Si no fuera por Miguel Ángel León, este domingo algunos hubiésemos salido de Las Ventas más
tristes que un torero al otro lado del telón de acero (Sabina canta). Y
lo cierto es que ayer se anunciaron dos novilleros que no debieron de
figurar en la primera plaza. Desde el tendido se sentía entre desazón e impotencia. Y pena. Mucha, por el vacío y por esa imagen de inseguridad de Miguel Maestro y el debutante Reyes, cercanos a la treintena (de edad).
Maestro, con
bautizo del 84 y antiguo alumno de la Escuela Marcial Lalanda, anduvo
voluntarioso con un primero que se metía por dentro en su corto recorrido por
el derecho. El pitón era el izquierdo, pero el madrileño no lo
aprovechó y se le atisbaron dudas y falta de recursos. Bastante hizo con
salir ileso. Se dobló con el deslucido cuarto, ante el que abrevió. No debió de verlo por ningún lado y, para colmo, el personal andaba más pendiente de una voz irrespetuosa desde el «7», que hasta desde su propio tendido mandaron callar. Y desde la sombra: «¿Por qué no te callas?»
Seria novillada
Breve era también el
público, de lo más variopinto y con predominio asiático. Los turistas se
alzaron en pie para aplaudir de lo lindo el derribo del segundo, con el
que Reyes anduvo demasiado precavido y
al hilo en su presentación. Cómo estaría el extremeño que hizo que se
acusasen los defectos de un novillo con virtudes y opciones, aplaudido
en el arrastre. La cuadrilla se contagió y pegó un mitin en el quinto,
que no podía ser más violento y con la cara para arriba. Cero de clase este de Los Chospes, que lidió un serio conjunto con la movilidad como bandera, pero sin esos ejemplares sobresalientes de abril. Todo violencia y genio este «Inquieto», de tigresas arrancadas, que en nada pulió el pacense, desbordado y con los nervios lógicos de su primera vez en la capital. Para colmo, el enemigo quiso afeitarle las patillas en un feo arreón.
En medio del desolador panorama por novilleros y por el desierto de granito, de esa pescadilla que se muerde la cola de jóvenes que vienen a Madrid sin rodarse como único trampolín en
tiempos de preocupante reducción de novilladas, de otros con cierto
nombre que no quieren pisar este escenario en verano y de algunos que
llegan a la desesperada como última opción y más de uno pasado de rosca, un nombre alimentó la fe y la esperanza perdidas... Miguel Ángel León Corrales se
llama. Sabedor de que quien teme a la verdad está perdido, se enfrentó a
la realidad estival venteña y se sobrepuso a todo y a todos. Chapeau por el chaval, cosecha del 93.
Agua bendita
Ganador reciente de una oreja en la Maestranza,
pudo anotar otra en su debut en la Monumental de no ser por la espada.
Su actitud pareció agua bendita llegada del Guadalquivir. Así viene un tío que quiere ser gente.
El de Gerena, que no perdonó un quite y dejó su tarjeta de presentación
en unas arriesgadas gaoneras, se fue a chiqueros a recibir al novillo
de su debut. Se frenó «Escondido» y hubo de improvisar con una larga erguido, hilvanada a lances de suma disposición.
No le abandonaría esta durante la obra, principiada con dos pases del
péndulo, de personal remate. El sevillano midió tiempos y distancias,
intentó bajar la mano y alargar los muletazos con el boyante animal, aunque punteaba los engaños. Mediada la labor, por el camino clásico, acortó distancias en una vibrante tanda. Aunque novillo y faena fueron a menos, supo caldear el ambiente con un desplante rodilla en tierra. La estocada cayó defectusa y todo quedó en saludos tras petición insuficiente. Nada hubiera pasado si da la vuelta al ruedo.
Con el áspero sexto, dejó la muleta puesta y trató de limar las embestidas en una meritoria actuación. Nueva exhibición de su valor y entrega. Con raza, se postró en un desplante con la mirada desafiante. Rugía León, que fue el único en dar el paso al frente en la «selva» de Las Ventas. Pero en esta selva no todo vale, ni debe valer. Por pinchar se quedó sin una oreja de ley. La ley de la selva, en la que el más joven y sincero fue el más prometedor -a años luz- y se merendó una tarde con mucho para reflexionar sobre pliegos de la piel de toro y la promoción de la base, el número de novilladas y su planteamiento... ¡Y los veedores de novilleros! El presente y el futuro.
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