jueves, 15 de junio de 2017

Ginés Marín: «Estoy seguro de que no voy a devolver el triunfo en Madrid: lo acrecentaré»


El gran triunfador de San Isidro torea este sábado en la Corrida de la Cultura con Morante y Cayetano 

Ginés Marín
Ginés Marín - Luis Castilla
 
ANDRÉS AMORÓS Madrid

Es un joven educado, respetuoso, algo tímido. Tiene sólo 20 años pero es ya matador de toros. El pasado día 25, confirmaba su alternativa, en la Plaza de Las Ventas. El sexto toro, de Alcurrucén, «Barberillo», sacó casta, en la muleta. El joven armó el lío con una faena de categoría, rematada por una estocada: cortó dos orejas, salió a hombros por la Puerta Grande. En los premios que conceden los periodistas, le han dado tres: triunfador de la Feria, autor de la mejor faena y torero revelación. Nada menos. Como consecuencia, ha ocupado el puesto libre, en la corrida de la Cultura: alternará, el sábado próximo, con Morante de la Puebla y Cayetano. Se llama Ginés Marín.

Antes de nada, un dato biográfico. Siguen discutiendo de dónde es usted.

Yo nací en Jerez, allí estaba destinado mi padre, pero, desde los 8 años, fuimos a vivir a Olivenza: allí es donde me he criado, taurinamente.

¿Cómo nació su afición a los toros?

Con mi padre, que es gran aficionado. Él quiso ser torero pero no llegó a actuar en público. Más que en las Plazas, descubrí, con él, el mundo del toro en el campo, en los tentaderos: en Medina Sidonia, en la ganadería de Cebada Gago; luego, en Olivenza, en casa de Bernardino Piriz; allí di mis primeros muletazos. Mi padre es guardia civil y me acompaña, como picador, desde que debuté con caballos.
«No era mal estudiante pero no le ponía mucho interés: pensaba siempre en el toro»
En la Plaza de Olivenza, tenía yo al lado a un señor que dijo haber sido su maestro. ¿Qué tal alumno era?

Allí estudié hasta acabar la ESO. No era mal estudiante pero no le ponía mucho interés: pensaba siempre en el toro. Al final, tuve que escoger entre los libros y los toros: es una profesión que te absorbe por completo.

¿Sigue viviendo en Olivenza?

Allí he vivido hasta hace un año. Vivo ahora en una finquita, propiedad de unos familiares, en un pueblo de Badajoz, Herrera del Duque.

El día que debutó con caballos, en Olivenza, me sorprendió su facilidad y naturalidad. ¿Lo tenía Ud. dentro o dónde lo aprendió?

Yo creo que, en parte, es de nacimiento: se tiene o no se tiene. Pero también me ha gustado mucho, siempre, estudiar al toro: más en el campo, en los tentaderos, que como espectador, en las Plazas. Ahora mismo, cuando toreo, me sigo fijando mucho en las reacciones de todos los toros: eso me enriquece.

También, de chico, vería usted corridas por televisión. ¿En qué figuras se fijaba más?

¡Por supuesto! Vi muchas corridas por televisión. Las figuras que yo vi son las que entonces había; muchos de ellos, continúan toreando. Quizá me fijaba, sobre todo, en El Juli, por su historia: empezar de chico y llegar a figura del toreo

¿No es un lío llevar al padre en la cuadrilla?

No lo es: él tiene una afición desmedida. Pero los días de corrida, casi ni nos vemos, antes del festejo: así se pasan mejor los miedos

En el ruedo, ¿no le dice nada?

No, más le vale. (Se ríe).
Ginés Marín
Ginés Marín- Luis Castilla
¿Le ha influido mucho Cutiño, su apoderado?

Primero estuve con el Niño de Leganés. Con Cutiño estoy desde hace tres años. Él me ha transmitido mucha ilusión; me hace muy feliz verlo disfrutar con mi toreo

A mí me comentó que, en el campo, usted aprende rápido.

Creo que es cierto. Para ser torero, ahora, es muy necesario: el público tiene poca paciencia. Hay que estar muy espabilado. Yo lo intento…

¿Qué es más importante en su estilo, el dominio sobre el toro o la estética?

Las dos cosas son necesarias. De los jóvenes de mi edad, creo que no soy el más capaz ni tampoco el que torea más bonito, pero quiero compaginar las dos cosas: dominar a muchos toros, porque eso es necesario para ser figura, y, con el toro que embiste, intentar torearlo lo mejor posible.

¿Cómo recuerda su etapa de novillero?

Cuando debuté con caballos, no tenía firmado ni un solo contrato: gracias a Dios, causé sensación y pude torear. Me ayudaron mucho los éxitos en Arnedo y Zaragoza. El año siguiente ya fue triunfal, con 44 novilladas.

Debutó en Madrid pocos días antes de tomar la alternativa: ni usted ni sus compañeros triunfaron, esa tarde.

Comprobé la exigencia de la afición madrileña con los novilleros punteros. Quizá se nos exigió en exceso pero eso también demuestra lo que se esperaba de nosotros. Creo que fue el momento adecuado para ir a Madrid: antes, no me consideraba preparado.

Tomó la alternativa, como tantos otros, en Nimes.

