El primero humilla mucho pero a veces quiere irse. El Cid logra muletazos lucidos pero el toro acaba rajándose y la faena queda a medias. Estocada: oreja. El cuarto, «Mulero»,
cárdeno oscuro, de 510 kilos, acude al caballo, galopando, desde el
centro. Saluda la cuadrilla. Dándole distancia, el toro embiste con
nobleza y El Cid dibuja templados derechazos, en series cortas. Por la
izquierda, no se confía. La faena -no el toro- ha ido a menos. Estocada,
oreja generosa y, a petición del público, justa vuelta al ruedo a un gran toro.
Robleño lancea
con gusto al segundo, que hace buena pelea en varas pero sale distraído.
Conduce Fernando la noble embestida; no le duda, cuando el toro se
apaga. Entrando con decisión, logra, a la segunda, una espectacular
estocada: oreja. Aplauden de salida al quinto, «Borreón», de afilados pitones.
Robleño enlaza una larga de rodillas con excelentes verónicas. Saluda
en banderillas Ángel Otero. El diestro cita de lejos, muy decidido;
conduce con suavidad por los dos lados las nobles embestidas. Concluye
con excelentes ayudados por bajo.
Muy pocas veces he visto a Robleño tan a gusto, delante de un toro
excelente pero muy serio. Mata a la segunda: dos orejas y también justa
vuelta al ruedo al toro.
El tercero, bien armado, pelea bien en el caballo. Se
lucen, como de costumbre, los dos grandes banderilleros, que saludan. El
toro, encastado, transmite mucho, se come la muleta. Castaño
le da la lidia adecuada, mandando, por la derecha, el lado bueno. Faena
de emoción, mal rematada con los aceros. La gran ovación se la lleva el
toro. El último acude tres veces al caballo de Tito Sandoval;
vuelve a saludar la cuadrilla. El toro va largo pero algo distraído,
prende a Castaño, lo persigue dramáticamente: sólo pasa a la enfermería,
por su pie, después de un espadazo contrario. Sufre una luxación en un
dedo de la mano.
En el cuarto toro, una clara voz, desde el tendido, ha
gritado: «¡Viva La Quinta!» Es el resumen de la tarde: a Robleño y El
Cid ha debido acompañar el mayoral de la ganadería. La casta de Santa Coloma ha sido, también, la gran triunfadora.
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