Corta un rabo y sale a hombros en la Feria de Jerez con Padilla y Manzanares
José Tomás, extraordinaria a izquierdas - Javier Arroyo
Lorena MuñozJerez
Hay quien llevaba esperando este día desde agosto de 2014, ya que en Málaga fue el último paseíllo en España de José Tomás. Los más afortunados esperaban desde el 31 de enero, la ultima ocasión en que se vistió de luces en la Monumental de México. Otros desde el 16 de mayo de 2009, fecha en la que compareció en el coso jerezano con un cartel muy parecido, también con Padilla y Núñez del Cuvillo. Manzanares completaba el cartel en la tarde más esperada. Y mereció la pena. La terna salió a hombros con una excelente corrida de Cuvillo.
La ovación no se demoró y tras romper el paseíllo el de Galapagar invitó a sus compañeros. Antes hubo otra para una pancarta desplegada en el tendido con un «¡Viva España, su Monarquía y la Fiesta Nacional!». Hasta el Rey Don Juan Carlos, la Infanta Elena y Victoria Federica, en una barrera, no quisieron perderse la reaparición de José Tomás. En la plaza había más de nueve mil almas venidas de todo el planeta taurino y no taurino. Cifra que contrastaba con el puñado de antitaurinos a los que se les permitió –una vez más– insultar a escasos metros de la plaza.
Antes de salir el segundo se arrancaron las palmas por bulerías. El madrileño salió a los medios. Por chicuelinas ajustadísimas fue el recibo. En el quite entusiasmó por gaoneras, desmayado, muy quieto, en el centro del anillo, donde brindó al público que soñó con una faena de rabo a «Lanudo», un toro extraordinario al que se le premió con la vuelta al ruedo. No en vano era hijo de un semental del mismo nombre que fue indultado en Algeciras. Tomás volvió con su mejor toreo, con naturales lentísimos. Hubo cinco a cámara lenta que desataron la pasión. Y un farol. Y luego más naturales, de mano baja, con el pasodoble «Manolete», durmiendo la embestida. Temple, profundidad, personalidad. Una locura. ¡Qué forma de torear al natural! La plaza rugió en oles rotundos. Lo cuajó en una labor maciza premiada con los máximos trofeos. Y quedaba otro.
Con «Guerrita» no pudo lucirse con el capote, pero se fue sin dudarlo a los medios. El toro no tenía el mismo ritmo que los anteriores, pero el pulso y el temple se los dio José Tomás llevando la embestida a media altura y con suavidad. Y de nuevo al natural consiguió ralentizar la embestida en la verticalidad, muy quieto y pasándoselo muy cerca. Otra oreja que remataba una actuación completa.
Padilla, que toreaba en casa, abrió plaza por tafalleras y se llevó una tremenda voltereta en el tercer par con los palos. Se lo llevaron a la enfermería y tras unos minutos de confusión salió con un apósito en la frente. Tras un brindis al Rey emérito desplegó su toreo, hasta con molinetes de rodillas, ante un astado nada fácil y exigente al que había que llevar muy tapado. Entregado y molestado por el viento saludó una ovación.
Se entregó en el cuarto –otro toro extraordinario– con el capote y en banderillas, ahora sí con buenos pares. Padilla lo recibió de rodillas con la larga cambiada, un galleo para llevarlo al peto y afarolados en el quite. El comienzo de faena fue vibrante, de rodillas, una labor de largo metraje de más entrega que calidad, marca de la casa. El público pidió los trofeos que al final fueron dos.
Calidad y temple
José María Manzanares se reencontró en un quite por chicuelinas al tercero, con la mano muy baja, recordando a su padre, y abrochó con una media sensacional. El alicantino brindó a la faena a otro toro con mucha calidad en su embestida al que Manzanares toreó con temple. Mejor de mitad de faena en adelante, con mejor acople y enroscándose en los pases de pecho. Fueron series cortas, pero conectó con el público, que se entregó definitivamente en la estocada recibiendo, que ya valía una oreja.Al sexto, ya de noche y con la media luz de la plaza, Manzanares lo toreó en los medios. El toro reponía después de cada muletazo. Insistió primero con la diestra y también en una serie con la zurda. Sonó la música para una labor larga con la lluvia arreciando. Tras la estocada tardó en caer, se eternizó con el descabello y se enfrió el ambiente.
La corrida de José Tomás era una cita que había sido calificada como el acontecimiento taurino del año, que había copado la actualidad informativa y que situaba a Jerez de la Frontera y a su Feria del Caballo en el epicentro del interés. El coqueto coso abonado al completo, con las entradas agotadas y la reventa haciendo su agosto a miles de euros –aunque a última hora se cerraban tratos por menos de cien euros–. Tras lo de ayer ya había quien pensaba en sacarse las entradas para la Feria de Hogueras de Alicante. Es la próxima cita del torero: el 24 de junio.
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