FRAUDE A LA BALEAR
Qué tipos falaces. Los econacionalistas, los pancatalanistas, los podemitas, la izquierda radical, los tristes socialistas siempre sirviendo de coartada. Todo lo alegal, ilegal y fuera de cobertura de su presunta Ley que es un fraude de Ley se fundamenta en una mentira: la desnaturalización de la corrida que bautizan como corrida sin muerte. El toro bravo también muere. Sólo que lo hace despojado de su grandeza, en la misma oscuridad del matadero proyectada en los chiqueros de la plaza, apuntillado cual manso, con idéntica cobardía, castrado de la oportunidad que le concede su raza, de su último fin: morir en el ruedo de poder a poder.
La Arcadia que pretenden nace contra natura, contra la genética del toro, contra su origen y contra su futuro. Contra la historia, la tradición, la cultura, el arte y el patrimonio de España. Contra la Constitución, los Altos Tribunales, las competencias del Estado, la libertad de los pueblos, la protección de las minorías, esa inmensa minoría que convierte la tauromaquia en el segundo espectáculo de masas de «este país», como gustan decir para no contaminarse... Pero, sobre todo, el fraude balear se perpetra contra el toro de lidia. Contra el sentido último de su existencia, que es la muerte digna en la arena. La muerte que esconden en los enunciados de sus leyes falsarias, porque muerte habrá. Cuando se apaguen las luces, morirá el toro en la soledad de un corral. Como un pez fuera del agua, asfixiado, congestionado, acobardado, apuntillado o electrocutado.
Mienten, se contradicen, balbucean estupideces, los pancatalanistas, los podemitas, los econacionalistas, la izquierda radical y los tristes socialistas. La defensa de las excepciones culturales viaja en una sola dirección. Si son extranjeras, si vienen de fuera, mejor. Desconocen el variopinto espectro ideológico que se mezcla en las plazas de toros, los foros más democráticos de España, quizá los últimos foros de libertad. Allí donde cada tarde la vida y la muerte libran una batalla a cara descubierta. No hay, ni habrá, corridas sin muerte. Es mentira.
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