La incógnita pendiente de ser despejada

La competencia siempre es buena, se reitera en el mundo de los negocios.
 Consumidor/aficionado al margen, que debe ser el beneficiario 
principal, haciendo algo así como las "cuentas de la abuela" habría que 
matizar semejante afirmación con un según y cómo: es buena para quien 
gana, pero pésima para el que se ve fuera del mercado. A partir de una 
pocas semanas, el sector taurino se encontrará con dos ofertas: la 
tradicional del Plus y la nueva Taurocast. Dos propuestas  por ahora muy
 desiguales en tecnología y dimensión a día de hoy, como corresponde a 
quien lleva años y a quien acaba de llegar, pero que se debe presuponer 
que en un futuro cercano aspiran a establecer competencia en busca de 
nuevos compradores.
Taurologia.com 
Toda
 ampliación de las ofertas resulta, en teoría, interesante, porque se 
supone que irán en beneficio del consumidor, en este caso del 
aficionado, que de esta forma tiene donde elegir. Cuestión muy diferente
 es si las respectivas cuentas de resultados vayan a soportar semejante 
envite.
Probablemente
 ha sido pura coincidencia de circunstancias, pero la nueva oferta nace 
en un momento de dudas dentro del canal tradicional. Parece evidente que
 entre lo que ofertaron durante las Fallas ha mejorado sensiblemente en 
el tramo final de la feria sevillana, no así en su primera semana, 
porque la calidad de la programación ha subido de tono. Especialmente ha
 mejorado mucho el papel de Chapu Apaolaza, ya asentado en su nueva 
misión. Pero Toros Tv, hoy sin cabeza rectora conocida, no cuenta a 
vista del suscriptor con un proyecto bien definido, que hace que cada 
día se convierta en un cierto cajón de sorpresas.
En
 este sentido, aparece y desaparece según los días la  tertulia 
postfestejo, que se había convertido en uno de los espacios mas 
sugerentes; parece que el palco principal de las retrasmisiones anda en 
fase de encontrar su fórmula ideal, que no resulta indiferente si el 
comentarista principal es Emilio Muñoz o Manuel Caballero, y en el que 
está irrumpiendo con fuerza el recién ascendido Maxi Pérez; la serie 
anunciada a bombo y plantillo de Manolo Molés no aparece  --y ahora se 
comprende por qué--, y las caras y voces cada día aparecen bajo un 
registro diferente: lo mismo andan haciendo entrevistas en la calle que 
ejercen de protagonista principal. Lo único que se sigue garantizando es
 la siempre excelente realización de Víctor Santamaría.
Es
 lo que suele ocurrir cuando un proyecto no cuenta con una mano rectora,
 que lleve sus riendas con una orientación bien definida. La salida de 
Hugo Costa como responsable de los canales temáticos de Movistar+, tan 
sólo confirmada por un twist del interesado, lo ha dejado por el momento
 descabezado. Como tampoco las funciones que antes ejercía Manolo Molés 
han sido retomadas por su sucesor, todo eso se trasluce en el resultado 
final, el que se ve en la pequeña pantalla[1].
Cuenta
 a su favor, desde luego, con un elemento principal: un fondo documental
 muy importante, consecuencia del trabajo desarrollado desde los tiempos
 iniciales en los que la plataforma de pago la gestionaba Telefónica, 
antes de absorber al Plus. Hoy por hoy, resulta ser su activo más 
valioso. Pero también trabaja a su favor formar parte de una plataforma 
digital ya muy asentada en el mercado, con una oferta muy diversas y de 
fácil acceso.
La cuestión será 2018
Frente a esta realidad en su etapa inicial 
Taurocast sólo tiene detrás la declaración de buenas intenciones de su 
promotor principal, Javier Tebas, que este lunes dia 8 se explicitará 
con detalle. Y es normal que así ocurra: cuando no se ha hecho más que 
nacer, no se puede pretender que su sistema tecnológico innovador sea 
generalizadamente conocido por la clientela principal, ni ha dado lugar a
 una oferta específica, más allá de su apuesta por Francia. 
Por eso, lo lógico es tomarse sus proyectos para la actual temporada como una especie de programación en pruebas.
 Habrá que esperar a 2018 para comprobar cuál es la entidad real del 
nuevo canal, cuando ya compita con ofertas por las grandes ferias 
españolas y cuando la clientela se haya habituado a su sistema de 
contratación y visión. En este momento va a limitarse a ofrecer un 
paquete de retransmisiones, sin entrar en una programación específica y 
variada. En este sentido, resulta hoy por hoy muy poco homologable con 
lo que hace Toros TV.
