El presidente le niega la oreja tras una faena de gran verdad y disposición
Paulo Andrés Sánchez Gil
Salió a por todas Colombo en el sexto y en el tercio de
capa empezó a equilibrar la balanza con temple y variedad. En el de
banderillas continuó la tarea de enaltecer su nombre en el cartel y
estuvo portentoso. Y la faena, que fue toda entrega del torero, casi le
alcanza para poner el fiel de la balanza en equilibrio. El toro fue
justo de raza, peso y trapío, pero Colombo tuvo otra disposición. Con el
reposo parecía llegar la gracia, pero el toro se vino a menos y lo
único que pudo poner el torero fue los muslos en terrenos de compromiso.
No fue la confirmación anhelada, y consciente de ello se tiró a matar
abandonando la muleta, a cuerpo limpio. Ignoró el presidente la unánime
petición, y también el confirmante se fue de vacío. Dio una vuelta al
ruedo.
Sebastián Vargas toreó con el capote al segundo con la
seriedad que el compromiso exigía. Dos veces fue al caballo de Clovis
Velásquez, y las dos fue el picador a tierra. Se imponía el toro en ese
terreno, y pitado salió Clovis de regreso al patio de caballos.
Devolución de gentilezas en el tercio de banderillas, el mejor par: el
de Colombo, pero más jaleado el de Vargas, porque venía Colombo de su
primer desencuentro con La Santamaría. Vargas entendió que al toro había
que poderle y someterlo con una lidia a favor del animal y fue el
libreto de las primeras de cambio. Sin fidelidad al libreto inicial, de
uno en uno, fue poniendo de acuerdo al público, y metiéndolo en la
faena; y aunque faltó ligazón, temple y reposo, hubo emoción y oficio.
Un sector del público le reclamó falta de sitio. El toro no fue picado y
eso no hay que perderlo de vista. Toro, sí, pero había máximo grado de
dificultad. Con el toro en plenitud de condiciones, la estocada tendida
fue meritoria. El toro fue aplaudido en el arrastre.
El cuarto toro, que recargó en el caballo de Efraín
Ospina, llegó con poca fuerza a la muleta. En los medios intentó
Sebastián Vargas ligar los muletazos, y una serie al natural descubrió
virtudes en el Discípulo de El Manzanal, que fue de menos a más, como la
faena y el aguacero. La estocada contraria obligó al uso del
descabello.
Manuel Escribano recibió al tercero con dos largas
cambiadas en el tercio. De nuevo los tres participaron en el tercio de
banderillas, y de nuevo Colombo anduvo fino con los palos. Renuente el
toro a ser lidiado en los medios y refugiado en tablas, no brillaron ni
el propio astado ni el torero, aunque se reconozca la brega del diestro
sevillano. De un bajonazo fulminó al toro.
Temple a la verónica, lucimiento en banderillas e
intermitencia con la muleta. Así estuvo Escribano en su segundo turno
ante un buen toro, que tuvo tranco, iba de largo y al comienzo de la
faena embistió con calidad. Duró poco pero tuvo valor. Se recreó el
torero en buenas series a dos manos, pero cerró sin apretar al toro, que
terminó rajado. De nuevo estuvo errático con la espada, y esta vez dos
bajonazos no surtieron efecto y escuchó un aviso antes de que doblara el
toro. Palmas en el arrastre.
Bogotá (Colombia), domingo 9 de febrero de 2020. Segunda de la temporada. Toros de El Manzanal, bien presentados, salvo el 6º. De juego dispar, pero interesante. Destacaron segundo, cuarto y quinto. Colombo confirmó con Despreciado, nº15, de 570 kg. Sebastián Vargas, silencio tras petición y silencio; Manuel Escribano, silencio y vuelta al ruedo tras aviso; y Jesús Enrique Colombo, que confirma alternativa, silencio y vuelta al ruedo tras fuerte petición. Entrada: Menos
de media plaza. Los controles policiales continuaron, pero ahora los
grupos antitaurinos se ubicaron frente a los filtros de acceso a los
aficionados, aunque no hubo ningún brote de violencia. La lluvia estuvo
presente durante todo el festejo, arreciando con fuerza a partir del
cuarto toro.
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