martes, 3 de noviembre de 2020

EL MÉRIDA COUNTRY CLUB Y SUS HISTORIAS Parte II

MÉRIDA DE AYER


Por: Álvaro Sandia Briceño
Y Germán D’ Jesús Cerrada
Una vieja casona fue la primera sede del Mérida Country Club su entrada quedaba por la Av. Urdaneta, de diseño arquitectónico muy sencillo.  Se accedía por una entrada vehicular que permitía dejar a los pasajeros en el pórtico techado para evitar que se mojaran con las copiosas lluvias de la Mérida de entonces y de allí, por un pasillo abovedado, se llegaba a la pista de baile, de parquet, que tenía en el centro y pendiente del alto techo de forma octogonal, una hermosa lámpara de cristal, con múltiples brazos que irradiaban luz, obsequiada por el Presidente de la República General Isaías Medina Angarita, quien fue socio de este centro social y mantuvo la membresía durante muchos años. 

Pasada la pista de baile y luego de otras dependencias se ubicaba en un extremo el salón de billares, y en el otro, el bar y el restaurant con tres platos emblemáticos: sopa de cebolla, pollo horneado y filet mignon, que podían ser degustados a cualquier hora de la noche porque no se cerraba hasta que se fuera el último de los socios o de sus invitados, con la particularidad de que la cocina estaba en el sótano, por lo que los mesoneros tenían que llevar los servicios subiendo y bajando las escaleras.

En la zona deportiva tenía una cancha de bolas criollas y otra de tenis, columpios para niños, una pequeña piscina y el bowling de “tracción de sangre”, es decir, había que pagarle a un muchacho para que, con la fuerza de sus brazos, subiera y bajara los pines y también devolviera la pelota.

La vida social de Mérida y por ende la del club era muy tranquila, salvo en las festividades de carnaval. Los domingos, después de cumplir con la misa, era casi una obligación social ir al club para “verse con la gente” y disfrutar con la familia del almuerzo en el restaurant, y luego, las damas se dedicaban a jugar canasta y los hombres, con un whisky en la mano, a hablar mal de los ausentes y algunas veces del gobierno de turno.

El Mérida Country Club esta lleno de historia y de vivencias de merideños, unos por nacimiento otros por adopción, son tantas que nunca terminaríamos de contarlas:

En el año 1944, cuando el ilustre jurista Tulio Chiossone se desempeñaba como presidente del Club, fue designado por el presidente Medina Angarita como presidente del Estado Mérida. El doctor Chiossone envió una comunicación a la Junta Directiva y presentó su renuncia como presidente del Club, alegando carecer del tiempo necesario para ejercer ambas funciones. El vicepresidente señor Gil Antonio Sansón le respondió, en nombre de la Junta Directiva, rechazando la renuncia y comunicándole que para el Mérida Country Club era un honor que el presidente del centro social también fuera Presidente del Estado. Al doctor Chiosonne no le quedó más remedio que retirar la renuncia y continuar en la presidencia del club hasta culminar su período estatutario.

Ya en el año 1953, en tiempos del gobierno del General Marcos Pérez Jiménez vino en visita oficial el Ministro de Educación Dr. José Loreto Arismendi, acompañado de numerosa comitiva, y el Gobernador del Estado Dr. Vicente Tálamo, solicitó las dependencias del Club para obsequiarle, como era la costumbre social, una copa de champaña. Al llegar al club los personajes oficiales y los invitados, un socio con algunos tragos demás insultó al Rector de la Universidad de Los Andes Dr. Renato Esteva Ríos y éste, ni corto ni perezoso, le propinó un recto a la mandíbula que mandó a la lona, es decir, a la pista de parquet, al ofensivo socio. Por supuesto que hasta allí llegó el agasajo y el Dr. Esteva Ríos envió una carta al club quejándose de la actitud del socio y renunciando a su membresía. El presidente del Club, Dr. Mario Spinetti Berti, le respondió en el sentido de que la renuncia a la condición de socio era su derecho pero que para ejercerla tenía que estar solvente, y como el Dr. Esteva Ríos no estaba solvente no podía renunciar al club hasta que no pagara las mensualidades que adeudaba y así tuvo que hacerlo el renunciante. El Dr. Esteva Ríos no sólo renunció a su condición de socio del Mérida Country Club, sino también como Rector de la Universidad, siendo designado luego Embajador en Cuba y posteriormente en Chile. El Ejecutivo Nacional nombró entonces como Rector de la Universidad de los Andes al Dr. Joaquín Mármol Luzardo. 

Algunos años más tarde, se dio el caso de que tanto el Decano como el Director y la mayoría de los integrantes del Consejo de la Facultad de Medicina eran socios del club, y el Decano optó por convocar a los consejeros para que se reunieran en el Country, siempre en las últimas horas de la tarde, para discutir los asuntos universitarios mientras jugaban bolas criollas y, entre arrimes y boches, los profesores resolvían la agenda del día campaneando un buen escocés. Lo que no puedo garantizarles es que las minutas llevadas al Libro de Actas del Consejo de Facultad, reflejaran al día siguiente exactamente lo aprobado entre bolas y tragos.

Composición fotográfica de Germán D'Jesús Cerrada 

No hay comentarios: