lunes, 7 de mayo de 2018

Roca Rey: "Ante el toro se reta a la muerte"


Pisa los terrenos de fuego de los privilegiados. El sello de figura le persigue desde su irrupción. Ahora, Madrid le espera con la expectación de los grandes: para sus dos tardes isidriles ya no hay entradas



Camina entre la explosiva primavera sevillana y el eco de su memorable faena de Resurrección. La intensidad de su carrera hace olvidar que Andrés aún no ha cumplido tres años de alternativa. Y ya ha rendido todos los grandes escenarios del toreo.

Desprenden su gesto y su habla una timidez infantil que contradice su desatada arrogancia dominguinista en las plazas que rinde. Una tras otra desde que irrumpió de novillero en España el terremoto que vino del Perú con plomo en sus zapatillas y oro en su muleta. Los grandes escenarios (Pamplona, Bilbao, Madrid...) le catapultaron. El público, tan denostado por el aficionado de carnet, históricamente siempre va un paso por delante. Y lo señaló en las taquillas de todas las ferias de peso.

Roca Rey de pronto pasó de ser El Andi, el chico que en la pared de su cuarto de pubertad colgó un póster de El Juli, a codearse con él. Pero todavía no se siente figura, «por supuesto que no». Van en su ADN la humildad y el valor desnudos. No hay dobleces. San Isidro le espera con su exigente vara de medir y la expectación desbordada: ya no hay entradas para sus dos tardes. El 18 y el 23 de mayo vienen con nombre propio y el zumbido de la marabunta.


Debe de ser un orgullo que le siga por las plazas de Iberia su paisano Mario Vargas Llosa.
Me ha mandado justo ahora su último libro [La llamada de la tribu]. Y me encanta. Es una persona muy interesante. Ahora que vaya por Madrid quiero invitarle a comer o cenar. Él me ha dicho que pase por su casa para conversar y eso. (...)
Por el camino del cortijo sevillano de El Esparragal, por la placita de tientas que inauguró Conchita Cintrón en 1946, aquella diosa peruana y rubia que subyugaba a Juan Belmonte y enamoraba a Antonio Bienvenida, se parte el alma a diario Roca Rey.
(...).
Este año he empezado con un preparador físico. Para darle una vuelta de tuerca más al entrenamiento. Antes el entrenamiento dependía sólo de mí. Nunca me he asfixiado delante de un toro, pero el preparador te hace fuerte mentalmente. No quieres hacer una cosa y te obliga. Y en la plaza muchas veces sucede lo mismo. El cuerpo no te coge bien pero tienes que hacer el esfuerzo.
¿Y el toreo de salón?
 
Es importantísimo. Aparte de corregir la técnica también te haces la idea de que estás en la plaza con el toro y te mentalizas. Caminar, salir y entrar de la cara del toro, los muletazos, los lances... Luego te sale todo de modo natural.
La mejor improvisación es la ensayada. 
 
Cierto. Hay que ensayar las cosas y que salgan naturales. Te estás jugando la vida y no puedes actuar. Pero hay que tener un guion. Un porqué de las cosas. Un concepto, una forma, algo que decir y decirlo. 
. ¿Sufre Roca Rey en la cara del toro cuando parece que no sufre ni en los momentos más comprometidos?
 
Sí se sufre. Quizá delante del toro no tanto porque ya te has mentalizado. Pero antes sí. Incluso piensas que un toro te puede matar. Antes de ir a la plaza, en el burladero a la espera de que suenen los clarines, en los entrenamientos... Tu cabeza, a base de motivaciones, supera los miedos. Y en lugar de asustarte te vienes arriba
Cuentan que hay tres tipos de miedo. El miedo del hotel, el miedo del patio de cuadrillas y el miedo de la plaza. 
 
Hay distintos tipos de miedo. Y distintas responsabilidades. En distintas plazas y en distintas circunstancias. Muchas veces en las citas importantes es miedo a la responsabilidad de la feria. Después sale el toro y estás pasando miedo físico. Todo se junta. 
El miedo escénico parece no existir en su frenética carrera lanzada a golpe de triunfo en los grandes escenarios. ¿Se ha parado a pensar hacia dónde va? 
 
