miércoles, 24 de octubre de 2012

La Serrezuela, una plaza con historia, no volverá a ser coso taurino

 

Guillermo Rodríguez
La Serrezuela es una plaza ( lo que queda, pues la madera se deshizo, y las sombras del descuido son evidentes  no va más como coso taurino )enclavada en la zona amurallada de la ciudad con más historia de Colombia, Cartagena, que los españoles le adicionan " de Inidas " para recordar que Colón pretendia dirigirse a las Indias en busca de las especias cuyo mercado era dominado por los italianos y tenían un valor equiparable hoy al precio de una joya preciosa.

Mi estimado y querido John Zamora, sobrino del periodista Jaime Zamora de quien sacó la smejores luces, me cuenta que un consorcio compró los terrenos y pretende levantar un complejo habitacional y comercial y el espacio del ruedo ( lo que debió ser pues es casi imposible identificarlo ) lo utilizarían para exhibiciones de mapalé, cumbia, salsa , baile flamenco......



Pero lo que podríamos llamar " el torpedo del ladrillo" le llegó a los constructores y las obras se paralizaron........Nadie apuesta por el futuro del complejo.

De todas maneras ese que fue un espacio ritual es ya histoiria....como tantos elementos que identificaban a la bella ciudad caribeña ( se habla de un documento de Don Miguel de Cervantes, el autor del "Quijote " que quiso venir a ese puerto y nunca se concretó su presencia........No se sabe del paradero de tan valiosa pieza ).



LA SERREZUELA , SEGUN , FERNANDO TAVERA

 La plaza de toros La Serrezuela se construyó gracias a la afición y conocimientos de Fernando Vélez Daniels, su propietario, abuelo del ganadero de Aguas Vivas Jaime Vélez Piñeres. La capacidad de la hermosa Serrezuela, en la que se destacan sus arcos mudejares, es de 4.000 espectadores y tiene el atractivo de ser acabada totalmente en madera. Fue inaugurada el día 17 de mayo de 1930 por el torero malagueño Bernardo Muñoz «Carnicerito» y por el mexicano José Ramírez «Gaonita», quienes lidiaron un toro de pura casta española de Sotomayor llamado Indiano, y tres toros criollos de Fernando Vélez Daniels. Tres años más tarde, para celebrar el cuarto centenario de Cartagena, se lidió una corrida de toros de media casta en la que actuaron los diestros antonio García «Maravilla» y Pepe Amorós.

Por el ruedo de La Serrezuela pasaron toreros de gran tronío: José Roger «Valencia II», Cayetano Ordóñez «Niño de la Palma», Domingo Ortega, quien fue empitonado y corneado en una de las mejores faenas realizadas en La Serrezuela; Félix Rodríguez, que dejó grandes amigos en la Ciudad Heroica. Con esta placita no han podido ni el comején ni la carcoma, y mucho menos el desenfreno. Ahí está, con sesenta y cinco años encima y adornando como histórica reliquia la ciudad amurallada.

MAS DE CARTAGENA

Cartagena de Indias, punto estratégico y paso obligado al continente durante la época colonial y ciudad de marcados ancestros hispánicos, no podía ser indiferente ni escaparse a su temprana afición por la fiesta de los toros. Entre 1761 y 1770 el rey Carlos III concedió permiso al gobernador de Cartagena, marqués de Sobremonte, para que se realizaran festejos taurinos. Sin embargo, sólo a finales del siglo pasado se realizaron las primeras corridas en la ciudad con toreros de algún renombre y cuadrillas organizadas. Y fue en 1894 cuando se levantó el primer circo de toros en la ciudad, inaugurado por José González «Torerin», quien con su cuadrilla se convirtió en el primer diestro en pisar las arenas del informal coso taurino. Corta fue la historia de la plaza Torerin, y hacia 1905 se construyó otra más confortable bajo la dirección de los prestantes señores cartageneros Julio Filontras y Manuel Martelo Jiménez, inaugurada por los toreros «Corete» y Angel García Padilla, quien más tarde cimentó su cartel al viajar a Bogotá y actuar con éxito en las plazas de Chapinero y en las de San Diego.

Los dos toreros calan hondamente en la afición y colman la crónica taurina en esta segunda plaza de Cartagena: Sebastián Rivero «Chaleco», venezolano, y Manuel Mejías «Bienvenida», figura señera del toreo, fundador de la dinastía más extensa de la historia, pues seis de sus hijos vistieron el traje de almares. El «Papa Negro», que era también el remoquete de «Bienvenida», ya en el ocaso de su larga carrera toreó en Cartagena con éxito muchas tardes, la mayoría alternando con el popular Chato «Alcalareño» en la lidia de los toros semisalvajes («cuneros») que traían de los playones de San Jorge y el Cauca.

En la citada plaza, que se podría llamar «Bienvenida», torearon además, dejando buen ambiente y cartel, el legendario torero gitano Rafael Gómez «El Gallo», Manuel Rodríguez «Manolete», padre del glorioso «Monstruo de Córdoba», Rufino San Vicente «Chiquito de Begoña» y el famoso Gallito de Lima, peón de confianza de «Bienvenida».


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