domingo, 13 de mayo de 2018

San Isidro: oreja a Espada con un noble Ibán



Cariñoso adiós de Madrid a Alberto Aguilar en una corrida de juego variado

Francisco José Espada, firm e en u pase por alto

 Francisco José Espada, firme en un pase por alto - Paloma Aguilar
 
 por la mañana, se descubre un azulejo de homenaje al inolvidable Iván Fandiño. Por la tarde, en un cartel típico «de domingo», alternan tres diestros que han hecho méritos para volver a esta Plaza. Los toros de Baltasar Ibán, de encaste Contreras, tienen justa fama de encastados (en el recuerdo, siempre, el muy fiero «Bastonito», con el que triunfó César Rincón). La corrida da un juego muy desigual y hasta cambiante: buenos, el segundo y el tercero, al que ha cortado una oreja Francisco José Espada; complicados, los demás.

Va a ser ésta la última temporada del madrileño Alberto Aguilar, que arrastra las secuelas de un grave percance en el gemelo izquierdo, que sufrió en Cali, en el 2013. Se le recibe con una ovación.

 Su trayectoria merece mucho respeto, por haberse enfrentado a toros de divisas duras; en Madrid, ha brillado con reses de Victorino Martín, Palha, Escolar... A pesar de su corta estatura, ha sabido buscarle las vueltas con habilidad y valor a reses mucho más altas que él. El primero, abierto de pitones, engallado, no se entrega; se cuela, con peligro. Alberto brinda a su familia; le saca, con oficio, algún buen muletazo. Mete el brazo con habilidad, a la segunda. No ha tenido opciones. El cuarto sale frío, mejora en el caballo; le permite ligar muletazos con emoción pero va sacando aspereza. No mata bien.

Muletazos templados

El mexicano Sergio Flores vino a España, a la Escuela de Tauromaquia. Tomó la alternativa hace seis años; la confirmó, hace cinco. El pasado año, fue noticia por sufrir un grave percance, al recibir al toro a portagayola, en San Luis de Potosí. Mostró su recuperación al indultar un toro, en la Plaza México. El segundo, de poco peso, bien armado, renquea de atrás pero embiste con nobleza.

 Apoyado por sus paisanos, liga muletazos templados, con gusto, y mata bien. El quinto, deslucido, engancha la muleta, con sus derrotes. Lo mejor, que Sergio no parece acusar el cambio al toro español, después de tres años, sin torear aquí.

Francisco José Espada, de Fuenlabrada, discípulo de César Jiménez, vivió una tarde épica en el San Isidro del 2015, al quedarse solo en el ruedo, por las cogidas de Martín Escudero y Galdós. Hace un año, en su confirmación de alternativa, sufrió una fuerte voltereta, al entrar a matar, quedándose inconsciente varios minutos. En el tercero, que embiste con clase, se luce Arruga, con los palos.

 Torea Espada reposado y pulcro, como su mentor y apoderado. La faena es desigual (ha toreado muy poco), con algunos muletazos lucidos, como un largo natural, y mata bien: oreja benévola. Pica bien El Legionario al sexto, que embiste muy cambiante, pone en apuros al valiente diestro y se tapa, al matar. La oreja le ayudará a abrirse camino.

Una vez más, el viento ha puesto en peligro a los diestros y ha perjudicado claramente las faenas. ¿Cuándo se intentará poner remedio?

Aunque no haya tenido suerte, el público despide con respeto y cariño a Alberto Aguilar. Le deseo lo mejor, en el resto de la temporada y en su nueva vida.

Postdata. Hace falta ser muy ignorante y muy sectario para desconocer lo que significa el toro bravo en el campo salmantino: en la agricultura, en la economía y en la cultura charra. Es perfectamente lógico que se haya creado en la Universidad de Salamanca una Cátedra, para estudiar esa realidad. Ha bastado una manifestación de doscientas personas y una recogida de firmas para que el Rector deje de apoyar esa Cátedra: una muestra más de la cobardía que impera en la España actual.

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