El triunfador de la última Feria de Abril lanza su mensaje a la empresa de la Maestranza: "Mi instinto de artista me lo dicta. Como un sentimiento, no como un reto ni como un órdago".
Antonio Ferrera quiere aportar su granito de arena a una Feria de Abril, que "todos soñamos redonda" EL MUNDO
Su invierno se presentó de pronto el 21 de junio. Una fractura del radio del brazo derecho paró en seco su largo y cálido momento de madurez como ninguna de las 35 cornadas que cruzan su cuerpo: Antonio Ferrera no ha vuelto a pisar un ruedo desde aquel domingo en Muro (Mallorca). «De repente, con todas las ferias de España hechas y firmadas, es un golpe. Pasas por fases. Dura la primera, todavía si perder la fe en poder torear antes de que finalice la temporada. Luego fui consciente de la gravedad de la lesión y de que necesitaba coherencia y sentido común para recuperarme perfectamente. Y después encontré el tiempo necesario para recorrer los entresijos de mi espíritu como torero y como hombre», declara Ferrera a EL MUNDO. Chenel sufrió su esqueleto de cristal hasta el punto de clamar alguna vez: «Que Dios te mande una cornada antes que un hueso roto». «Tenía razón el maestro. Yo que he tenido alguna cornada que otra», dice con sentido del humor el matador más castigado del escalafón, «a veces me he echado para delante con los puntos o los drenajes puestos sin que no se note nada. Nosotros los toreros acostumbramos mal a nuestra mente, a nuestro cuerpo y también al espectador. Pero en esta ocasión quería respetar los plazos marcados por la placa de titanio porque no quería que quedase ninguna secuela física».
Su ausencia ha pesado en esa afición que gozaba con su macerado concepto, su sabia capacidad lidiadora y el poso de los años. Sentado en la obligada soledad del banquillo, veía el triunfo compañeros en corridas que estaban para él. «Sientes al principio, antes de asimilarlo, un pellizco como artista. Aunque también la distancia me ha ayudado a entender con claridad cómo ha sido esta temporada tan reveladora, tanto en los toreros consagrados como en los emergentes. Se han abierto muchos caminos de esperanzas e ilusiones para todos en lo que es el pulmón del toreo», sentencia este veterano guerrero que también ha visto caer heridos a muchos colegas en un año especialmente cruento: «Se da uno cuenta de la importancia de nuestra profesión, de su verdad, de los pasos que se han dado al frente hasta rizar el rizo, y de ahí lo fuerte que han pegado los toros».
El año para Ferrera se acortó malamente, pero abril quedó iluminado por su mágica faena en Sevilla a 'Mecanizado', un toro de excepcional calidad de Victorino Martín al que potenció aún más sus virtudes y travistió de ellas sus nimios defectos. De tal calado fue la faena que, sin cortar orejas por la espada, le convirtió en el triunfador de la Feria de Abril. «Significó un hito como lo hubiera significado en la carrera de cualquier torero. Mi tauromaquia fluye de mi ser de una manera muy natural y ya van dos años que en la Maestranza surge una comunión muy especial», señala el extremeño con la mirada encendida de deseos. Cuando le preguntamos por el futuro, los sueños, por la búsqueda de un hombre que sustituya como apoderado a su amigo El Tato, Antonio se rompe:
«Hay un instinto en mi alma que necesita tener voz y esa voz viene con la gran ilusión de lidiar seis toros de Victorino en la próxima Feria de Abril de Sevilla. Mi instinto de artista me lo dicta. Como un sentimiento, no como un reto ni como un órdago». La voz que Ferrera quiere que la empresa de la Maestranza escuche, «como un aliciente más para una feria que todos soñamos redonda, como un granito de arena más que brota de mi corazón». Sobre la mesa de Ramón Valencia tendida queda la mano abierta. O simplemente la voz.
Antonio Ferrera es plenamente consciente de los riesgos que entraña el gesto cuando le recordamos los fiascos no lejanos de Talavante o El Cid con seis victorinos en Madrid y de otras figuras como Manzanares en Sevilla con otra media docena de toros: «La incertidumbre y la imprevisibilidad del toreo forma parte de su grandeza. Para mí es una motivación más. Yo sé ahora mismo lo que percibo desde mi corazón y mi alma. Asumo los riesgos». Si en las últimas temporadas ha habido un torero que ha puesto a todos de acuerdo como soberbio lidiador es Ferrera. «Siempre he sido un estudioso de la historia, las tauromaquias y todos sus palos. Creo en una libertad más allá del toreo convencional, en el conocimiento para meterte dentro del toro y en sus movimientos. Porto la semilla de unas fuentes y mis años duros», concluye quien se ha ganado el título de maestro fuera de los manoseados tópicos.
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