lunes, 8 de diciembre de 2025

​La Inmaculada Concepción: Reina Eterna y Patrona de Mérida, Guardiana de la Fe Andina


Germán D' Jesús Cerrada 

​En el corazón de los majestuosos Andes venezolanos, la ciudad de Mérida celebra hoy, 8 de diciembre, su día más sagrado y tradicional: la Fiesta de la Santísima Virgen María Inmaculada. 

Esta advocación de la Virgen, la Pura y Sin Mancha, es el faro espiritual que ilumina la urbe andina, ostentando con profunda dignidad los títulos de Patrona de la Ciudad, de la Arquidiócesis y de su Santa Iglesia Catedral Basílica Menor de la Inmaculada Concepción.

​La devoción a la Inmaculada es un pilar de la identidad merideña, con raíces que se hunden en los tiempos coloniales. Antiguamente, su celebración se revestía de una pompa inigualable. 

Las vísperas se anunciaban con solemnidad en la Plaza Bolívar mediante retretas, preparando el espíritu para el día grande. El 8 de diciembre, la Catedral Basílica se convertía en el epicentro de la fe con una Misa Solemne, presidida por el Arzobispo y sus canónigos en sus atuendos de gala, destacando siempre la participación de las Hijas de María.

​La fe desbordaba el templo en una emotiva Procesión, donde la imagen de la Patrona recorría las calles al son de la banda de música, acompañada por cofrades y el estallido de la pólvora, un signo de júbilo profundamente arraigado en la tradición andina. 

Esta solemnidad mariana trascendía la capital, llegando a parroquias como Mucurubá, célebre por su Noche de las Velas, un tributo luminoso y fervoroso a la Patrona en sus calles.

​Un dato crucial en la historia festiva de la ciudad es que el origen de la hoy mundialmente conocida Feria del Sol se encuentra precisamente en la Feria de la Inmaculada, que se celebraba en este mes. Las constantes lluvias decembrinas obligaron a trasladarla a la época de Carnaval, pero el espíritu festivo y el profundo amor a la Virgen que la inspiró siguen siendo parte del patrimonio cultural merideño.

​La Inmaculada no solo era tema de fiestas, sino una forma de vida que impregnaba la cortesía y la fe cotidiana. La antigua jaculatoria que marcaba la entrada a un hogar era un testimonio de esta piedad: “¡Bendita sea la Santísima Trinidad!”, a lo que se respondía con fe: “¡Y La Inmaculada Concepción!”. Esta hermosa tradición, que se encontraba inscrita incluso en la casa natal del Libertador, es un valioso legado que aún perdura en los campos andinos.

​La omnipresencia de la Virgen se refleja también en las innumerables grutas que, con su imagen, pueblan el paisaje venezolano, un fervor que fue propagado con particular celo por el Padre Machado desde La Guaira.

​Hoy, Mérida renueva su juramento a su excelsa Patrona, la Virgen Pura y Sin Mancha, manteniendo viva la llama de la fe en la Cordillera y celebrando un día que es historia, tradición y devoción.

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