Dos buenos ejemplares de Dolores Aguirre en la vuelta de la ganadería a Madrid
Gómez del Pilar se dobla con el toro de Dolores Aguirre - Paloma Aguilar
ANDRÉS AMORÓS Madrid
Vuelven a Las Ventas, después de siete años, los toros de Dolores Aguirre (los novillos volvieron, con éxito, el 1 de mayo): la primera vez, desde que murió la inolvidable ganadera. Por consejo –discutible– de su amigo Antonio Ordóñez, eligió el encaste Atanasio-Conde de la Corte, en el que ella tanto creía, pero que está tan alejado de las preferencias actuales. Los toros de esta tarde, serios, bien armados, han dado un juego desigual pero dos de ellos, tercero y quinto, excelentes, han renovado la esperanza en esta divisa, regida ahora, con el mismo criterio, por la hija de Dolores.
Grandes triunfos ha obtenido Rafaelillo con Miuras y Victorinos: domina la lidia «a la antigua», buscándoles las vueltas, algo hoy poco frecuente, que suele sorprender gratamente. Poca fortuna ha tenido en el sorteo. El primero es una verdadera alimaña: pega cabezazos, arreones, tornillazos. El diestro le da la lidia adecuada, que no es lucida; al comprobar que no va por los dos lados, machetea. (Se hiere con el descabello). Después del gran tercero, el cuarto nos hace concebir esperanzas que acaban fallando. Cumple bien en varas; casi salta al callejón, persiguiendo al banderillero; protesta a la salida de cada muletazo. Rafael se pelea con él con oficio, en medio de una división. En un arreón, le rompe la taleguilla. Mata bien. Otra tarde será…
El jienense Alberto Lamelas, que ha alcanzado triunfos en Francia, comparte el oficio de torero con el de taxista. El segundo es flojo pero manejable. Logra algunos naturales aceptables pero la faena se diluye: palmas a la voluntad. El quinto va a mejor, en la muleta: se la deja en la cara, ligando bien, hasta que la res se apaga. Mata con decisión, aunque tarde en caer.
El madrileño Noé Gómez del Pilar actuó en Las Ventas el Domingo de Ramos, con reses de Victorino (le impulsó su éxito, con esos toros, en la llamada «Corrida total» de Illescas). El tercero, «Burgalito», hace honor a la divisa: es encastado, humilla y transmite. El diestro va a portagayola, logra buenas verónicas, brinda a El Chano: liga derechazos suaves, de mano muy baja. El toro acaba queriendo irse a tablas pero todavía consigue unos buenos naturales: estocada y oreja. En el sexto, quiere redondear el triunfo, yendo otra vez a portagayola. El toro huye y el diestro aguanta, con mérito; no quiere caballo, espera en banderillas, bien lidiado por Carretero. Sin dudarle, Gómez del Pilar lo embarca bien, corre la mano, intenta ligar, aguanta parones: un trasteo notable, No llega a cortar la otra oreja que necesitaba pero deja muy buena impresión. No se equivocaba el sabio Victorino, que lo recomendó.
No ha sido una tarde redonda pero sí hemos visto dos grandes toros (con algún lunar). Los tres diestros han estado dignos. Gómez del Pilar ha aprovechado su oportunidad para «resucitar»; merece, sin duda, que se le den más oportunidades. Esperamos con ilusión volver a ver toros de Dolores Aguirre por las Ferias de España.
Posdata. Se acaban de cumplir ochenta años desde que Picasso concluyó el «Guernica», con su cabeza de toro, con el que el pintor se identifica. A la vez, en la madrileña Fundación Canal se ha inaugurado una exposición sobre la influencia que ejerce en él el Mediterráneo. Como señala en ABC Natividad Pulido, el núcleo mayor de la muestra es la Tauromaquia: litografías, cerámicas, retratos, hombres-toros, toros-ángeles voladores… El toro bravo estuvo siempre unido a la biografía de Picasso, desde la niñez, (conoció al mítico Cara-Ancha, mencionado por Antonio Machado) hasta que, en el exilio, ese animal significaba, para él, el mejor símbolo de su nostalgia de España.
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