Juan Antonio Romero y Luis Manuel Castellanos no tuvieron suerte
MARCO A. HIERRO
Una novillada de Flor de Jara cerraba la Feria de Colmenar Viejo 2015. En el cartel, tres novilleros con tirón en la ciudad como Juan Antonio Romero, José Aguilera y Luis Manuel Castellanos.
Extraordinario fue el primer eral de La Ventana del Puerto, que
acometió con fijeza, con celo y con humillado empuje la muleta que
siempre le dejó muy puesta Juan Antonio Romero. Con oficio y
suficiencia, tragó las venidas por dentro con los errores propios y supo
enganchar con quietud y suavidad las arrancadas ajenas para intentar
hacer el toreo. No siempre estructuró con lógica, pero alcanzó el chaval
un aceptable nivel. El novillo, de indulto. Vuelta.
Devuelto fue el segundo por descoordinado en una clara
precipitación del palco. En su lugar salió un animal más feo de
hechuras, pero con humillada y entregada arrancada rn el capote de José
Aguilera. Muertas la dejó el de Colmenar con la mano izquierda, trazando
con asiento y hasta con profundidad, pero sin vestir, que es lo más
fácil. Se emborrachó de pegarle muletazos para vaciarse en la distancia,
en corto y en la media, pero el fallo con la espada dejó el premio en
oreja.
Con voluntad y con intención salió Castellanos a lancear al
tercero, con la cara más a su aire y los cuartos traseros endebles que
esta vez no vio el palco. Quiso embestir el animal, pero no se lo
permitió su condición más que en la media altura que propuso el
mexicano, y no siempre acabó las tandas. Porfió Luis Manuel en series
cortas para dejar patente su disposición, y al hilo de las tablas logró
mantener en pie al de La Ventana. Mató de estocada desprendida y escuchó
silencio.
Mucho ritmo y muy buen tranco tenía el cuarto, pero no siempre
encontró temple en la muleta de Romero. Demandó pulso la tremenda fijeza
del animal, pero anduvo verde el novillero en el examen. Mostró
voluntad y no se aburrió, pero no dio con la tecla del buen eral. Mató
mal y escuchó silencio tras aviso.
Con mucha quietud se plantó Aguilera para soplarle verónicas al
quinto, animal de brío y movilidad que le arrancó el capote y se lo
llevó detrás en voltereta sin consecuencias. Supo acompañar las
embestidas el chaval en el inicio, componiendo los embroques y abriendo
con facilidad. Más le costó cogerle el pulso al natural, y tuvo que
llegar una nueva voltereta para que saliera su mejor versión. Más
acoplado, creyéndoselo más, le dejó muerto el trapo con fe para trazar y
con temple para vaciar en una sólida actuación. Una estocada corta le
dio las dos orejas.
A la puerta de chiqueros se fue Castellanos para que lo arrollado
el sexto en su salida, que volvió a voltearlo mientras lancear a la
verónica con más voluntad que brillantez. Acelerado y con mucha urgencia
anduvo el mexicano con el animal, sin encontrar el acople entre la
entrega derrochada. Bueno el de La Ventana, con acometidad, celo y
desliz ante un Castellanos que fue todo disposición. Mal con la espada,
escuchó un aviso. Silencio.
Plaza de toros de Colmenar Viejo, Madrid. Última de Feria. Novillada sin picadores.
Novillos de La Ventana de El Puerto.
Juan Antonio Romero, vuelta y silencio tras aviso.
José Aguilera, oreja y dos orejas.
Luis Manuel Castellanos, silencio y silencio.
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