He tenido la suerte y la alegría de poder triunfar donde he tenido que triunfar. Como novillero y en el primer año de matador. A veces cuanto más piensas más te confundes. No sabes realmente en el momento en que estás. 
Parece ayer cuando El Andi de 11 años tenía el póster de El Juli en su habitación y ahora se ve con él cara a cara. 
 
Es bonito. Todo pasa rápido. De tener el póster a tener al del póster al lado en un paseíllo.
. ¿Se siente de igual a igual cuando se ve anunciado con las figuras del toreo?
 
Por supuesto que no. Muchas veces puedes triunfar al lado de ellos. O salir a hombros y ellos no. Pero dentro de mí siempre ha habido el pensamiento de que los años son oro. Y un tipo que lleva 20 años mandando en el toreo no se puede comparar con uno que lleva dos o tres temporadas. Combatirás por estar mejor cada tarde pero contra esas décadas de figurón no puedes luchar. A mí me gustaría un día alcanzar ese tiempo que tanto respeto conlleva.
Dice Paco Ojeda que para ser figura hay que pasar la raya. Usted la pasa con frecuencia...
 
Creo que sí lo hago. Cruzar esa línea que ni tú mismo en otra ocasión cruzarías. En ese momento tienes que dar más de lo que la gente espera, y más de lo que tú mismo esperabas. Es fundamental para ser distinto, para ser diferente, para salirte de la carrera. Aunque es un arma de doble filo. Puedes pasar los límites y que las cosas no salgan y que te machaquen por haber intentado cruzarlos. 
Y entonces salen los del dedo acusador: Roca Rey atropella la razón.
 
O que te has dejado coger de bruto. No creo que cruzar la línea implique dejarte coger por un toro malo. Yo no soy capaz de dejarme coger. Pero sí es verdad que, cuando traspasas la frontera, pisas esos terrenos y quieres torear, sabes que es muy probable que el toro te coja.
 Pasar la línea es también entregarte en cada muletazo. Pero hay que cruzarla mucho tiempo antes. Entrenando, toreando de salón, en el campo, hablando...
Desde ahí no ha cesado de crecer en su toreo. Siempre muy poderoso y cada vez más profundo. Está demostrando a quienes le negaban por sus temerarios golpes de heterodoxia que sabe torear. 
 
Las cosas son como tienen que ser. Está claro. Pegar derechazos, naturales, pases de pecho, el clasicismo del toreo, ésa es la base. Pero también es importante hacer lo que tu cuerpo te diga. Y tienes que poner los puntos de emoción que van de la mano de esas cosas locas. 
El público le ha dado ya el sello de taquillero con su asistencia en masa. La gente quiere ver las «cosas locas». 
 
Tengo la presión por triunfar a diario. Es verdad que un artista no puede funcionar sólo por triunfo, sino porque de verdad lo siente. Y yo lo que siento es que quiero triunfar. Y luego también sentirme torero. Pero para llegar a ese estatus tengo que triunfar primero. Y hacer cosas diferentes. Hay veces que he tenido que coger un camino que no es el que hubiera cogido para exponerle a un toro. Cuando ves que las figuras ya han cortado dos o tres orejas, no hay otra. Ya habrá tiempo de profundizar. Cuando triunfas y más triunfas, tienes la presión de seguir triunfando para seguir avanzando. 
Traspasar los límites en el toreo siempre iba ligado al mito que hace tiempo se rompió de que hay que pasar hambre. Usted, que viene de una poderosa familia limeña, lo apuntilla.
 
El toreo es algo que uno tiene que sentir. Y una vez que lo sientes puedes expresar lo que llevas dentro. Hay toreros que han sido figuras para huir del hambre. Y otros que seguimos ese camino por otras motivaciones. 
Y en su caso cuál es.
 
