viernes, 27 de septiembre de 2019

Año cien después de Chicuelo, una auténtica revelación en el toreo «moderno»



Este sábado se cumple un siglo de la alternativa de Manuel Jiménez de manos de Juan Belmonte


Exposición homenaje a Chicuelo en Sevilla
Exposición homenaje a Chicuelo en Sevilla - RAÚL DOBLADO


Efe
Sevilla 

Manuel Jiménez «Chicuelo» (Sevilla, 1902-1967) tomó la alternativa el 28 de septiembre de 1919 de manos de Juan Belmonte en la plaza de la Maestranza. Este sábado se cumple un siglo exacto de esa efeméride que sirve para recordar y reivindicar la figura de un matador fundamental para entender el hilo del toreo contemporáneo.

Pero aquel no fue el único doctorado que se celebró en la ciudad esa jornada. En la efímera plaza Monumental que se levantaba al comienzo de la actual avenida de Eduardo Dato, el mismo día y media hora antes, también iba a convertirse en matador el novillero jerezano Juan Luis de la Rosa de manos de Gallito, inspirador de aquel inmenso recinto que no sobrevivió a su trágica muerte en Talavera el 16 de mayo de 1920.

El dato no es casual. Sevilla había vivido dos ferias de Abril paralelas en aquella temporada de 1919 polarizadas en torno a la antigua plaza de la Maestranza y la flamante Monumental, estrenada el año anterior. Si la primera plaza contó con Juan Belmonte como abanderado, la segunda condensó a los partidarios de Joselito El Gallo que volvieron a actuar por separado en el ciclo septembrino de San Miguel sin llegar a alternar juntos en Sevilla en todo el año.

Pero hay que volver a la figura de Chicuelo, colocada en medio de esa pugna que había dividido taurinamente la ciudad de hace un siglo. Manuel Jiménez «Chicuelo», hijo del matador del mismo nombre y apodo, nació en la trianera calle Betis el 15 de abril de 1902 aunque pronto cambiaría de orilla. En 1917 ya había debutado como novillero y dos años después recibe esa alternativa en la plaza de la Real Maestranza de Sevilla.

Pero para entender la figura y la trascendencia taurina del diestro de la Alameda de Hércules hay que retroceder a la figura de Gallito, máxima figura en la segunda década del siglo XX y verdadero inspirador de los nuevos avances técnicos que iba a experimentar el toreo a partir de esos años fundamentales.

Joselito –o Gallito- ya había esbozado el toreo ligado en redondo que Chicuelo acabaría estructurando en series o estrofas de ritmo y estructura musical, encadenando o ligando los muletazos por el mismo pitón. Pero ése era aún el toreo por llegar, tal y como confirma la visión de un analista, Nestor Luján, afirmando que «Chicuelo es el creador del ritmo de torear moderno, del encadenamiento suave y fluente de las faenas...»

Pero la escenificación definitiva del nuevo concepto tendría que esperar hasta el 24 de mayo de 1928 en la antigua plaza de toros de Madrid. Chicuelo se había anunciado aquella tarde para estoquear una corrida de Graciliano Pérez Tabernero junto a Cagancho y Vicente Barrera, que confirmaba la alternativa.

El tercero de la tarde, llamado «Corchaíto», permitió al diestro sevillano enhebrarse a su embestida en una faena iniciática de ritmo e intensidad crecientes que alcanzó su cénit en los últimos naturales, ligados en un palmo de terreno en medio del delirio del público que pidió las orejas antes de que el torero llegara a montar la espada. Chicuelo pinchó dos veces y acertó a agarrar una estocada corta pero cortó dos trofeos. Más allá del premio, la gente tenía la sensación de haber asistido a una auténtica revelación.

¿Cuál había sido la innovación de Chicuelo? Su hijo Rafael Jiménez, también matador, recuerda que su padre ya había logrado esa ligazón con el toro mexicano entre 1924 y 1927. Pero es «Corchaíto», un animal que preconiza la embestida moderna, el que abre un camino por el que transitarían el resto de los toreros. «El toro se salía en los vuelos de la muleta y a mi padre le bastó con dejársela muerta para ligar los muletazos girando sobre sus talones», refiere Rafael.

Es el mismo concepto que, con otra expresión bien distinta, acabaría germinando en otro torero fundamental como Manuel Rodríguez «Manolete», definitivo arquitecto del toreo moderno al que el propio Chicuelo concedería la alternativa el 2 de julio de 1939 en la plaza de la Maestranza.

Manuel Jiménez, con más de tres décadas de alternativa a sus espaldas, también sobreviviría taurinamente a Manolete después de vivir tres épocas distintas y fundamentales del toreo: el final de la Edad de Oro, la Edad de Plata y los años del manoletismo. Chicuelo se mantuvo en activo hasta 1951 –se despidió en Utrera el 1 de noviembre de aquel año- y falleció en Sevilla el 31 de octubre de 1967.

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