domingo, 7 de diciembre de 2025

Entre Andes y Galpones: El Retrato de Hilarión Briceño, Político, Gallero y Abuelo


​Cuentos y Verdades de Álvaro Sandia Briceño

Por Germán D' Jesús Cerrada

​La historia de Venezuela no solo se forjó en las capitales; su corazón late en la vida de los hombres de provincia cuya trayectoria se entrelaza con el devenir político nacional. Álvaro Sandia Briceño nos ofrece un relato íntimo y genealógico que desvela la figura de su abuelo, Hilarión Briceño, un hombre que sintetizó al hacendado, al gallero y al político andino del siglo XX.

​El linaje de Hilarión Briceño, trujillano de Isnotú, se ancla en los cimientos de la fe y la tradición; incluso conoció a la familia de José Gregorio Hernández. Su destino, sin embargo, lo llevó joven a Chiguará, donde se casó con María Ferrigni. Este matrimonio fue un fascinante cruce de mundos: María era hija de Pascual Ferrigni, un "jurungo"—como se les decía a los extranjeros—nacido en la Isla de Elba, que vino a parar a Chiguará, "un pueblo arrecostado a unas montañas perdidas en los andes venezolanos."

​Hilarión Briceño fue un pilar en la política local. Gran amigo del General Amador Uzcátegui, Presidente de los estados Mérida y Trujillo durante el gobierno del General Juan Vicente Gómez, Briceño ejerció el poder como Jefe Civil en localidades como Monte Carmelo y Betijoque. Su figura ejemplifica la estructura de lealtad y poder que operaba desde el interior del país bajo el largo régimen andino.

​Su servicio a la administración del Estado continuó incluso después. Durante la presidencia del General Isaías Medina Angarita y siendo Presidente del Estado Mérida el Dr. Tulio Chiosonee, Hilarión fue nombrado Gobernador de los Distritos Justo Briceño y Campo Elías (término que se utilizaba entonces para los Jefes Civiles de Distrito).

​Este cuento de Álvaro Sandia Briceño no es solo una hoja del árbol genealógico; es un valioso testimonio que ilustra la continuidad de la administración del Estado en manos de hombres de poder local, cuyas vidas fueron la argamasa que unió la historia familiar con la historia política nacional, desde el gomecismo hasta los albores del periodo democrático. Es una "verdad" familiar que nos ayuda a entender la política con P mayúscula, vista desde las montañas.

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