sábado, 12 de enero de 2019

"La niña que montaba a caballo se ha convertido en una dura competencia"

“Ha habido éxitos muy potentes que me han aportado muchísimo. Además de la credibilidad que ya tengo adquirida, me han brindado un mercado estable y cada vez más abierto para mí”, aseguraba la rejoneadora en una amplia entrevista en nuestra edición en papel

'La niña que montaba a caballo se ha convertido en una dura competencia'
 
Ángel Berlanga

Natural de Nimes, zona próxima a la Camarga donde conviven toros y caballos autóctonos, Lea ha hecho del rejoneo su forma de vida. Y ha sido por pura vocación, pues su licenciatura en Biología por la Universidad de Montpellier bien podría haberle permitido tomar otros caminos. Sin embargo, su amor al toreo a caballo hace tiempo que pudo con todo.

-De nuevo número uno en el escalafón. Además, por segundo año consecutivo.

-Estoy feliz, pero le aseguro que más por la calidad de los triunfos que por la cantidad de los festejos toreados.

Además de liderar su ranking, Lea ha aumentado de 41 a 46 el número de paseíllos, de 67 a 77 el número de orejas y de 2 a 3 los rabos cosechados. “No soy muy de números, pero está claro que son buenos”, subraya antes de insistir que lo que verdaderamente le importa es que la temporada, además de cuantitativamente, “ha sido con respecto a la anterior también superior cualitativamente”.

-Ha ido ganando en seguridad.

-Sí, y me lo ha dado en gran medida el hecho de haber sido capaz de triunfar en todas las plazas en las que ya triunfé en 2017. Ya me han dicho en varios sitios que como he triunfado dos años seguidos, que cuente con el tercero.


-¿Su mayor miedo sigue siendo no triunfar?

-Sí, no triunfar, no estar bien, no estar a la altura, decepcionar a mi público, a las empresas que confían en mí… en definitiva, no dar la cara.

La valoración de su última campaña es mucho más que positiva; “maravillosa”, se atreve a matizar.

 No en vano, en todas las plazas de primera -menos en Córdoba- ha tocado pelo. Y eso que han sido once las tardes registradas en escenarios de primera. “En algunas ha habido éxitos muy potentes que me han aportado muchísimo. Además de la credibilidad que ya tengo adquirida, me han brindado un mercado estable y cada vez más abierto para mí”. Entre las tardes más redondas figuran las de Beziers -cuatro orejas-, Burgos, Bayona y Logroño -con tres orejas cada día, además de puertas grandes en Castellón, Valencia, Nimes -por partida doble-, Granada, Alicante, Ciudad Real… “y las dos orejas de Bilbao, las salidas a hombros de Almería, San Sebastián de los Reyes, Palencia… además de orejas en Sevilla, Madrid -en medio de aquel diluvio tremendo-, Teruel, Dax, Málaga, Cuenca, Valladolid, Salamanca… Este año en todas las plazas hubo algo importante, salvo alguna excepción”.
“El arte de torear a caballo también pasa por fabricar tu caballo, tu muleta. Es como crear una joya, una obra de arte. Junto a torear, formarlos de principio a fin es lo que más felicidad me da”
-¿Cuáles fueron las decepciones?

-Afortunadamente, podrían contarse con los dedos de una mano. No somos máquinas y, evidentemente, hay días en los que no se está al nivel deseado. Pero lo bueno de este año es que tardes malas, en mi caso, ha habido muy pocas. De Gijón, por ejemplo, tengo un mal recuerdo. Si tuviera que reconocer mi peor tarde, diría esa.

-¿Y si tuviera que elegir la mejor faena, la que mejor recuerdo le ha dejado?

-Es una suerte poder hablar de la mala, porque me acuerdo perfectamente de ella, y en cambio elegir la buena me cuesta un mundo porque ha habido tantas que no puedo memorizarlas todas. ¿Es mejor eso que al revés, no…? Me acuerdo de la mala porque ha sido algo puntual.

-¿Qué pasó?

-Empezó mal la tarde, con una manifestación antitaurina tremenda antes del paseíllo. Luego los toros me salieron malos, yo no estaba a gusto, apenas dormí la noche anterior por asuntos personales… Todo eso influye en el carácter, la mente… No estaba bien; pero bueno, todo se compensa con las cuarenta y pico tardes restantes en las que sí me sentí plena.


-Acabó la temporada en Logroño, a mediados de septiembre. ¿Por qué la cortó tan pronto?

-Si hubiera querido torear más, los días entre compromiso y compromiso se hubiesen espaciado demasiado, y en esos casos ni te centras con los potros ni descansas, porque tienes que seguir a tope con el entrenamiento de los caballos. Hubiera perdido un par de meses de entrenamiento con los potros, y no he querido perderlos. De hecho, al día siguiente de haber toreado en Logroño ya me lié con ellos.