En
 este periodo transitorio, comprobaremos si una oferta taurina 
fundamentada en las plazas francesas tiene o no tirón suficiente como 
para captar compradores, aunque se les oferte a bajo precio. Como se 
podrá evaluar el impacto que esta propuesta tiene en otros países de 
tradición taurina. Pero, ademas, deberá demostrar si tiene voluntad y 
capacidad para ofrecer algo más que festejos en directo.
Pero
 para entonces la nueva propuesta también tendrá que haber puesto sobre 
la mesa su músculo financiero a la hora de conseguir contratos en 
competencia con una empresa consolidada y que tiene detrás a una de las 
grandes telecos mundiales. Para entonces también se habrá definido la 
respuesta y la credibilidad  que el Sector --empresarios y torero, 
fundamentalmente-- concede a los que acaban de llegar, que aquí no todo 
puede fiarse al hipotético cliente, también los protagonistas tendrán 
algo que decir.
Parten desde luego con el know-how que
 pueda aportar Manolo Molés, que no es pequeño después de tantos años de
 experiencia; con lo que no cuentan por el momento es con la capacidad 
financiera de una macroempresas como la que soporta hoy el antiguo Plus,
 que algún movimiento hará sobre el tapete del mercado. 
Si es cierto, como ha declarado Javier Tebas a “El Mundo”[1], que detrás de Taurocast "no hay ninguna productora o gran inversor, para bien o para mal", sino tan sólo un grupo de "aficionados que le dio muchas vueltas a tratar de innovar de verdad en el mundo del toro”, las
 posiciones empresariales de partida para una competencia resultan 
profundamente desiguales. Por más que sea cierto que en un mercado libre
 “no hay enemigo pequeño”, las diferencias condicionan mucho todo proceso de competencia.
Un temor razonable 
Así como las ventas de productos siguen una 
curva creciente en España, como demuestran las últimas cuentas 
trimestrales de las grandes distribuidoras, no ocurre de igual forma en 
el campo de la comunicación social. En nuestro país, como en otros, no 
se da aún el hábito arraigado del pagar por ver, como pasa también en el pagar por leer,
 aunque en otras actividades las ventas a distancia crezcan. Por eso, la
 conservación de la clientela propia en este caso adquiere tanto valor. 
La
 lógica lleva a pensar, a la vista de otras experiencias, que en los 
primeros ejercicios Taurocast difícilmente pueda entrar en beneficios y 
amortizar toda su inversión inicial. Nada diferente a lo que ocurre en 
todo negocio. Resistir, pues, en el mercado va a depender de su 
capacidad financiera.
En
 nuestro caso, hagamos un cálculo hipotético. Supongamos que Toros TV 
tiene una media de 80.000 suscriptores, gracias a los cuales sus cuentas
 de ingresos y gastos empatan. Si el nuevo canal se hace sólo con el 10%
 de sus clientes, esto es: 8.000, lo normal es que entrara en números 
rojos. Con lo cual nos encontraríamos con dos canales en los que sus 
cuentas no cuadran. En esa hipótesis se colocaría a ambas ofertas en 
posición de riesgo, en lo que se refiere a los intereses del aficionado.
 No tiene por qué ocurrir necesariamente así, pero es un marco bastante 
habitual en los negocios; uno pierde el margen necesario para sus 
beneficios y el otro no llega al umbral de rentabilidad, con lo que al 
final los dos aportan números rojos.
Algunos
 pensaran que la solución vendrá, más o menos, como ocurrió con los 
derechos audiovisuales del futbol, cuando se revendieron a terceros –en 
este caso a Movistar TV--  con un alto margen de rentabilidad. Lo que 
ocurre es que el caso del deporte rey no se parece en nada, ni en 
ninguno de los conceptos posibles, al de los toros. Por ser diferentes 
en todo, ni siquiera el Sector taurino a la hora de negociar tiene una 
unidad interna que se acerque aunque sea de lejos a la Liga Profesional.
 Con lo cual se complica aun más el horizonte a futuro de Taurocast. En 
el caso de los toros los márgenes de maniobra empresarial son muchísimo 
más pequeños.
Habrá fórmulas, naturalmente, para salir de esta trampa para cazar elefantes,
 en la misma medida que grandes operadoras de telecos hay varias en el 
mundo. Lo que pasa es que, salvo Movistar, ninguna de las otras ha 
mostrado hasta ahora interés por el planeta de los toros. Y en esa 
coyuntura mantener dos canales en pérdidas constituye un riesgo para el 
aficionado, que puede verse privado de ambos. Es la hipótesis más 
negativa de las que puedan darse, pero hay que tenerla en cuenta. 
Y a partir, parafraseemos el viejo refrán: “a quien la afición se la dé, los taurinos se la bendigan”.
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