El torero sevillano se sincera ante Cultoro con motivo de sus 35 años de alternativa
EMILIO TRIGO, SevillaJuan Antonio Ruiz 'Espartaco', es uno de los más sencillos, honestos y sinceros profesionales del toreo que he conocido en mi vida profesional. Una figura, que se ha entregado cada tarde sin límites, llevando a gala el deber de la responsabilidad y con la gallardía de jugársela sin reservas. Su éxito en toda España, Francia, Portugal y Sudamérica a lo largo de la década de los 80 y 90 fue rotundo. Gozaba de un merecido prestigio en el mundo del toro. Su singular estilo de torear, apasionado, con mucho sentimiento, valentía y voluntad, le llevó a ser el número uno. La carrera del maestro Espartaco, fue tan lustrosa como intensa y nunca se sometió a los dictámenes del mundo del toro porque siempre defendió sus condiciones de máxima figura.
Su toreo se podría definir como una parte de guerrero y otra de artista, facetas que se entremezclan en su humilde y acusada personalidad. Alguno me dirá que me puede la admiración al torero. Lo admito, el maestro Juan es y será siempre una debilidad. Me quedo con el eterno natural y con el aroma de una carrera distinta que ha marcado un sello propio en la torería. Así se muestra Espartaco, un maestro de maestros, que aseguró sin halagos, en un pronto de sinceridad, "Yo quería ser yo mismo" Pues de esta forma tan natural se muestra en nuestra amplia entrevista
¿Qué recuerda del día de su alternativa? ¿Cómo fue aquella jornada?
Fue un día muy bonito y especial, prácticamente un sueño. Tomé la alternativa con la reaparición de Manuel Benítez "El Cordobés", con mi gran amigo Manolo Cortés y con una corrida de toros de Carlos Núñez y además en Huelva. Para mí era un sueño hecho realidad que tuve la gran suerte de conseguir. Un día grandioso para cualquier torero que empieza.
Recuerdo las palabras tan bonitas y amables de Manuel Benítez "El Cordobés": me deseó mucha suerte, que llegase a lo más alto posible, que consiguiera todos mis objetivos...y para mí que un ídolo de multitudes me dijera eso me ponía los pelos de punta. Estoy eternamente agradecido.
¿Cuál cree que es la huella más importante de todas que ha dejado su toreo en la historia?
Con que te recuerden ya es suficiente. Cómo y de qué manera no me importa mucho. Lo importante es que te recuerden y que cuando se hable de algunos toreros se acuerden de ti.
¿Cuál ha sido el momento más gratificante de su carrera? ¿Y el más amargo?
Recuerdo casi todos los bonitos, porque los amargos los olvido. Me acuerdo de las cornadas, las heridas y todas las incertidumbres de algunas corridas de toros, y sobre todo, lo más amargo que viví fue la pérdida de algunos compañeros en la plaza. También una lesión de rodilla en la que había sufrido cinco cornadas. Reaparecí cuando no estaba del todo rehabilitada, y creo que vino debido a que estaba muy pegada por el toro.
¿Qué recuerda de sus primeros años de lucha? Cuando ve el desarrollo actual de las Escuelas Taurinas y lo compara con sus primeros años queriendo ser torero, ¿de qué o quién se acuerda?
Todo es muy distinto. Antes era muy difícil, y hoy cuentan con las ayudas de las escuelas. También hay que tener una cosa en cuenta: los novilleros de ahora lo tienen mucho más difícil que antes para ponerse en marcha, porque antes teníamos muchas dificultades a la hora de empezar, a la hora de prepararnos y torear, pero luego te daban muchas más novilladas y teníamos una gran proyección cuando triunfábamos en un lugar importante. Hoy día, los chavales a la hora de seguir adelante lo tienen mucho más difícil, porque se organizan muchos menos festejos y porque tienen que dar la cara con novilladas muy serias, en sitios muy importantes y se tienen que abrir el paso sin la preparación suficiente. Tiene un mérito extraordinario.
¿Con qué toreros de la actualidad compartiría cartel hoy día?
Hoy hay toreros admirables, grandiosos...cualquiera de ellos sería extraordinario para hacer carteles de ensueño.
¿Cuál ha sido, en la historia, su espejo como torero?
Yo soñaba con ser yo mismo. Después, con el paso del tiempo y tras ir conociendo a las grandes figuras del toreo, te fijabas en ellas, pero en aquel momento soñaba con triunfar y que hablaran de aquel chaval de Espartinas que soñaba con ser figura. Sólo ser torero era una cosa importantísima en aquella época. No tenia espejos, pero sí tenía la sensación de un proyecto que empezó mi padre y, sobre todo, quería llegar lo más alto posible. Tenía muchos espejos, pero ninguno definido totalmente.
¿Qué es lo peor que sufre la tauromaquia en la actualidad?
Los ataques externos y políticos. Nada tiene que ver con lo que es la grandiosidad del toreo, ni lo que es la vida del toro y del torero. Vienen derivados, sobre todo, del desconocimiento.
Si tuviera la oportunidad, ¿volvería a vestirse de luces?
Por supuesto, siempre lo he dicho. Cada día lo tengo más difícil porque tengo una lesión muy fuerte y un injerto cervical, por lo que la preparación y los entrenamientos no puedo hacerlos de forma completa. Sin duda, la preparación es la que me ha dado el valor para estar frente a la cara del toro, y eso ahora mismo no lo tengo, pero siempre queda la ilusión por vestirse de torero. Competir con los toreros del escalafón de hoy día sería una locura, porque no me encuentro con capacidad suficiente para estar a su altura. Yo tuve mi momento y ahora hay que vivir otro, pero sí es verdad que no descarto el poder vestirme algún día de torero para corridas muy puntuales. La ilusión está ahí.
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