"Esta temporada esperaba haber cogido alguna sustitución, pero las circunstancias son las que son; la oreja de Las Ventas no me ha servido para meterme en el circuito", señala el torero sevillano
Gonzalo I. Bienvenida
-Hasta el 15 de agosto, ha sido una temporada a
verlas venir. No tenía absolutamente nada. La incertidumbre del día a
día. El ansia por que lleguen las cosas y sobre todo por ir a Madrid...
Transcurrió el inicio y prácticamente toda la temporada. Aunque yo
seguía con mi misma dinámica, todo cambia cuando te anuncias en Madrid.
Esa plaza despierta mis extremos para lo bueno y para lo malo. Después
del 15 de agosto sólo he toreado en Sacedón, en la provincia de
Guadalajara.
-La impactante faena del verano no se ha traducido en contratos, ¿qué le ha aportado?
-Ha empezado a conocer más gente
mi toreo. Quería estar en boca de los aficionados y de los
profesionales. Mi obsesión era estar entre esos nombres que dicen de los
toreros jóvenes, de la nueva hornada... Creo que lo he conseguido.
-El logro de entrar en esa novedad ha sido a través del toreo de siempre.
-Hice lo que siento. Así me han enseñado a torear.
Trato de interpretar el toreo que a mí me gusta como aficionado, el que
he disfrutado con otros toreros. Me pude expresar y salieron muchas de
esas cosas que me gustan. Intento hacer lo que he hecho siempre.
-¿Se trata del toreo clásico?
-Sí. Qué tendrá el toreo clásico
que nunca pasa de moda. Estoy convencido de que quiero ser fiel a ese
concepto. Cuando me lo inculcaron me lo comparaban con un traje de
chaqueta azul marino. Aparecerán de otros colores, de otros cortes, pero
si uno siempre apuesta por el traje azul marino, siempre va arreglado.
Aquella comparación me ayudó a comprenderlo.
-Es como si la afición hubiera recuperado el gusto por lo de siempre.
-No es cuestión de recuperar el
interés por ese toreo. Como no es habitual ver esa forma de torear, a la
gente le sorprende. Quizá estamos más acostumbrados a verlo en maestros
como Talavante o como Morante.
-¿Te ha decepcionado no haber toreado nada después de poner a todo el mundo de acuerdo?
-Esperaba haber cogido algunas
sustituciones. Las circunstancias son las que son. La oreja no me ha
servido para meterme en el circuito. No me ha decepcionado porque sé
cómo funciona el toreo... no me ha sorprendido.
"Mi obsesión era estar entre esos nombres que dicen de los toreros jóvenes, de la nueva hornada... Creo que lo he conseguido"
-Su apoderado es el maestro Pepe Luis Vargas. ¿Ha pensado en añadir a su equipo alguna persona que pueda sumar contrataciones?
-He tenido la suerte de tener
siempre cerca a personas que me han inculcado el toreo. Román Sorando,
Juan Rodríguez, ahora el maestro Pepe Luis Vargas. A nivel de contacto
con las empresas es verdad que no tengo a esa persona que esté tan
metido y me ayude en los despachos. Lo he pensado y me gustaría, pero de
momento estoy a gusto.
-¿Cómo se plantea el invierno?
-Mejor que nunca. Mis inviernos
siempre los he afrontado sin nada. Este año es distinto porque aunque no
tenga ninguna fecha sé que se van a presentar oportunidades.
-¿Tiene ganas de volver a Madrid?
-Lo que sentí en Madrid el 15 de
agosto es algo que no había sentido en mi vida. La respuesta de la
afición a todo lo que hice o intenté hacer. La repercusión posterior...
Madrid engancha.
Estoy deseando volver. Tenemos el compromiso de la
empresa de que volveremos en 2019.
-Como matador sevillano, soñará con pisar el ruedo de La Maestranza.
-Mucho. Pienso en Sevilla todos los días. Me encantaría torear en La Maestranza como matador.
-¿Qué es la verdad para Juan Ortega?
-La verdad es la mayor virtud que
puede tener un torero. No sé que hay ahí pero cuando algo no tiene
verdad no llega, no transmite, no cala y, además, el toro no se entrega.
Cuando pones verdad, cuando pones el corazón, la gente lo valora, el
toro se entrega.
-Ahora llega el invierno y con él los
días cortos, la soledad, la espera, la constancia en los entrenamientos.
Su familia tiene una finca en Andújar. ¿Se encerrará ahí estos meses?
-Mi vida está en Sevilla. Me
gusta mucho el campo, siempre que tengo un hueco me escapo. Disfruto y
trabajo en el campo a partes iguales. En el futuro, me gustaría
devolverle al campo y al toro a través de la ganadería todo lo que me ha
dado.
-¿Sus metas están en los triunfos?
-Sinceramente, no. El triunfo no
me preocupa. Sé que llega cuando tiene que llegar. Ahora mismo sueño con
torear cada vez mejor. Hay un hilo conductor entre torear mejor y ser
figura del toreo. Mi prioridad es crecer cada día. Sentir el toreo.
Alimentar la ilusión diaria. Ser capaz de tener algo que expresar. Ser
capaz de emocionar. No sé si eso desembocará en el triunfo pero es el
camino que he escogido.
Román Sorando y Jorge Fuentes, más allá del toreo
El entorno del torero es fundamental para su crecimiento
humano y profesional. Juan Ortega tiene antecedentes ganaderos pero en
su familia le tomaban como aficionado práctico hasta que el ganadero
Román Sorando creyó en él: “Es una persona clave en mi vida como
torero. Me he hecho torero en su casa. Desde las primeras añojas que me
echaba, prefería sacrificar la selección de las becerras por verme
aprender a torear. Es un enamorado del toreo, que me dice siempre la
verdad. Eso lo valoro mucho”. De un ganadero a un torero de plata que también siempre ha estado ahí desde el primer capotazo: Jorge Fuentes. “Me
da mucha confianza. Hay tardes que ni hablamos en la plaza pero sólo al
saber que está ahí me siento arropado. Como amigo valoro su fidelidad
que no conoce límites”. Dos personas cruciales en la forja y desarrollo de un torero con proyección de figura del toreo.
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