miércoles, 4 de noviembre de 2020

Los toros en América. Parte II

Notas Taurinas


Por Álvaro Sandia Briceño

La fiesta de los toros en Perú se remonta a la época de la conquista.

Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas refiere que "la primera corrida de toros que presenciaron los limeños fue en el año 1538, en celebridad de la derrota de los almagristas en la batalla de Las Salinas". El Inca Garcilaso de la Vega se ocupa de las corridas de toros en las crónicas de la obra Comentarios Reales y José Emilio Calmell en Historia Taurina del Perú, habla de la protección que brindó el Virrey Hurtado de Mendoza a los festejos taurinos.
Como algo curioso hemos de anotar que en el Convictorio de San Carlos y la Facultad de San Fernando (hoy Universidad Mayor de San Marcos), obligaban por aquellos días a sus alumnos  que se doctoraban a costear una corrida de toros como agradecimiento. Así se expresaba en su Constitución: "Y más ha de ser obligado el que se doctorase a dar toros que se corran aquel día de grado en la plaza pública de esta ciudad" y continúa la crónica de Calmell diciendo: "El 27 de julio de 1622 se dió una corrida en la Plaza Mayor de Lima para agasajar a un nuevo Virrey, don Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar y en septiembre del mencionado año se volvieron a correrse toros...se hicieron fiestas reales de toros y cañas, y se convidó al Virrey, Audiencia y Universidad para que las viesen en las casas de Cabildo, cuyas galerías estuvieron ricamente colgadas y se dio colación a todos sus concurrentes y sus mujeres... Salieron a caballo muchos caballeros ricamente vestidos a lo cortesano, con rejones en mano y llevando pajes de librea...en las ventanas, balcones, terrados y tablados de la plaza había gran concurso de gente y se jugaron veinte toros; los caballeros hicieron algunos lances y mostraron su bizarría".

Estas fiestas en Lima, con asistencia del Virrey y su corte, donde se corrieron toros y hubo lances a caballo, fueron factores fundamentales y antecedentes históricos de la Plaza de Toros de Acho,  que fuera fundada el 30 de enero de 1766 durante el gobierno del Virrey Manuel de Amat y Juniet. A la Plaza de Acho sólo la antecede en antigüedad las Plazas de Toros de Béjar y Zaragoza en España.

Anota el Marqués de Tablantes en su obra Anales de la Plaza de Toros de Sevilla (1730-1935), que la Maestranza "erigió plaza cuadrilonga en el Arenal o Resolana en 1707, situada entre el monte de Baratillo y la pared del convento del Pópulo. En 1733 se alza en El Baratillo una plaza circular de madera, esto es, en el mismo lugar donde se halla la actual, y como la de madera costaba su entretenimiento tan caro determinó construir una de material, de mayores dimensiones y de artística traza", obra que tardaría bastantes años en rematarse, en 1881, resultando tan bella como la ciudad donde se asienta. Por ello podemos afirmar que la Plaza de Acho no es solo la más antigua de América, sino la tercera en antigüedad en el mundo.


En esta Plaza de Toros se realiza anualmente la Feria del Señor de los Milagros y es la más importante de las 56 plazas de toros del Perú.


El cartel inaugural de la Plaza de Acho lo integraron Pisi, Gallipavo y Maestro de España. El primer toro lidiado fue Albañil Blanco, con divisa caña y rosado, de la Hacienda Gómez de Cañete, propiedad del Burgomaestre limeño Agustín de Landaburu y Rivera. A esta primera corrida asistió el Virrey Manuel de Amat y Juniet.


La primera alternativa en la Plaza de Acho fue otorgada al torero peruano Daniel Palomino en la Feria del Señor de los Milagros en 1968 y cuarenta y nueve años después, en el año 2017, el jóven novillero tachirense Jesús Enrique Colombo se convirtió en el primer venezolano en doctorarse en esa Plaza, de especial recuerdo para los toreros nuestros, porque César Girón cortó la última pata concedida en esa plaza y Curro Girón ganó el trofeo Escapulario de Oro del Señor de los Milagros en 1967 y 1968.

Fotocomposición Germán D’ Jesús Cerrada

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