LA CUADRA Y EL ADIÓS A PERALTA

Desde que Lea adquiriera en 2006 -poco después de su llegada a España- sus primeros potros de maestros como los hermanos Ángel y Rafael Peralta, son muchos los caballos que gracias a sus manos han ido labrándose un cartel entre los mejores. Desafío, Bazuka, Jazmín, Bético, Gacela… han ayudado a la amazona a ganarse también un hueco en los grandes carteles. Sus razas van desde los Pura Sangre Español al Lusitano o los Caballos de Deporte Español (CDE). Prácticamente todos se han formado a su lado. “He logrado domar potros cerreros y elevarlos al ranking de los caballos figura que marcarán la historia. Esta temporada Bético, Gacela, Bach, Guitarra, Deseado… se han confirmado como estrellas. Son la base de la cuadra, y, además, he consolidado un caballo que se llama Diluvio. Tras la muerte de Petit-Pois en Íscar a mediados de temporada tuve que espabilar y logré afianzar a Diluvio, que ha sido básico en mis faenas desde entonces. A final de temporada saqué también un caballo nuevo que se llama Diamante y el año que viene tendré una cuadra más amplia todavía”.
“Un toro toca al caballo porque falla la doma, no porque se arrime demasiado. Implica, además de un error del torero, un fallo grande de precisión del jinete. Pero no muchos piensan como yo…”
-Se habla ya de Nono como la nueva joya.

-Nono es un extraordinario potro, lo compré cerrero y estoy loca con él. Me tiene súper contenta. Tanto él como Diamante van a ser fijos el año que viene. Y hay otro que no me esperaba que fuese a crecer tanto en tan poco tiempo, que es un potro castaño del hierro de Peralta al que aún no le he puesto nombre.

Lea cuenta actualmente con una cuadra sólida. “Tengo doce caballos confirmados para plazas de primera, que valen para ir a cualquier sitio; y tengo aparte dos o tres que debutarán este año, más otros tres o cuatro en formación”, desvela. 

-¿Son esos los números ideales para afrontar temporadas como las suyas?

-Forman un número bueno, pero aquí cuantos más tengas, mejor. Muchos rejoneadores estarían felices con una cifra así, pero si dispones de más caballos cansas menos a cada uno de ellos y para las grandes citas puedes escoger siempre a los mejores.

"¿Novillos? También desorejo cinqueños de 650 kilos"

Diego Ventura denunció en nuestro primer extra de rejones lo habitual que resulta matar novillos, en vez de toros, entre rejoneadores de alternativa. “Los tres rejoneadores que solamente matan corridas de toros se llaman Andy Cartagena, Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura, los tres decidimos hace muchos años no matar ni una novillada”, expuso el jinete sevillano. Preguntada al respecto, Lea Vicens subraya: “Su decisión es buena, pero la realidad no es tan bonita. Si la única forma de que la gente vaya a la plaza en un pueblo es metiendo a toreros con cartel -entre los que me incluyo- y se deben matar novillos para hacer sostenible el festejo, prefiero torear antes de que terminen poniendo a un torero sin cartel y la gente no vaya a la plaza. Se trata de salvar al público y, con todo mi respeto, no se le salva metiendo a un torero que no sirve. Eso quita afición”. Tajante en sus afirmaciones, Lea ahonda en el espinoso asunto: “Estoy a favor de torear toros siempre, y con casta y presencia, por supuesto, pero hay que entender que la Tauromaquia debe persistir en los pueblos y para ello deben hacerse excepciones. Al igual que puntualmente se puede lidiar un novillo en un pueblo pequeño, también he lidiado y desorejado a cinqueños con 650 kilos. El fuego hay que llevarlo a terrenos mayores, la pelea es contra los políticos que nos quitan libertades, no contra los compañeros”.

Dolida con las declaraciones de Ventura, Lea saca a la palestra otras cuestiones: “La del respeto a los caballos, por ejemplo”, y pregunta: “¿Por qué algunos tienen derecho a poner sus caballos como si fueran escudos; y otros a drogarlos para que no sientan dolores ni miedo? ¿Es digno y ético sacar a un caballo cojo a la plaza o a otro con 25 años lleno de artrosis? ¿Es de toreros ser incapaz de clavar dos banderillas consecutivas sin que te cojan? Aquí o se habla de todo o mejor que no se hable de nada…”.

-Le gusta formarlos a su gusto.

-Sí, sí, salvo alguna excepción como la de Bach, que ya estaba domado, a todos los he formado yo de principio a fin y sigo haciéndolo porque me gusta y porque considero que el arte de torear a caballo también pasa por fabricar tu caballo, tu muleta. Es como crear una joya, una obra de arte. Junto a torear, es lo que más felicidad me da.

-Para usted es clave la precisión y la estética en sus caballos con el fin de hacerlos toreros, artistas.

-Sí, exactamente. No soporto ver un espectáculo con caballos que se defienden, que luchan, que tiran de la boca, que están puestos al revés, que son tropezados por los toros… Un toro toca al caballo porque falla la doma, no porque se arrime demasiado. Implica, además de un error del torero, un fallo grande de precisión del jinete. Pero no muchos piensan como yo… Entre muchos se entiende que, más que un error, se trata de un arrimón, y ese es un error enorme de apreciación del público. Cuando un toro engancha la muleta a un torero, todo el mundo pita; pero si a un rejoneador le tropiezan el caballo, todo el mundo aplaude.

-La muerte de Petit-Pois en Íscar sería dura.

-Le dio un infarto antes del paseíllo. Imagínese con qué mal cuerpo lo hice yo… Pero tocaba sobreponerse. Gracias a Dios no murió por una cornada, no fue ningún error mío, tampoco veterinario ni de alimentación… fue un infarto, que puede ocurrirle a cualquier ser vivo.


Aquel día brindó su primer toro a la banda de música de Íscar, que estrenó e interpretó un pasodoble dedicado a la propia Lea, compuesto por el director Eugenio Gómez y el profesor Pablo Toribio. Sin dejar que la tristeza le nublara la mente, logró superar los obstáculos, cortar una oreja de un toro de Passanha y poner de inmediato nuevos caballos a punto para suplir la terrible baja en el menor tiempo posible. “Lo bueno de quienes formamos nuestros caballos es que podemos luchar contra desgracias e imprevistos de este tipo con más facilidad. Entre eso y la compra de potros, yo ya tengo una reserva de caballos preparada para salir a la plaza en cualquier momento”, asegura.

-Otra pérdida aún más terrible fue la del maestro Ángel Peralta.

-Por supuesto. No se puede comparar la tristeza por la muerte de un caballo con la que me generó la muerte del maestro. Han sido dos palos, pero especialmente duro el de don Ángel, que me ayudó muchísimo siempre, tanto a nivel material -dejándome entrenar en su finca- como a nivel humano, de apoyo, de amistad, de conocimientos... En 2013, a sus 88 años, volvió a pisar la arena por mí para darme la alternativa. Aquello fue y será inolvidable.
“Ha habido éxitos muy potentes que me han aportado muchísimo. Además de la credibilidad que ya tengo adquirida, me han brindado un mercado estable y cada vez más abierto para mí”
-Algunos colegas suyos como los Hermoso de Mendoza -padre e hijo-, Diego Ventura, Andy Cartagena… están haciendo temporada al otro lado del charco. ¿Para cuándo dará Lea Vicens ese paso?

-Me lo han propuesto ya un montón de empresarios de Colombia, de México… pero me preocupa que los caballos no puedan descansar bien durante el invierno. Para ir a América aún tengo que tener un volumen de cuadra mayor. Como espero aumentarla este año, quizás el que viene pueda hacer mi debut en América. Será cuestión de hablarlo y también de que mi apoderado, Simón Casas, que tan bien está gestionando mi carrera, dé su OK.

-Dice que suscribe al cien por cien la mítica frase de Belmonte de “se torea como se es”. ¿En su caso cómo se traduciría?

-En efecto, toreo como soy: al natural, con la verdad por delante y sin superficialidades.
-Y sin estancarse, claro.

-Ni conformarse. El toreo es una perpetua búsqueda de mejora por parte del artista. Para mí torear es una droga y yo soy totalmente adicta. Hay que buscar a diario la perfección; sin encontrarla, porque eso es imposible, pero sí tratar de acercarse a ella.

"En el toreo no hay machismo"

“El mundo del toro no es machista, es conservador. Conmigo al menos para nada ha sido machista, pero sí es cierto que se ha quedado anclado en el tiempo, que no ha sabido evolucionar al ritmo de la sociedad actual, aunque quizá por eso conserve tanta magia”, expone Lea Vicens, que prosigue: “Jamás me he sentido desfavorecida ni apartada por ser mujer. Es verdad que habrá quien hoy tenga celos porque ya la niña que montaba a caballo se ha convertido en una competencia dura para los demás, así que alguna sombrita sobre mí sí siento, pero más como torero que como mujer”. Si acaso existiera cierto cambio de actitudes, Lea admite que quizá lo note, antes que con los compañeros, con el público: generalmente más amable en los triunfos y más duro en las tardes malas: “Por suerte, como este año apenas ha habido tardes malas, el trato ha sido muy bueno en todas partes. Quizás al público pueda gustarle que triunfe una mujer más que un hombre, porque no está acostumbrado a verlo; pero aquí no te regalan nada tampoco… en el toreo los regalos no existen”.
Fotos: ARJONA y ANDRÉ VIARD

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