El caos toma Mineápolis, se registran muertos en protestas en otras ciudades y el ejército prepara su despliegue
Estado de unos almacenes quemados en Mineápolis, en cuya fachada se puede leer la última frase que dijo Floyd: «I can't breath« (No puedo respirar), que se ha convertido en el lema de las protestas - AFP
Javier Ansorena
Corresponsal en Nueva York
ABC INTERNACIONAL
La noticia de la detención y la acusación de asesinato en tercer grado y homicidio imprudente al policía Derek Chauvin no calmó los ánimos en Mineápolis ni en el resto de EE.UU. Todo lo contrario. Por cuarta noche consecutiva, y con mucha mayor fuerza, la violencia se apoderó de la principal ciudad de Minnesota en la madrugada de ayer en las protestas por la muerte de George Floyd, un hombre negro que murió después de que Chauvin le asfixiara con su rodilla contra el cuello durante más de ocho minutos. El agente siguió apretando incluso después de que Floyd, que había implorado que no podía respirar, se desvaneciera.
Su muerte es el último episodio trágico de la lacra de abusos policiales contra la minoría negra y ha propagado las protestas, teñidas muchas veces de violencia, por todo el país.
Mineápolis descendió al caos en la madrugada del viernes al sábado, a pesar del toque de queda que impusieron las autoridades a partir de las ocho de la tarde y del despliegue de la Guardia Nacional.
Cerca de 2.500 miembros de las fuerzas del orden, entre policía local y este cuerpo militar de reserva, trataron de controlar la situación. No fueron suficiente. Miles de personas desafiaron y se lanzaron a las calles. Como en anteriores noches, incendiaron edificios y coches y destrozaron negocios -ardieron, al menos, un banco, un restaurante y una gasolinera- y lanzaron proyectiles y fuegos artificiales contra la policía. Había «decenas de miles de personas», aseguró el comisionado del Departamento de Seguridad Pública de Minnesota, John Harrington.
Si en la anterior noche los manifestantes violentos sitiaron, tomaron, arrasaron e incendiaron la comisaría de policía número 3 de Mineápolis -donde estaban asignados Chauvin y los otros tres agentes involucrados en la muerte de Floyd- en la madrugada de ayer fueron a por otra, la número 5. No lo consiguieron, pero forzaron el repliegue de la Guardia Nacional en algún momento.
Anarquistas y criminales
Hoy la tensión era todavía mayor. «Lo que hemos visto en noches anteriores, va a quedar pequeño con lo que habrá esta noche», advirtió el gobernador del estado, Tim Walz, sobre esta madrugada del domingo. Walz aseguró que las protestas legítimas por la muerte de Floyd habían sido infiltradas por anarquistas y criminales. «Entiendo la indignación», dijo sobre la reacción al abuso policial. «Pero esto no es sobre la muerte de George. Esto es para crear caos».El gobernador aseguró que el 80% de los que han participado en vandalismo, pillaje y ataques a la policía están «bien organizados», forman parte de un «intento organizado de desestabilizar la sociedad» y vienen de fuera de Minnesota. Pero también reconoció la amplitud de las protestas y la incapacidad de las fuerzas del orden para hacerles frente. «Nuestras ciudades de Mineápolis y St.
Paul están sitiadas», dijo en referencia a las llamadas ‘ciudades gemelas’, las dos principales ciudades del estado. «Sinceramente, no tenemos gente suficiente», dijo Walz. «Simplemente son más que nosotros».
La situación llevó al gobernador a movilizar a todos los efectivos de la Guardia Nacional en el estado -13.200 efectivos- y a no desechar la idea de una intervención del ejército de EE.UU. A instancias de Donald Trump, el Pentágono ha empezado a preparar unidades militares para un potencial despliegue en Mineápolis.
La violencia se intensificó en Mineápolis y creció por el resto del país. En ocasiones, con resultados trágicos. En medio del caos de las protestas en Detroit (Michigan), un joven de 19 años murió después de que un vehículo disparara contra un grupo de manifestantes. En Oakland (California), dos agentes del Servicio de Protección Federal fueron tiroteados durante los disturbios, en los que participaron 7.500 personas. En Louisville, se protestaba también por la muerte reciente de una mujer negra, Breonna Taylor, a manos de la policía y ardieron coches de policía. El gobernador declaró el estado de emergencia y llamó a la Guardia Nacional.
Al grito de «Sin justicia no hay paz», el caos se propagó en una treintena de ciudades del país. En Nueva York hubo manifestaciones multitudinarias en Brooklyn: miles de personas cercaron comisarías de policía, incendiaron un furgón policial, lanzaron botellas y objetos contra los agentes y cortaron avenidas principales. Hubo cientos de detenidos en Chicago, al igual que en Houston o en Portland, donde se quemó una comisaría de policía.
Los incidentes llegaron hasta las puertas de la Casa Blanca, donde un grupo de manifestantes se concentraron después de que la noche anterior Trump inflamara los ánimos con una amenaza: «Cuando empiezan los saqueos, empiezan los disparos».
Ayer, el presidente acusó a los «antifa» (los grupos antifascistas radicales) y la «izquierda radical» de las protestas y aseguró que esos «grupos organizados no tienen nada que ver con George Floyd». Defendió que ser «más duros» contra ellos es la mejor manera de «honrar la memoria» de la víctima.
Violencia planeada
El fiscal general del estado, Andrew Barr, insistió en la misma línea. «Las voces de las protestas pacíficas están siendo secuestradas por elementos violentos y radicales», dijo en un comunicado televisivo. «En muchos lugares, parece que la violencia está planeada, organizada y manejada por grupos anárquicos y de extrema izquierda».Los llamamientos a la serenidad y a la calma se generalizaron en todo el país. En Mineápolis, líderes políticos, religiosos y comunitarios se unieron para implorar a la gente que se quedara en su casa. Uno de los discursos más compartidos fue el de la alcaldesa de Atlanta, otra ciudad tomada por los disturbios. «Cuando quemáis esta ciudad, quemáis nuestra comunidad. Si queréis cambio en este país, registraos para votar», dijo.
Un tono diferente al que utilizó Trump: por un lado, defendió que la violencia debía parar para honrar la memoria de Floyd, pero, a su vez, preguntó a sus seguidores si ayer habría «una noche MAGA» -en referencia a su lema de campaña, ‘Make America Great Again’- en la Casa Blanca, en lo que parecía una invitación a hacer frente a las protestas de la noche anterior.
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