Mentiría si no dijese que es el dinero. Es bonito hacer algo que te apasiona y ganar dinero. Pero una persona no se juega la vida delante del toro sólo por dinero. Hacer feliz a tu familia, sentirte realizado, conseguir lo que no es fácil. El toreo es una forma distinta de ver la vida, y a mí me ha ayudado a tener una filosofía de superación. 
¿Cómo se transfigura en la cara del toro un tipo tan tímido hasta el punto de desatar una arrogancia que rinde las plazas?
 
Soy un poco tímido porque a veces tengo miedo a decir algo que a lo mejor no caiga bien. Pero en la plaza hay que hacer lo que te apetezca. Es estar en estado puro. En estado salvaje.
Tras el arranque fulgurante en este 2018, ¿cómo se plantea el año?
 
Como algo muy importante. Siempre que viene un año nuevo lo típico es decir que tienes nuevas ilusiones, nuevas metas. Cada año consigues unas cosas y quieres otras. Aspiro a irme poniendo en el sitio que quiero ocupar
. ¿Madrid pesa de un modo especial?
 
. Es la plaza más exigente. Es difícil triunfar. Pero una vez que se triunfa es algo glorioso. Hay que ir con toda la verdad del mundo y aun yendo así se tienen que dar muchísimas factores. Sueño mucho con Madrid, su Puerta Grande... Más que con todo eso, con cuajar un toro como me gustaría. 
Qué importante ha sido su irrupción para el toreo en Perú y en América en general.
 
Es bonito cuando llegas a tu país y la gente reconoce lo que has hecho fuera. Y ves público joven y nuevo yendo a los toros. Amigos míos del colegio a los que no les interesaban los toros y que ahora se sacan el abono. Te sientes orgulloso.
¿Nota en España un tratamiento especial por su nacionalidad peruana? 
 
Ya soy español. Tengo la nacionalidad desde hace un año. España me ha dado todo. Estoy muy agradecido por ello y por lo que me sigue dando. Nunca ha habido en una plaza ningún rechazo. A lo mejor sí fuera de la plaza. Cuando el público ve que estás de verdad, no pide el pasaporte. Ni el público ni el toro. 
¿Qué siente cuando oye que está llamado a ser la gran figura? 
 
Es mi sueño. Si alcanzo ese estatus no tendré presión, y si no lo soy, esa gente simplemente dirá que se equivocó. 
Los toros le han castigado. Y cuando lo han hecho ha sido de forma muy consecutiva [en agosto de 2016 en Málaga y Palencia, y en junio/julio de 2017 en Badajoz y Pamplona, cuando se le partieron las espadas]. ¿Cómo supera las cornadas mentalmente? 
 
Es algo duro. Sobre todo cuando se cruza con la muerte de un compañero. La muerte siempre está ahí. En la vida de la calle no se reta a la muerte, aunque esté ahí; delante del toro, sí. Cuesta muchísimo trabajo recuperarte de las cornadas. Se superan con mucho esfuerzo, mucho corazón y muchas motivaciones. 
Su vida se centra en el toreo. ¿Y la juventud y las mujeres? 
 
En la vida hay que saber lo que verdaderamente quieres. Ahora mismo tengo 21años. Quiero estar unos cuantos años más aquí. Cuando decidí ser torero ya sabía que era una profesión muy sacrificada. Tienes que estar al cien por cien. Hay tiempo para todo, pero tienes menos momentos libres que una persona normal.
¿Qué queda de El Andi?
 
Un tanto de inmadurez. 
¿Qué trastadas bisbisean que hace?
Las travesuras no se dicen. Pero hay que hacerlas porque se convierten en motivaciones. Y te acuerdas de ellas en la plaza y te das cuenta que tienes que triunfar para volver a hacerlas. 
¿Qué torero de la cúpula escogería para un mano a mano si pudiera elegir?
 
He tenido la suerte de torear con todas las figuras. Pero nunca he tenido el privilegio de torear con José Tomás, a quien admiro mucho. No me decantaría por unos o por otros. Sólo que con él no he toreado.
A Roca Rey le espera Madrid. Conoce su Puerta Grande y el precio de su gloria. Y lo que supone en el circo de Las Ventas la etiqueta de figura. Aunque crea que aún no lo es, la gente sí.

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