miércoles, 1 de mayo de 2024

DON HILARION Y DON GENARINO

Hilarión Briceño. Foto tomada en Nueva York en 1951.

Álvaro Sandia Briceño
Mi abuelo Hilarion Briceño y Genarino Rojas se conocieron muy jóvenes. Los dos se avecindaron en Chiguara y se casaron con jóvenes del lugar, Hilarion con María Ferrigni y Genarino con Mercedes Ramírez. Hilarion había venido desde Isnotú en Trujillo y Genarino desde la Cañabrava de Lagunillas. Ambos eran galleros y habían servido en cargos de relativa importancia en el Gobierno del General Gómez además de amigos de los Generales Amador Uzcategui y José Rufo Dávila, quieres fueron Presidentes del Estado Mérida en el gobierno gomecista. Genarimo Rojas, Argimiro Rojas (hermanos ) y José (Pepe) Rafael Rojas (primo) se  sucedieron en el cargo de Jefes Civiles de Chiguara y el pueblo los llamó Los Monagas comparándolos con José Tadeo José Gregorio y Ruperto Monagas quienes fueron en periodos sucesivos Presidentes de Venezuela a mediados del siglo XIX. Siendo Genarimo Jefe Civil de Chiguara e Hilarion dueño de la Hacienda Quizna sucedió un hecho que va desde lo gracioso hasta lo real maravilloso (con el permiso del Gabo). Hilarion iba todas las mañanas desde su casa en Chiguara hasta la Hacienda Quizna donde se ocupaba de la producción agropecuaria y a la vez administraba las otras fincas de la familia El Alto y Platanillo. Siempre en un buen caballo, bien aperado y vestido con elegancia: pantalones de montar, polainas, chaqueta, espuelas de plata y sombrero de corcho como los boers en la India. Entre los animales de la finca había un burro negro que servía de bestia de silla y de carga y en el cual Casiano, su peón de confianza, llevaba al pueblo los productos de la finca, plátanos, pacas de panela o papelón, leche, queso y hortalizas. Una tarde eh que regresaba el abuelo Hilarion desde Quizna se encontró al burro negro muerto frente a la casa y nadie pudo explicar si fue un infarto o lo picó una culebra o de cualquier otra cosa pero lo cierto es que el burro estaba muerto frente a la casa de Don Hilarion. Genarino Rojas, primera autoridad del pueblo esperaba que su amigo Hilarion se llevara el burro, de cualquier manera y lo pusiera fuera de la vista de los chiguareros. Es de advertir que la casa de Hilarion estaba ubicada en la esquina de la Calle Comercio, la más transitada del pueblo y vía obligada en ese tiempo hacia el Lago de Maracaibo en  aquellos caminos de herradura y mucho antes de que se construyera la Carretera Trasandina. En los documentos se colocaba de lindero: "Por el frente, camino del lago". Pasaron dos días y el burro seguía en el mismo lugar y los vecinos se fueron a quejar ante el Jefe Civil. Genarino ante esta situación no tuvo más remedio que ordenar el arresto de su amigo Hilarion y le decretó 12 horas en la Jefatura Civil. Una tarde al regresar Hilarion de la hacienda se presentó el único policía del pueblo con un oficio que le  entregó ordenando que pasara de inmediato para la Jefatura Civil. Hilarion se tomó su tiempo y se fue bien comido ante cualquier circunstancia que pudiera suceder. En el camino de la casa a la Prefectura, dos largas cuadras, muchos postigos y celosías vieron a Don Hilarion y al policía que caminaban conversando animadamente. Hilarion esperaba lo peor y cuando pasa al despacho del Jefe Civil lo recibe Genarimo sonriendo y con una botella de brandy Tres Estrellas encima de la mesa y con dos copas y le dice: "Los pendejos del pueblo creen que este es un arresto formal y de puertas afuera así lo es, pero yo no podía dejar que me echaras la vaina de mantener el burro muerto frente a tu casa, así es que mañana le ordenas a tu conchabao (Casiano) que se lleve el burro y lo tire por el barranco de Colepeje". Contaba Genarino Rojas que nunca se había reído tanto como esa noche en que un preso y la autoridad del pueblo hablan compartido una botella de brandy y unas hallacas trasnochadas que les hizo llegar la abuela María a la medianoche cuando ya el pueblo estaba durmiendo y satisfecho porque se había cumplido la ley. A las 7 de la mañana, se despidieron los dos amigos con la promesa de Hilarion de desaparecer el burro y de que el domingo siguiente se verían en la gallera para ver las peleas de los pintos y zainos que iban a apostar contra las cuerdas de gallos de los galleros de Estanques.

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