En la feria de Mérida.
Jesús Ramirez"El Tato"
Fotos Francisco Montes.
La feria de Mérida este año dió para hablar largamente. Con los éxitos en taquilla y en el ruedo, se ha convertido en la gran feria soñada de otrora. Sus carteles confeccionados en tiempo récord, dieron pie para entradas que hacían suponer que la pandemia y la crisis eran cosas del pasado.
Siempre hemos dicho que la fiesta brava es un variopinto mosaico en el que debe imperar la emoción para que el espectáculo se asuma con importancia y respeto, capaz de atraer la atención de todos los aficionados.
El juego de los toros lidiados con diversos matices, permitieron faenas de importancia y otras para olvidar. En líneas generales la afición salió contenta de la plaza, porque en los tendidos cuenta mucho el factor numérico, que en ésta ocasión repartió 17 orejas con la espada y 2 simbólicas de indulto. Siempre ha sido la gran feria soleada de muchos pañuelos en mano, incluso en el palco presidencial, donde los atisbos de gripe están presentes.
*Benítez: sincera maestría*
El paso por Mérida de Leonardo Benítez fue testimonial de sincera maestría de forma aceptable. El León de Caracas dió la sensación de no haber dejado de torear, de no haber descansado, con un reforzado valor sereno impregnado de la maestría que da el tiempo y sus pausas con trasteos y faenas llenas de profesionalismo, toreando sin agobios, al contrario, refrescando su toreo de quietud y temple.
El veterano espada que sumó dos tardes, no podía tener peor comienzo, que abrir feria con un toro que no fué picado por ausencia de los caballos, sin embargo, su capacidad profesional afloro apoyado en la más absoluta ortodoxia.
Decir que corto una sola oreja es afirmar también que su espada no le fué fiel.
El león de Caracas, próximo a cumplir 30 años de alternativa con un brillante palmarés, estuvo en Mérida marcando la distancia con abismante naturalidad. Un torero serio, curtido, enigmático, recuperó la sonrisa y dejó su nombre para otros compromisos que ruedan por allí.
*Cuadrillas de lujo*
Poco se habla en las crónicas de los hombres que visten de plata y hacen el gran trabajo para que brille el oro de los matadores. La ovación que rompió en la monumental cuando en el segundo toro de la tarde inicial, aparecieron los picadores a caballo, evidenciaron la importancia de éstos profesionales que por razones aun complejas de entender, no actuaron en el primer toro.
Buenos pares de banderillas, excelente labor en la brega y hombres a caballo aguantando y picando arriba, y el lunes jugándose la vida en aquel lodazal casi imposible al lado de los matadores y los aficionados sin moverse, empapados.
Con justicia en la premiación oficial, los nombres del picador Carlos Alzate, el capote oportuno y bregador de Gerson Guerrero, las banderillas del joven de sangre torera, Abrahám Graterol.
Pero hubo otros nombres para citar, los Hermanos Guimera, Carlos Pizutto, Eduardo Graterol, Ramón Contreras, "Chico" Paredes, José Linares "El Jhony", Juan José Giron y Liecer Paredes, entre otros profesionales que se han ganado el respeto con vocación y profesionalismo. ! Chapeau....
*Ilustres olvidados por la Comisión taurina*
Nos queda material para la última entrega y -Merida y su exitosa feria lo amerita- pero cerramos por hoy con un detalle que se les escapó a los nuevos integrantes dela Comisión taurina.
Les recordamos que el minuto de silencio luego del paseillo es universal para recordar a toreros, y personalidades taurinas fallecidas. Y en ésta feria del Sol que volvió con las corridas, ha debido guardarse el minuto de silencio por Hugo Domingo Molina, Juan Campolargo, Rafael Báez, Jesús Fandiño y Jorge Bustamante, junto a otros reconocidos aficionados merideños que están en la memoria de los taurinos. Olvido imperdonable.
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