100 años de la alternativa de Joselito "El Gallo", el indiscutido rey de los toreros
Madrid ( Por Guillermo Rodríguez)
Se cumple el centenario de la alternativa de Joselito "El Gallo". Un 28 de septiembre de 1912.
Su hermano Rafael es el padrino. Se doctora con el toro "Caballero", de Moreno Santamaría
José Miguel Isidro del Sagrado Corazón de Jesús Gómez Ortega nació el 8
de mayo de 1895 en Gelves. El nombre de Isidro le vino dado porque le
bautizaron el 15 de mayo siguiente, festividad del citado santo. José
era el sexto y último hijo del matrimonio formado por el torero
sevillano Fernando Gómez García Fernando el Gallo y la bailaora gaditana
Gabriela Ortega Feria.
Comenzó su meteórica y truncada carrera taurina con el apodo taurino
familiar, Gallito; más tarde se le conoció como Joselito y Joselito el
Gallo, máximo referente como consumado torero lidiador, al que muchos
tratadistas le han considerado por ello el rey de los toreros. Figura
indiscutible para el pueblo, en su despedida ya lo entroniza para la
posteridad el poeta Rafael Alberti en una elegía en la que escribe
"Cuatro arcángeles bajaban y,/ abriendo un surco de flores/, al rey de
los matadores/ en hombros se lo llevaban". José, quien aprende sus
primeras letras taurinas de la mano de su padre, el patriarca de los
Gallo, tomó la alternativa el 28 de septiembre de 1912. El próximo
sábado, por tanto, se cumple el centenario de la efeméride.
En publicaciones antiguas nos encontramos con multitud de
manifestaciones que coinciden en que Joselito el Gallo tenía "el toreo
en la cabeza". Desde su niñez dio muestras de sus conocimientos para
adivinar las condiciones y el comportamiento de las reses bravas. A los
12 años, concretamente el 19 de abril de 1908, actúa ante el público en
Jerez. Ese día alternó con dos compañeros de su edad: José Gárate Limeño
-con quien formaría pareja- y José Puertas Carvajal Pepete.
PRECOCIDAD Y PLENITUD
Las capacidad y cualidades de Joselito el Gallo se disparan desde el
primer día que actúa en público y es contratado para torear 17
novilladas en Portugal, casi todas mano a mano con el citado Limeño.
Cuando todavía es un chaval su carácter de líder está prácticamente
formado, como lo demuestra que al recibir los honorarios hace constar
que cada matador cobraría diez reales y cada subalterno dos pesetas.
Joselito aprende a ajustar las cuentas y reparte los beneficios de
acuerdo a su propio criterio. Todos sus compañeros obedecen al
jovencísimo torero, al que reconocen ya con autoridad y superioridad
indiscutibles. El binomio Gallito-Limeño funciona extraordinariamente
entre 1909 y 1911.
De la extraordinaria personalidad y carácter de Joselito el Gallo,
siendo un niño, reproduzco un hecho histórico, publicado en el libro
Anecdotario Taurino (De Cúchares a Manolete): "De 1909 a 1911 la
cuadrilla juvenil Gallito-Limeño se hace popular. El niño de trece años
ha escrito a su madre pidiendo que le deje torear y no interrumpa su
carrera "porque se me pasa la edad". En la cuadrilla hay nombres famosos
entre los banderilleros: El Cuco, El Almendro, Magritas, Pepe Rodas y
Agualimpia. Este último ha pasado a la historia del toreo por haber
dicho a Joselito en sus comienzos: "José, coge la muleta con la
derecha". ¿A quién pudo ocurrírsele decirle a Joselito algo? El
jovencísimo becerrista interrumpió la faena para contestarle muy serio:
"-Haga usted el favor de callarse, que yo sé lo que me hago". Y la faena
prosiguió sobre la mano izquierda con cuantos pases naturales quiso el
torero".
