sábado, 12 de enero de 2019

Álvaro Lorenzo indulta un novillo en el festival de Manizales

El toledano, que sustituía a Enrique Ponce, perdona la vida a un ejemplar de Ernesto Gutiérrez, proclamándose máximo triunfador en una noche en la que se repartieron diez orejas



Paulo Andrés Sánchez Gil

El faenón de Alvaro Lorenzo le puso la guinda a un festival triunfal en homenaje a la Virgen de La Macarena y a favor de los niños del Hospital Infantil Universitario de Manizales, y que tuvo en los de Ernesto Gutiérrez un encierro parejo que hizo su parte para que la noche quedara en el recuerdo.

Encastados, repetidores, nobles, y dicho sea de paso, con escaso trapío, aunque mejor presentados que los habituales Gutiérrez de otros festivales.

Lo de Alvaro Lorenzo, así no puntúe para el trofeo, fue la faena de la feria de lo transcurrido hasta el momento. De principio a fin, un compendio de tauromaquia de la más alta calidad. Lorenzo, a quien condicionaron los toros de Santa Bárbara el miércoles, esta noche superó inclusive el canon que no habla de perdonavidas en Festivales, para instalarse en el recuerdo de la Feria de Manizales con un faenón en el que bordó el toreo desde que se abrió de capa toreando del tercio a los medios a la verónica rematando con tres medias como si estuviera sopesando cual mejor para el compendio.

 Todas buenas, como las chicuelinas de manos bajas del quite, y los estatuarios del inicio de faena. El novillo fijo en la muleta y embistiendo con la cara abajo permitió al toledano cuajar una faena por ambos pitones al ralentí. Toreó lo que en esta feria no estaba escrito, se destapó para una afición que lo arropó como si fuera figura consagrada en Manizales, pero que apenas dos días atrás hizo su debut. “Fosforero” ayudó, y aunque dos orejas fueran cortas, la espada hubiera podido hacer un un mejor balance de la faena. Ahora es revelación, ya lo veremos en figura del toreo.

Sebastián Castella cortó dos orejas luego de otra faena rotunda, medida, en la que ganó cada terreno; sentenció cada serie con dos argumentos centrales, la profundidad y la lentitud. La altura a la que citó y templó fueron virtud de toro y torero. La faena duró mucho y terminó con Castella en plenitud y el novillo buscando tablas después de una lidia extenuante. La muerte fue de bravo, yendo de tablas a los medios y doblar en medio de clamorosa ovación y las dos orejas en el esportón para el francés.

Luis Bolívar ya sin obligaciones por lo conseguido el día anterior, pero con el compromiso de siempre, volvió a triunfar y esta vez con menos materia prima. Al toro lo pitaron, pidieron con furia el cambio, y terminó embistiendo en los circulares que le endilgó Bolívar. Desde la salida el novillo mostró ser el de menos clase del encierro, y lo que comenzó como protesta se transformó en lección de sapiencia y poder. Con un Bolívar cumbre que entendió a la perfección al novillo, las orejas fueron justa recompensa.



Antonio Ferrera fue artífice de la noche triunfal. Abrió plaza y desplegó su tratado de capote y muleta. Variado, inspirado, inagotable. 12 capotazos antes de la vara, y la gente quería más. De a poco fue escanciando el repertorio Ferrera y la plaza, apenas en el primero del festejo, ya era un hervidero. El novillo apretó, y de tanto que embistió fue ganando terreno y el protagonismo. La faena fue correcta, pero con más prisa que temple y con la sensación de que el novillo mereció más; todo merecía mejor colofón que el bajonazo que puso Ferrera.

El Juli, quizás guardando su frasco de las esencias para el mano a mano con Ponce, esta noche no encontró la distancia para torear al novillo que fue encastado y noble. Siempre la intención en Julián es mandar, y la intención en este torero no solo es virtud, también es garantía, y por eso conecta fácilmente aunque no logre acoplarse. Verlo lidiar sin dar tregua siempre será un placer para quienes vienen a verlo.

Cristóbal Pardo tuvo una actuación digna, correcto en los tres tercios, sin excesos. Medida justa para un novillo con codicia y que humilló con mucha emoción. Dos pinchazos antecedieron un estocadón que tiró al toro patas arriba.

Guillermo Valencia puso el contraste en el festival. Todo venía en fiesta y triunfo pero el novillo le ganó el terreno y la pelea. Acababa de pasar el indulto de Alvaro Lorenzo y Valencia escuchó los tres avisos arropado por Ferrera que sufrió el tercio con el colombiano. Son muy escasas las oportunidades para él, y la presión de ver triunfar a las figuras, como en este caso, se vuelven reto intimidatorio. Había comenzado bien, con el capote fue implacable, estuvo seguro, certero. La faena de muleta inició promisoria por templada y poderosa, pero en cuanto el toro cambió y bajó el punto de bravura, le descompuso todo a Valencia que fue de más a menos y no pudo sortear la exigencia del novillo.

Manizales (Colombia). Viernes 11 de enero de 2019. Festival a beneficio del Hospital Infantil. Novillos de Ernesto Gutiérrez, de juego variado. El 1º, premiado con la vuelta al ruedo, siendo el 6º, de nombre Fosforero, número 196 de 432 kg, premiado con el indulto. Antonio Ferrera, dos orejas; El Juli, oreja; Sebastián Castella, dos orejas; Cristóbal Pardo, oreja; Luis Bolívar, dos orejas; Álvaro Lorenzo, dos orejas simbólicas; y Guillermo Valencia, silencio tras tres avisos. Entrada: Lleno. Incidencias: Saludó Jaime Mejía tras parear al 3º, en la noche de su retirada de los ruedos.

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