORÓS Mnadrid

Con los toros de Cuadri, comienza la última semana de la Feria, que conserva su signo torista. Una vez más, los fallos de bastantes ganaderías han hecho que aumente la ilusión por estos festejos, aunque los toreros que se apuntan no sean figuras. Lo seguiremos repitiendo: un toro puede ser más o menos grande y bravo pero necesita ineludiblemente tener casta y poder para que el aficionado se emocione. Cuadri lidia poco pero tiene justa fama: toros de mucha caja, criados con fidelidad a un criterio; los de esta tarde, por desgracia, no se prestan al lucimiento, ofrecen muchas dificultades. Tienen mérito los tres diestros y, también, las cuadrillas.
Minuto de silencio por las víctimas del atentado en Londres
Minuto de silencio por las víctimas del atentado en Londres- Paloma Aguilar
El madrileño Fernando Robleño posee amplia capacidad y experiencia en corridas duras. El primero embiste con codicia pero flaquea después de varas. El diestro se muestra seguro, con oficio, pero las caídas deslucen. No mata bien. El cuarto, fiero, rebrincado, pega tornillazos. Robleño, muy profesional, le saca muletazos meritorios, con riesgo y emoción, en una emocionante faena. Acaba en tablas, tragando mucho. Pierde la oreja por la espada.

Se ganó el respeto Javier Castaño como lidiador clásico y por haber superado a la enfermedad. (En la chaquetilla, bordada, una frase latina: «El agua de la vida eterna»). El segundo, acapachado, se llama «Sembrador». (En «La rosa del azafrán» se canta al «sembrador, / que has puesto en la besana tu amor, / la espiga de mañana / será tu recompensa mejor»). Pero la siembra de éste no es muy buena. Se luce Pedro Iturralde provocando la arrancada. Saludan, en banderillas, Marco Leal y Fernando Sánchez. Castaño lidia con oficio a una res encastada, que no humilla. A toro parado, le cuesta matar. En el quinto, complicado, Fernando Sánchez banderillea con guapeza y valor. En la muleta, el toro es una «prenda» de mucho peligro. Todavía le saca Castaño algunos muletazos de mérito, más de lo que parecía posible. Mata a la segunda.

El tercero, pega arreones con peligro hasta que voltea al jienense José Carlos Venegas: se libra por pelos de la cornada. Ha mostrado mayor valor que oficio. Sale de la enfermería para lidiar al último, que blandea; fallan los banderilleros; estalla la bronca. En la muleta, el toro no flaquea (acertó el presidente, al no devolverlo), repite: muletazos lucidos de Venegas, con decisión y buenas maneras, pero prolonga el trasteo; en una bernadina, vuelve a ser volteado: mata bajo y vuelve a la enfermería, con posible fractura de costilla.

Robleño y Castaño han solventado la papeleta con notable profesionalidad; Venegas, con coraje. Con estos toros, los tres merecen respeto.

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