Joselito no tiene niñez, al menos una niñez común. Su infancia está
enfocada hacia el toreo. Su nombre quedó unido al de su máximo rival en
los ruedos y amigo fuera de los mismos, Juan Belmonte. La primera vez
que se vieron sucedió en el invierno de 1909, en una tienta en la finca
Jotoblanco. Después de 45 novilladas, toma la alternativa el 28 de
septiembre de 1912 en Sevilla, de manos de su hermano Rafael. Se doctora
con el toro Caballero, de Moreno Santamaría y confirma en Madrid unos
días después, el 1 de octubre, cuando tan sólo cuenta 17 años.
El sevillano arrebata a los públicos y se mete a la afición en el
bolsillo desde el primer momento. Joselito se vacía cada tarde. Entre
las páginas gloriosas de su historial y de los anales de la tauromaquia
se encuentra la gesta y triunfo del 3 de julio de 1914 ante siete toros
de Martínez en la plaza de Madrid. Ese día, de perla y oro, está
inspiradísimo con la capa: veinticinco quites distintos (verónicas,
gaoneras, navarras, tijerillas...) y realiza siete faenas de muy
distinto corte y variadas. Sale en hombros, "sin despeinarse y sin
mancharse el traje de luces"; escriben algunos críticos. Siete faenas
precisas en tan sólo una hora y tres cuartos. Entre las temporadas de
1914 y 1917 los éxitos se suceden dentro de una etapa que se ha
considerado como la Edad de oro del toreo, con Joselito y Belmonte, como
máximos referentes.
En su intensa carrera pulverizó varias marcas -ver estadística- e
inmortalizó, gracias a excelsas faenas, multitud de toros, como
Almendrito, de Santa Coloma, en Sevilla; Cantinero, de la misma divisa y
en la misma plaza, al que corta la primera oreja que se concede en la
Real Maestranza de Sevilla, tras una faena memorable el día anterior a
un toro de Miura.
El 6 de junio de 1918 inauguró la Monumental de Sevilla, idea suya para
contar con mayor aforo y así conseguir reducir el precio de las
entradas. Encargó su construcción al arquitecto José Espiau y Muñoz. A
la Real Maestranza no le agradó y mantuvo una batalla con el torero
-libro fascicular Toreros de Sevilla, publicado por este diario- y
artículo del excelente periodista Nicolás Salas en la página siguiente
de este ejemplar.
tragedia
El público le exige cada vez más y pasa a la historia un suceso en el
que alguien maldice a Joselito el mismo día de su muerte. ¿Quién podía
intuir que Joselito el Gallo, considerado el lidiador más completo de
todos los tiempos y niño prodigio del toreo, tenía marcada su hora en la
plaza de toros de Talavera de la Reina, el 16 de mayo de 1920? El hecho
que sucedió horas antes de la cogida es estremecedor. El viaje
transcurría con tranquilidad, mostrándose Joselito más alegre y
dicharachero que nunca. Pero al llegar a la estación de Trujillo cambia
la decoración. Desciende su hermano Fernando a comprar un pan y un
individuo le dice que el pan lo ha comprado él. Discuten. Joselito, que
presencia la escena, salta del coche y se interpone entre su hermano y
el sujeto, desconocido. Éste ofende al espada, quien no queriendo
tolerar la bravuconería de aquel hombre, le pega una bofetada y se
inicia una pelea en la que Joselito no fue quien se llevó precisamente
la peor parte. Con mediadores de por medio se detiene la riña. Joselito
retorna con los suyos al coche y, al arrancar el tren, escucha un grito
del desconocido:
-¡Permita Dios que te mate un toro esta tarde!
