MADRID.
Duodécima del abono de San Isidro. Lleno de “no hay billetes”. Cinco
toros de Fuente Ymbro, de correcta presentación pero mansos, sin clase y
deslucidos, y sobrero (1º bis) de Buenavista, de buen juego. Diego
Urdiales (de azul cielo y oro), ovación tras dos avisos y silencio.
Miguel A. Perera (de verde botella y oro), silencio y silencio tras
aviso. Alejandro Talavante (de azul cobalto y oro), ovación y una oreja
tras aviso.
Al concluir el
paseíllo, se guardó un respetuoso minuto de recuerdo al novillero
peruano Ernesto Motta, muerto el martes como consecuencia de una
gravísima cornada.
Alejandro Talavante se
va de la feria incluso revalorizado. No ha sido el suyo un paso de
apoteosis, pero si lo fue de importancia. En este miércoles lo ha
coronado con una faena que se daba por imposible a un mansísimo toro de
Fuente Ymbro, en el que nadie creía. Dejándolo ir a su aire, sin
desistir porque el animal pusiera tierra de por medio cada vez que la
daba dos muletazos seguidos, cuando el toro se asentó algo más en la
puerta de toriles le enjaretó unas series con la mano izquierda
excelentes, dominando al deslucido fuenteymbro, concediéndole todas las
ventajas de su querencia, pero sin darle respiro alguno. Luego lo mató
lenta y guapamente, con el sólo desaire de perder el engaño y tener que
salir por pies.
Ya
en su primero, que como todos sus hermanos no era ningún dechado de
virtudes, Talavante se fue imponiendo poco a poco, a base de someter a
su enemigo, de pisar terrenos adecuados y incorporar mucho temple a los
engaños. No pudo ser una faena rotunda, que el animal no la admitía;
pero fue una faena inteligente y, cuando se terciaba, muy lucida,
especialmente con la zurda. Lo mató pronto y recibió una fuerte ovación.
Para
el extremeño se acabaron los sanisidros, ahora que vienen en legión las
figuras, como paso previo a las corridas duras. De seis toros, a dos le
ha cortado una oreja; pero a todos les ha podido y ha dejado la estampa
de un torero muy cuajado, que ha ordenado sus ideas y que, por tanto,
en adelante todo debería ser ir todavía a más. De paso, ha colaborado a
colocar los tres “no hay billetes” que hasta la fecha se han puesto en
la feria. Y, sobre todo, ha podido comprobar que tiene al público de
Madrid con él, diríase que hasta fervorosamente.
Como
se ha ido anotando, la corrida de Fuente Ymbro ha dejado mucho que
desear. Mansa hasta decir basta, deslucida, sin clase alguna. Con los
nervios que se le suben, ¡vaya tarde que habrá pasado don Ricardo!. No
le ha salido ni una a derechas. Y para colmo, el que envió doña Clotilde
Calvo con el hierro de Buenavista, que se lidió como sobrero, es el que
ha salido bueno, noble y repetidor.
Con
este sobrero, primo hermano por sangre de los titulares de la tarde, se
lució Diego Urdiales, con ese toreo tan reposado, tan por abajo, tan
haciendo todo con la verdad por delante, sin buscar el aplauso fácil.
Las cinco primeras series, alternado las manos, fueron sobresalientes.
Pero se empeñó en continuar la faena, y a partir de ahí su enemigo ya no
podía continuar con ese buen son y el tono general bajó. Entre esa
segunda parte y que luego se demoró algo con la espada, dio tiempo para
que sonaran dos avisos y, de paso, se enfrió el ambiente, hasta que todo
quedara al final en una gran ovación.
Frente
al que salió como 4º, de más alzada pero igualmente de embestidas
compuestas, tan sólo pudo dejar muletazos sueltos, que no permitía que
la faena rompiera. Ahora sí, ahora lo mató con diligencia.
No
tuvo lote adecuado Miguel A. Perera, ni siquiera para darse un arrimón.
Estuvo por encima de los dos, pero si poder alcanzar eco alguno en la
afición. Con sus dos fuenymbros todo quedaba necesariamente desangelado y
desvaído. A esperar al día 25 tocan. En cualquier caso, en algunos
momentos dio toda la impresión que el enamoramiento de Madrid con Perera
ha bajado unos cuantos escalones.
►►Otrosí:
La realidad de la Tauromaquia
Tanto que hablan unos y otros, la Tauromaquia esa sí
que no conoce de clases ni de escalafones; es un conjunto compacto. Que
se siente y solidario con sus gentes. Por eso, un joven novillero sin
caballos, muerto trágicamente de una cornada en un pueblo de los Andes
peruanos, ha recibido el recuerdo de homenaje de la primera plaza del
mundo puesta en pie. De seguro que habría tenido sueños de conseguir
algún día ese homenaje pero a base de la calidad de su toreo. No ha
podido ser, la vida no le ha dado la ocasión. Pero el mundo del toro,
que verdaderamente siente a sus gentes como propias, no se ha olvidado
de él. Descansa en paz, torero, que ahora por los cielos podrás ir
pregonando que has puesto a Madrid de pie en tu honor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario