domingo, 12 de julio de 2015

MADRID: Vanegas corta una oreja y el palco le debe otra a un sólido Valencia

Manolo Vanegas tocó el pelo del quinto, un novillo reservón al que se impuso; firme anduvo Guillermo Valencia dando una vuelta al ruedo mientras que falto de oficio se mostró un herido Escudero

 Vanegas corta una oreja y el palco le debe otra a un sólido Valencia

Jorge Escudero, Manuel Vanegas y Guillermo Valencia hacían el paseíllo a las siete en punto de la tarde en la Monumental de Las Ventas con la esperanza de arreglar sus respectivas carreras novilleriles. El calor sofocante del coso de la calle de Alcalá inundaba los tendidos.

Desentendido y con poca gana de embestir salió el castaño primero, que repitió sin mucho afán en el liviano saludo de Jorge Escudero a la verónica. Pero fue en la muleta donde rompió a embestir el animal, sin regalar arrancadas, pero ofreciendo fijeza y largura en el trapo, sin un mal aire, con la templada embestida que gana glorias en Madrid. Escudero dudó para estructurar el trasteo, no le cogió la distancia y, cuando le repitió cual santo el utrero, le compuso mucho y le gobernó poco, dejando la impresión de quedarse cosas en el tintero. Mató de estocada corta y escuchó silencio tras aviso.

Con más arrojo que brillantez le ligó las verónicas del saludo Vanegas al segundo, de escaso perfil pero rotundo remate. Con alegría y fijeza se arrancó el animal en el caballo, antes del garboso quite por chicuelinas de Guillermo Valencia. Fue severo el castigo en el caballo y lo acusó mucho el animal en la muleta, donde quiso tomar por abajo el trapo que le ofrecía Vanegas con suavidad pero sin pausa. Tiene valor el venezolano, pero le faltó medir los tiempos y ofrecer respiro al novillo.Largo fue el trasteo, sin emoción por la falta de poder del animal, que despenó Vanegas con dos pinchazos y el descabello para escuchar silencio.

Inconexo quedó el saludo de Valencia al tercero, distinto en tipo, hechura y hierro a los anteriores, distraído a la salida de los embroques, sobre todo por el pitón derecho. Empujó el animal con riñones en dos varas de Luis Viloria, pero se protestó después su falta de fuerza. Supo darle distancia el colombiano, y buscarle la inercia para asentar el talón, amargarle el morro al piso con la diestra y soplarle tres tandas de mucha vibración. Igual de quieto se quedó al natural, trazando con valor con el novillo por dentro y con mucha frescura en las ideas. Los estatuarios finales y una estocada a matar o morir de la que salió prendido provocaron la insistente petición que no atendió el palco, quedando el premio en vuelta al ruedo sin protestas.

El burraco cuarto de variada carne y recto lomo manseó de salida y tiró arreones en vez de embestidas al capote de un dubitativo Escudero que tuvo que ir a buscarlo a los medios. Abajo llegó al peto, empujando con fijeza mentirosa, dado su comportamiento en las telas. Destacaron dos buenos pares de banderillas de Fini, ejecutando la suerte con mucha pureza. Con la muleta se le vio la falta de oficio y rodaje a un Escudero que no supo cómo meterle mano a un animal de arrancada encendida y mansurrona que comenzaba siempre con la cara entre las manos. No se confió nunca el novillero, mató a la última y escuchó silencio.

Un tío por todas partes era el serio quinto, al que recibió Vanegas con dos faroles y persiguió después para encajarse a la verónica en las idas y venidas del abanto animal. Perdió las manos a la salida del peto y fue devuelto. De Aurelio Hernando era el sobrero, cornicorto pero colocado, que buscó la gatera de salida con insistencia y repitió después en el decidido saludo de Vanegas rebrincado y tirando un feo derrote con el pitón de fuera. En línea recta y tomando a media altura llegó al penco. El propio Vanegas protagonizó el tercio de banderillas, culminando con un vibrante quiebro al violín.

Un esfuerzo hizo Vanegas con el costoso animal, exigente en los terrenos, que siempre lo tuvo visto y a punto de echarle mano. Le tragó Manuel para transformar en tandas las arrancadas reservonas que le fue robando a base de exponer. Le dejó una estocada sensacional y cortó una oreja.

Con la cara arriba tomó siempre el altón sexto el capote que le ofrecía genuflexo César Valencia, tirando siempre un feo derrote arriba. Soltó la cara como un poseso el animal en el peto, llegando siempre a la silla. Montado y sin descolgar nada llegó a la muleta para que le estructuras Valencia una faena de novillero puesto y capaz que supo cómo meterle mano a un animal sin entrega que nunca pasó del embroque y con el que se pegó un tremendo y sincero arrimón. Mató de pinchazo y estocada y le despidió Madrid con palmas por la sólida impresión dejada.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Novillada con picadores estival.

Seis novillos de Toros de La Plata-Herederos de Antonio Ordóñez (propiedad de Pedro Trapote), con clase, fijeza y repetición el buen primero, noble y con calidad muy a menos por el castigo el segundo,  humillado y repetidor de corto fuelle y buen fondo el tercero, mansurrón y sin entrega el burraco cuarto, costoso y reservón el exigente quinto bis, deslucido y sin entrega ni humillación el sexto.

Jorge Escudero, silencio tras aviso y silencio. 

Manuel Vanegas, silencio y oreja. 

Guillermo Valencia, vuelta al ruedo y silencio tras aviso.

PARTE MÉDICO de Jorge Escudero: Puntazo sobre cabeza de peroné izquierdo con contusión del nervio ciático poplíteo externo en observación. Pronóstico reservado que le impide continuar la lidia. Fdo Dr García Padrós.

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