Ángel Berlanga
"El Juli tiene razón cuando dice que el empresario está para confeccionar carteles, para crear un interés en el público, una competencia y una rivalidad entre los toreros; cuando dice que el empresario está, en definitiva, para ensamblar una serie de aspectos organizativos encaminados a conseguir llenar las plazas; pero para conseguir ese objetivo el empresario debe poder gozar de una libertad de programación que en la mayoría de los casos le prohíben, precisamente, las figuras por exigencias excesivas en las ganaderías y en la confección de los carteles". De este modo responde Simón Casas a las declaraciones de El Juli publicadas por este medio la pasada semana en las que aseguraba que el empresario "debe crear, no rifar los carteles", en clara alusión al productor francés y a su novedoso invento del bombo.
"Con toda la admiración que se le debe a El Juli como torero de época, me veo en la obligación de replicar sus declaraciones en torno a mi persona", afirma Casas, que recuerda al mismo tiempo que nadie puede dudar de que, como empresario, "siempre me he distinguido por mi creatividad en un mundo, el taurino, que adolece, precisamente, de esa virtud; especialmente en la época actual, cuando la Tauromaquia necesita más que nunca distinguirse por el palo de la creatividad".
"Si las figuras limitan el espacio de programación a sus propias exigencias, ¿cómo pueden realizarse carteles novedosos y existir la necesaria competencia generacional?""La Fiesta padece de muchas enfermedades crónicas que se deben precisamente a las inhibiciones creativas a las que se enfrenta el productor en el momento de confeccionar los carteles, pero si las figuras limitan el espacio de programación a sus propias exigencias ¿cómo pueden realizarse carteles novedosos y existir la necesaria competencia generacional?", cuestiona públicamente Casas. "Cuesta mucho trabajo poder abrir el abanico de la programación a toreros nuevos, ya que las figuras no solamente se rifan entre ellas las mejores ganaderías -cinco o seis a lo sumo- sino que, además, quieren torear entre ellos para asegurarse, sin competencia, una cierta tranquilidad profesional, y eso es incompatible con los conceptos creativos que reivindica Julián".
En cuanto a la rivalidad entre toreros por la que apuesta El Juli, Simón Casas comparte la idea, pero, para conseguirla, "los primeros que tienen que aceptarla son, precisamente, las figuras", y sostiene todo seguido: "Si inventé el bombo es precisamente para romper los moldes habituales de confección de carteles tanto en ganaderías como en toreros. El bombo no es una solución adaptable en todas circunstancias, pero sí es una llamada de atención que, de momento, ha dado resultado en beneficio del público, que ha podido gozar en Las Ventas de las virtudes de este invento".
"El bombo no es una solución adaptable en todas circunstancias, pero sí es una llamada de atención que, de momento, ha dado resultado en beneficio del público""Las imposiciones no son buenas, dice también El Juli, y vuelve a tener razón -admite Casas-; pero yo le matizo a Julián que si no son buenas, no lo son en ningún caso, y es de notoriedad pública que las exigencias las imponen las figuras más que los empresarios".
"No quiero crear polémica, y menos con figuras a las que admiro -resalta-. Los toreros, como dice El Juli, se ganan el poder elegir cuándo y cómo jugarse la vida, pero vuelvo a matizar sus palabras y añado que esa capacidad de elección debe darse siempre y cuando la libertad del torero no anule la libertad creativa del empresario y la libertad del espectador de poder ver el espectáculo que desea".
RENOVARSE O MORIR
Tras cerca de cuarenta años como productor de festejos taurinos, el enorme bagaje profesional de Simón Casas le hace ser tajante y seguro en sus diagnósticos: "Digo siempre que lo que no evoluciona, desaparece. Y lo mantengo: si no evolucionan los conceptos profesionales de los toreros, de los empresarios y de las entidades que conceden las plazas, la Tauromaquia desaparecerá a corto plazo. Y es responsabilidad de todos los componentes del sector taurino hacer evolucionar la programación y el desarrollo del espectáculo taurino, reglamentos y regulaciones económicas incluidos".
"Los toreros se ganan el poder elegir cuándo y cómo jugarse la vida, sí; pero siempre y cuando la libertad del torero no anule la libertad creativa del empresario y la libertad del espectador de poder ver el espectáculo que desea""Asumo el debate que he abierto con el bombo, pero si no abrimos la mente nos quedaremos encorsetados por todos los vicios adquiridos en nuestro mercado. Para lo que me queda de vida profesional, imploro una toma de conciencia de todos los profesionales de la Tauromaquia para que miren más allá de sus intereses personales. Puedo hablar así porque a lo largo de mi carrera siempre he antepuesto mi pasión por la Tauromaquia a mis intereses personales y mi voluntad es seguir así", asevera.
"Los empresarios financian la existencia del arte del toreo y sin ellos ya no existiría la Tauromaquia, que, por cierto, no goza de ninguna ayuda institucional y se ve atacada en todos los frentes. Insto al sector a tomar medidas progresistas, urgentes, sin las cuales estamos en peligro de desaparición. Sin creatividad y sin economía sostenible no hay futuro para la Fiesta.
Soy de los productores que más admira a los toreros, a todos los toreros, a los ricos y a los modestos, pero, por desgracia, hay una gran mayoría de modestos y una extrema minoría de ricos. Amar el arte del toreo es ser capaz de entregarnos con grandeza, generosidad, afición, solidaridad y justicia a su futuro. Todos: aficionados, periodistas y entidades públicas incluidos", concluye.
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