Gran corrida de Rehuelga, con tres toros muy ovacionados
Alberto Aguilar se dobla con el quinto toro, Liebre de nombre - Paloma Aguilar
ANDRÉS AMORÓS Madrid
En la semana torista, lidia por primera vez toros en Las Ventas (ya lo había hecho con novillos) la ganadería de Rehuelga. Toma este nombre de la finca gaditana donde pastan los toros de Buendía, del encaste Santa Coloma, en su línea más pura. Fueron predilectos de Paco Camino; los lidiaron, con más de 50 años, Antoñete y Manolo Vázquez; las últimas figuras que los mataban fueron Capea, Robles, Ortega Cano… No han decepcionado, esta tarde. Al revés: grandes, serios, encastados, abiertos de pitones, han ido de largo al caballo, con alegría, y han embestido con nobleza. Se le da la vuelta al ruedo al quinto; igual de buenos o mejores han sido tercero y sexto. El conjunto, magnífico.
El primero, de San Martín, sale dormido; se lo piensa, paradito. El trasteo de Robleño es correcto pero la emoción, imposible. (La gente sigue hablando de sus cosas: gracias a Carmena, con los nuevos semáforos, se han resuelto todos sus problemas). El cuarto sale enterándose; se crece en el caballo; «mete la quinta, en banderillas» (dice Luis). Hay que provocarle la arrancada. La faena de Fernando no cuaja, todo queda en tablas, y falla con el descabello.
El segundo embiste con nobleza. Aguilar liga suaves derechazos; por la izquierda, el toro se queda más corto; pronto, se apaga. El quinto, «Liebre», con 647 kilos, abierto de pitones, recibido con una ovación, acude de largo tres veces al caballo (bien, Juan Carlos Sánchez). En la muleta, no para de embestir, encastadísimo; sólo al final logra Alberto cogerle el aire. El presidente concede al toro la vuelta al ruedo.
El tercero, «Perlas Negras», aplaudido de salida, va al caballo galopando con alegría; embiste con gran temple. Pérez Mota se luce en algunos muletazos pero coge la espada cuando el toro todavía tenía faena y mata a la tercera, saliendo revolcado. Ha toreado con gusto pero el toro era de escándalo. El último, «Coquinero», humilla y repite: es el mejor de todos, para el torero. Logra Pérez Mota buenos naturales pero el público se ha puesto de parte del toro. Al final, ha saludado el mayoral.
«Santacoloma, garantía de bravura», escribía, hace años, Vicente Zabala. Tenía razón. Los de esta tarde han vuelto por sus fueros. Y han roto tópicos habituales: «¿Cómo puede embestir un toro con tantos kilos?» ¡Pues han embestido! No sería justo poner peros a la vuelta al ruedo; hemos visto tres toros magníficos: el tercero, tan raro y valioso como una «perla negra»; el quinto, tan vivaz como una «liebre»; el sexto, tan sabroso como lo que recoge un «Coquinero». ¿Quién da más? Y una pregunta final: ¿Por qué las figuras no vuelven a apuntarse a los Santacolomas? ¡Ojalá lo hicieran! Ellos sabrán...
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