A la llegada, con retraso, llueve en Talavera. El cielo está plomizo,
José bromea en el coche, camino del Hotel Europa. Al apearse se les
rompe un botijo que lleva el nombre del torero pintado. "Se partió
Joselito", dice el propio matador. Se acuesta de una a tres. A esa hora
comienza a vestirle de grana y oro Paco Botas, el mozo de espadas que ha
reemplazado a Caracol. Al mozo no le agradan los tanguillos que
rememoran la muerte de El Espartero, que José no para de canturrear. La
plaza de Talavera de la Reina se llena; un coso al que tiene cariño
porque lo había inaugurado su padre, Fernando el Gallo, el 29 de
septiembre de 1890 y al que acude ante la insistencia del crítico
taurino Gegrorio Corrochano, natural de esa localidad toledana. Los
toros, de Viuda de Ortega, tuvieron su aspereza. José brinda su primer
astado al alcalde y al pueblo de Talavera. Cuando sale el quinto,
Bailaor, advierte José a su cuadrilla del peligro del astado, que
derriba en varas a Camero, Carriles y Farnesio, que ha de salir en
tercer lugar. Cuco y Cantimplas banderillean con apuros. La fiera queda
en la querencia de tablas del 2. Joselito realiza la faena con unos
pases de tirón con la mano izquierda y manda taparse a Blanquet y a El
Cuco, que se habían colocado a cada lado del toro. El matador se había
retirado para arreglar la muleta y el toro, burriciego de cerca, que
veía mejor desde lejos, partió como un rayo hacia Joselito, al que
cogió. Los espectadores coinciden que intentó levantarse sujetándose una
masa verdosa que salía del vientre y se desmayó. Afirman que sus
últimas palabras fueron para invocar al médico de su confianza:
-¡Llamad a Mascarell!.
Gran parte del público abandonó la plaza en ese momento. Muchos se
agolpaban en la puerta de la enfermería. Sánchez Mejías remató la faena
con brevedad y quiso torear al sexto toro, que estuvo a punto de
herirle. El médico no pudo llegar y a Joselito le dio la extremaunción
Felipe Vázquez, cura de la ermita de Nuestra Señora del Prado.
Sevilla se echó a las calles en la llegada del féretro y el entierro. Su
amada María de la Santísima de la Esperanza Macarena vistió por primera
y única vez de negro y lució las mariquillas -esmeraldas engarzadas,
que había regalado el diestro-. La coletería quedó tocada
piscológicamente. Ningún diestro creía que aquel coloso del toreo
moriría tan joven -sólo 25 años- y en una plaza de toros.
La muerte siempre anda revoloteando por el ruedo y ni siquiera Joselito,
el lidiador más completo de todos los tiempos, el rey de los toreros,
se libró de su desagradable y definitivo abrazo.
ACTOS CONMEMORATIVOS
Entre los actos conmemorativos del centenario de alternativa de Joselito
el Gallo, mañana se celebrarán dos. Por un lado, el Ayuntamiento de
Gelves inaugurará una exposición-homenaje dedicada al diestro
sevillano, con inclusión de material inédito. Presentación, por parte
del alcalde, José Luis Benavente, de los Premios Joselito El Gallo,
destinados a los mejores novilleros y novillos de la temporada sevillana
. Mesa redonda y coloquio sobre Joselito el Gallo, moderada por José
de la Villa, en la que intervendrán Juan Manuel Albendea, Ignacio
Sánchez Mejías, Juan Palma, Enrique Piris y José Morente. Y un
espectáculo de Flamenco, ofrecido por la Academia de Música y Danza
ARTEVIVO -con Macerena Giraldez y Cristina García. .
Por otra parte, un grupo de aficionados sevillanos, ha organizado un
viaje sentimental a la figura de Joselito el Gallo, que comienza y
termina en Sevilla. El itinerario está programado en ocho estaciones,
desde Gelves, lugar de nacimiento de Joselito, hasta la casa materna en
la Alameda de Hércules; desde la Maestranza, hasta el Cortijo Pino
Montano que comprara el matador; desde la casa de Juan Belmonte hasta el
cementerio de San Fernando.
UN SUEÑO DE GALLITO, UNA PLAZA ALERNA A LA MAESTRANZA
La vida del coso coincidió con los años dramáticos del “trienio
bolchevique” y la huelga general de 1917 · Para la Real Maestranza fue
una competencia insoportable que pudo evitar con su influencia social.