Corté una oreja, que pudieron ser dos, por la espada, y sufrí una cornada. Además de la emoción de la tarde, me sorprendió lo bien que me encontré junto a mis nuevos compañeros.

Hacer el paseíllo junto a primeras figuras debe de impresionar.

¡Bastante! Algunos de los toreros con los que ahora alterno ya eran matadores cuando yo no había nacido… Impresiona ver cómo puede cambiar todo, en una tarde. Y hay que saber competir con ellos.
Vino luego un parón: ¿no le llamaban o no aceptaba lo que le ofrecían?

No me llamaban. Sabía que eso iba a pasar, intenté aceptarlo con naturalidad. De todos modos, ese período me hizo madurar mucho.

A mis amigos valencianos les había hablado yo de Ud. y no se lo creían, hasta que llegó un festival.
Fue emocionantísimo, no sólo cortar un rabo sino regalarle una faena así al niño Adrián, que él la pudiera disfrutar…

Luego vino el triunfo de Santander.

Apostaron por mí, en un cartel con Morante y Talavante. Ahí empezó a sonar de verdad mi nombre, como matador.
«He visto muchas veces la faena de San Isidro. Normalmente, sólo encuentro defectos. Esta vez, no ha sido así»
No fue todo tan bien en la pasada Feria de Abril.

Me pesó mucho el escenario: es tan hermoso que uno siente miedo de descomponerlo.
Y llegó la faena de San Isidro. ¿Ha visto la grabación?

¡Muchas veces! Normalmente, cuando veo una faena mía, sólo encuentro defectos. Esta vez, no ha sido así: tuve muy buenas sensaciones en la Plaza, y lo mismo, en el vídeo. El toro de Alcurrucén fue muy bueno y la faena resultó muy medida, muy rotunda.

Sorprendió el primer muletazo: un natural, citando de lejos.

Así fue, sin ninguna probatura. Eso es lo que quiere Madrid: que veas pronto al toro (antes que el público, si es posible) y te entregues; apostar desde el comienzo; “pronto y en la mano”, como decía el maestro Antoñete.

Dos días después, las cosas no salieron tan bien.

Yo tenía mucha fe en la corrida de El Torero, la había visto en el campo, pero echaron atrás algunos toros y se descompuso, no dio juego alguno.
«Triunfar en la Feria era un sueño tan grande que ni me atrevía a tenerlo»
¿Esperaba que le declararan triunfador?

Lo deseaba profundamente: era un sueño tan grande que ni te atreves a tenerlo. Además, suponía ocupar el puesto libre.

Algunos taurinos dirían que es mejor no volver tan pronto a Las Ventas, después de un triunfo tan grande.

Ni me lo planteé: eso me hacía todavía más ilusión. Hay que dar la cara.

De los toreros antiguos, ¿cuál le ha impresionado más?

Veo muchos vídeos taurinos. Me impresiona mucho Manolete, por su arrolladora personalidad, aunque mi forma de torear sea muy distinta.

¿Le ha influido especialmente alguno?

De todos aprendo pero me gustaría torear con mi personalidad; cojo cosas pero adaptándolas a mí.
Aparte de los toros, ¿cuáles son sus aficiones?

No soy de muchas aficiones: el campo, los animales…

«¿Una finca? Sí me gustaría pero no es mi prioridad: dicen que la mejor finca es la de los amigos»
¿Se siente distinto a los jóvenes de su edad?

Sí, el toreo es más sacrificado. Pero conservo mis amigos de Olivenza, fuera del mundo taurino.
¿En qué se gastó el primer dinero que ganó?

Me gustan los coches: ya tengo uno, para mis viajes. ¿Una finca? Sí me gustaría pero no es mi prioridad: dicen que la mejor finca es la de los amigos. Quiero asentarme en la vida, en mi casa. Y, por supuesto, mejorar como torero, ser figura.

¿Tiene novia?

Sí.

¿Lleva ella bien su profesión?

Le gustan los toros, me apoya mucho. Viene a verme a las Plazas, aunque lo pasa mal…
Una sola tarde, en Madrid, ¿ha cambiado su vida?

Es verdad: así de gratificante es el toreo. Cambia mi temporada: voy a estar en todas las Ferias del Norte; me hace ilusión actuar en Pamplona.

¿Le hubiese gustado torear en Barcelona?

¡Muchísimo! Me han contado cosas preciosas de aquella afición y aquella Plaza.
«Para ser buen torero, hay que tener mucha cabeza.Y, triunfes o no, tener siempre los pies en el suelo, ser humilde»
Espero que pueda hacerlo, algún día. Vuelve a Madrid el sábado próximo, en una corrida extraordinaria. ¿No tiene miedo a devolver el triunfo?

¡En absoluto! Estoy seguro de que no lo voy a devolver sino a acrecentar. Espero que sea otra tarde muy importante, para mi carrera.

Ha triunfado rotundamente a una edad muy temprana. Va a tener muchas tentaciones. ¿Cómo piensa resistirlas?

Para ser buen torero, hay que tener mucha cabeza. Y, triunfes o no, tener siempre los pies en el suelo, ser humilde.

Así de claro lo ve este joven matador de toros que tiene 20 años y se llama Ginés Marín.

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