Manolo Vanegas tocó el pelo del quinto, un novillo reservón al que se impuso; firme anduvo Guillermo Valencia dando una vuelta al ruedo mientras que falto de oficio se mostró un herido Escudero

Jorge Escudero, Manuel Vanegas y Guillermo Valencia hacían el paseíllo a las siete en punto de la tarde en la Monumental de Las Ventas con la esperanza de arreglar sus respectivas carreras novilleriles. El calor sofocante del coso de la calle de Alcalá inundaba los tendidos.
Desentendido y con poca gana de embestir salió el castaño primero, que repitió sin mucho afán en el liviano saludo de Jorge Escudero a la verónica. Pero fue en la muleta donde rompió a embestir el animal, sin regalar arrancadas, pero ofreciendo fijeza y largura en el trapo, sin un mal aire, con la templada embestida que gana glorias en Madrid. Escudero dudó para estructurar el trasteo, no le cogió la distancia y, cuando le repitió cual santo el utrero, le compuso mucho y le gobernó poco, dejando la impresión de quedarse cosas en el tintero. Mató de estocada corta y escuchó silencio tras aviso.



El burraco cuarto de variada carne y recto lomo manseó de salida y tiró arreones en vez de embestidas al capote de un dubitativo Escudero que tuvo que ir a buscarlo a los medios. Abajo llegó al peto, empujando con fijeza mentirosa, dado su comportamiento en las telas. Destacaron dos buenos pares de banderillas de Fini, ejecutando la suerte con mucha pureza. Con la muleta se le vio la falta de oficio y rodaje a un Escudero que no supo cómo meterle mano a un animal de arrancada encendida y mansurrona que comenzaba siempre con la cara entre las manos. No se confió nunca el novillero, mató a la última y escuchó silencio.


Con la cara arriba tomó siempre el altón sexto el capote que le ofrecía genuflexo César Valencia, tirando siempre un feo derrote arriba. Soltó la cara como un poseso el animal en el peto, llegando siempre a la silla. Montado y sin descolgar nada llegó a la muleta para que le estructuras Valencia una faena de novillero puesto y capaz que supo cómo meterle mano a un animal sin entrega que nunca pasó del embroque y con el que se pegó un tremendo y sincero arrimón. Mató de pinchazo y estocada y le despidió Madrid con palmas por la sólida impresión dejada.

Plaza de toros de Las Ventas. Novillada con picadores estival.
Seis novillos de Toros de La Plata-Herederos de Antonio Ordóñez (propiedad de Pedro Trapote), con clase, fijeza y repetición el buen primero, noble y con calidad muy a menos por el castigo el segundo, humillado y repetidor de corto fuelle y buen fondo el tercero, mansurrón y sin entrega el burraco cuarto, costoso y reservón el exigente quinto bis, deslucido y sin entrega ni humillación el sexto.
Jorge Escudero, silencio tras aviso y silencio.
Manuel Vanegas, silencio y oreja.
Guillermo Valencia, vuelta al ruedo y silencio tras aviso.
PARTE MÉDICO de Jorge Escudero: Puntazo sobre cabeza de peroné izquierdo con contusión del nervio ciático poplíteo externo en observación. Pronóstico reservado que le impide continuar la lidia. Fdo Dr García Padrós.
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