La España, la Sevilla de José Gómez Ortega Gallito (para los carteles) y
Joselito (para su afición) fue una crónica de sucesos que dramatizó la
vida cotidiana, pero sin alcanzar los límites trágicos de las décadas
siguientes a su muerte en mayo de 1920. este año fallecieron junto a
joselito, benito pérez galdós, la emperatriz eugenia de montijo y
mariano de cavia.
Entre finales del siglo xix y 1920, españa y sevilla muy
particularmente, vivieron hitos históricos que marcaron el futuro de la
vida ciudadana. españa se desintegraba socialmente. marruecos, sangría y
vergüenza, con sevilla de hospital de sangre. doce cambios en la
presidencia del gobierno. asesinato de canalejas.
Y fue en esta ciudad traumatizada por los problemas sociales y políticos
donde José Gómez Ortega se propuso construir una “plaza de toros para
el pueblo infeliz”. se agiganta con el paso del tiempo la increíble
proeza social gallista. Joselito se propuso y consiguió dotar a sevilla y
su entorno de una de las mejores plazas de toros de su tiempo y
abaratar los precios para beneficiar a la clase obrera sevillana. Para
colmo, la vida del coso coincidió con los años dramáticos del “trienio
bolchevique” y la huelga general de 1917. Años en que el torero se ganó
el amor de sevilla por sus obras de caridad en la hermandad de la
Macarena, como certificó el canónico Juan Francisco Muñoz y Pabón. Pero
ahora debemos recordar cómo era aquella ciudad anclada en el pasado.
En el fiel entre dos siglos los historiadores no dudan en presentar una
nación dominada por la confusión y el abandono, un país hambriento,
semianalfabeto, frustrado por el desastre del 98 y las continuas luchas
políticas de la segunda mitad del siglo xix, que tenía leves esperanzas
en el reinado de Alfonso xiii, iniciado en 1902. durante la primera
década del siglo xx se generalizaron las huelgas. En 1900 se aprobaron
las leyes de protección del trabajo de mujeres y niños, y en 1904 la de
descanso dominical. En 1908 se reguló el derecho de huelga. la población
activa por sectores era del 66,34% en la agricultura, del 15,99% en la
industria y del 17,77% en los servicios.
La dramática situación nacional tendría reflejo en la reacción de un
destacado grupo de intelectuales, que más tarde sería conocido como la
generación del 98. Sevilla había sido espejo de españa durante los
lustros finiseculares del xix y la primera década del xx.
La vida administrativa y política de Sevilla (1911-1920) es fiel reflejo
de la situación del país y nuestra ciudad es un espejo en donde se
repiten las realidades sociopolíticas y económicas de madrid, del que
dependen todos los jefes de los partidos políticos.
En 1918 se inauguró la plaza de toros Monumental de Sevilla, localizada
en la mediación de la actual avenida de Eduardo Dato, por entonces
rotulada Monte Rey, en la acera de los impares, frente a la Huerta del
Rey. En la periferia del barrio de san Bernardo. Este acontecimiento
tuvo doble trascendencia, como obra arquitectónica singular y por romper
el monopolio del coso de la Real Maestranza e imponer una competencia
basada en los precios. El mentor de la nueva plaza fue José Gómez Ortega
Gallito. Durante la construcción del nuevo coso, surgieron problemas
con las pruebas de seguridad, que retrasaron la inauguración varios
meses. y esta circunstancia provocó fuertes polémicas por considerar los
seguidores de Joselito que se habían extremado las pruebas de seguridad
más allá de lo razonable, por influencias maestrantes.
La plaza Monumental de Sevilla, construida en estilo neoclásico por el
arquitecto José Espiau y Muñoz y el ingeniero Francisco Urcola
Lazcanotegui, entre 1915 y 1918, tenía una capacidad de 23.055
espectadores, entonces cerca del doble que la Real Maestranza. Esta
capacidad estaba distribuida del siguiente modo: sombra alta, 1.882
localidades; sombra baja, 3.801; sol y sombra alta, 1.549; sol y sombra
baja, 2.027; sol alto, 2.884; sol bajo, 3.851; andanadas de sombra,
3.538; y andanadas de sol, 7.523. este número de espectadores posibles
permitió ofrecer unos precios cercanos a la mitad de los que costaba ver
un festejo en la Real Maestranza. El empresario fue José Julio Lissén,
íntimo amigo de Joselito. La plaza era muy atractiva y cómoda para los
espectadores, con asientos amplios y vomitorios que permitían el rápido
desalojo de los tendidos.
La corrida inaugural fue el 6 de junio de 1918, actuando Joselito el
Gallo, Curro Posada y Fortuna, que lidiaron reses de Juan Contreras,
mansas, hasta el punto de deslucir el festejo. La plaza registró un
lleno casi total, con cerca de veinte mil espectadores y fue un
acontecimiento nacional en el mundillo del toreo. Joselito cortó aquel
día la primera oreja concedida en la plaza monumental, al toro que abrió
plaza, de nombre Vallehermoso, número 48, negro zaíno, terciado,
abierto de cuerna y silleto. “el animal tomó cuatro varas de camero y
carriles, proporcionando tres caídas y dejó un caballo para el arrastre”
[g.h.v., abc, 9 junio 1968].
Don Criterio, influyente crítico taurino de el liberal, mostró siempre
su opinión contraria a la existencia de dos plazas y la preferencia por
la exclusividad maestrante. Por el contrario, Joselito fue partidario de
los cosos monumentales para poder abaratar los precios de las
localidades y garantizar la asistencia del mayor número posible de
espectadores, sobre todo en una época de crisis sociales y falta de
recursos económicos de la clase obrera. El torero defendió la necesidad
de promover las corridas frente a otras atracciones como el balompié,
que comenzaron a tener auge.
En el ambiente taurino se mantuvo que mientras Joselito apadrinó la
plaza monumental, demostrando abiertamente su preferencia por el nuevo
coso, Juan Belmonte fue fiel a la Real Maestranza. Pero ambos toreros
actuaron en los dos ruedos y nunca practicaron boicot alguno. Sin
embargo, nada más morir José Gómez Ortega Gallito en Talavera en 1920,
volvieron a plantearse los mismos problemas de seguridad de 1917 y 1918.
Y meses después, en 1921, el Gobierno Civil clausuró la plaza y
prohibió todo tipo de actos y festejos. En 1930, el 9 de abril, comenzó
el derribo de la Monumental, de la que aún quedan leves vestigios de la
cerca en la avenida de Eduardo Dato, frente al colegio de Porta Celis de
la Compañía de Jesús.
La última corrida celebrada en la plaza Monumental fue el 30 de
septiembre de 1920, una novillada en la que actuaron Maera, Facultades y
Joselito de Málaga, con reses del hierro de Rincón.
Sobre la construcción de la plaza y sus problemas de seguridad, el
profesor Alberto Villar Movellán afirma lo siguiente: “en 1915 ya estaba
ultimado el proyecto. Se había encargado a Francisco Urcola
Lazcanotegui, arquitecto experimentado en obras públicas, en trabajos de
hormigón y en edificios para espectáculos, entre otros la desaparecida
plaza de toros de San Sebastián (1903) y el Teatro Victoria Eugenia en
la misma capital (1912). José Espiau y Muñoz dirigió las obras: su
primera y única gran experiencia en hormigón armado. En España no se
había utilizado mucho el sistema, aunque en el extranjero ya se
trabajaba con plena garantía […] la obra se llevaba muy deprisa en el
transcurso de 1916 (había comenzado en noviembre de 1915) con objeto de
poder estrenarla en la feria de abril del año siguiente. A principios de
dicho mes se efectúan las pruebas de resistencia, con 500 kgs. por
metro cuadrado”.
Después de las pruebas citadas, aparecieron fisuras y el 8 de abril de
1917 se emitió un dictamen desfavorable. Días después, el 18 de abril de
ese mismo año, durante la noche, se desplomó casi un tercio de los
tendidos de la plaza. Fue reconstruida y sometida nuevamente a pruebas
de resistencia favorables y pudo inaugurarse el 6 de junio de 1918. El
profesor Villar Movellán apostilló la referencia técnica con el
siguiente comentario: “las dudas sobre la solidez de la Monumental no
desaparecieron nunca y la presión de la Maestranza tampoco, de modo que
el Gobernador Civil terminó ordenando su clausura […] quizá el episodio
de la Monumental no hubiera pasado de pura anécdota si no hubiese estado
como estuvo entroncado en la misma vida de la ciudad, si no hubiese
sido como el símbolo trágico de las quiméricas empresas ciudadanas,
comenzadas con esperanza y concluida con amargura”.
José Gómez Gallito toreó por última vez en la plaza monumental, el 23 de
abril de 1920, y alcanzó un gran éxito con toros de Miura. Don Criterio
tituló su crónica “Una tarde de Joselito”. Aquel día, por primera y
única vez en su breve historia, se abrió el palco real de la Monumental
para la reina Victoria Eugenia, que vemos en fotografía de Juan José
Serrano Gómez (fototeca municipal de Mevilla).
Juan Belmonte no pisó el albero de la Monumental hasta el 22 de abril de
1920. En 1918, año de su apertura, no actuó en España, y en 1919 tuvo
que anular un contrato por percance. Con toros de Guadalest, Juan
Belmonte alternó con Joselito el Gallo y Jiménez Moreno Chicuelo. En la
jornada siguiente, Juan belmonte volvió a torear en la Monumental,
sumando sus dos únicas corridas en esta plaza. Debemos subrayar que esta
temporada de 1920 la empresa la taurina sevillana (Real Maestranza)
gestionó también la Monumental, distribuyendo las siete corridas de
feria de abril entre las dos plazas: cuatro en el Baratillo y tres en
San Bernardo.
Un aficionado contemporáneo de la monumental, Fernando López Vilches,
fotógrafo de prensa, recordó en ABC [1 mayo 1984], sus vivencias de
aquellos años, de las que reproducimos los siguientes párrafos: “la
construcción de la plaza de toros Monumental fue motivada por diversas
razones; pero quizás la más poderosa de todas ellas fue que surgieron
serias discrepancias entre Joselito el Gallo y la empresa de la Real
Maestranza que alejaron al gran torero del coso del Arenal”. ”[después
de las primeras pruebas de resistencia] circuló insistentemente por
sevilla el rumor, que llegó hasta los más recónditos rincones de la
ciudad, de que la plaza había sido sometida a una prueba de peso muy
superior a la que en realidad le hubiera correspondido, ya que cargar
cada asiento, durante veinte días, con doscientos kilos de peso, le
pareció a todo el mundo excesivos kilos… se pensó que los primeros
sorprendidos de la validez de la prueba fueron los mismos técnicos que
la realizaron, mientras en la ciudad se rumoreaba sobre lo que había de
trasfondo en aquel asunto”.
“La plaza estuvo funcionando mientras vivió Joselito, pero muerto éste,
que era en realidad el más sólido sostén de aquel circo y la única
figura capaz por sí mismo de llenar su aforo, volvieron las intrigas y
se volvieron a realizar otras pruebas de resistencia ante nuevos rumores
de falta de solidez”.
“Fuertes presiones, procedentes de muy altas esferas, fueron en realidad
la falta de solidez de este magnífico coso que tenía una cabida muy
superior a la Maestranza, y donde se podían ver novilladas de postín por
1,25 pesetas en grada de sombra, y por 0,35 pesetas en andanada de sol.
Éste fue el auténtico motivo para declarar en ruina esta plaza”. El
autor tituló su artículo con esta curiosa frase: “Joselito el Gallo, la
Monumental y su extraña ruina”.
La última foto de Joselito en la Monumental fue captada por Juan José
Serrano Gómez (fototeca municipal de Sevilla), en la corrida del 23 de
abril de 1920, presenciada por la reina Victoria Eugenia. Alternó esa
última tarde con Juan Belmonte, Varelito e Ignacio Sánchez Mejías, con
reses de Miura. Don criterio tituló su crónica en El Liberal “Una tarde
de Joselito”. La última… vistió un traje negro y oro, de luto por su
madre.