El joven matador confirma la alternativa este jueves en Las Ventas de manos del torero de Chiva
Román - Mikel Ponce
ABC.ESMadrid
El valenciano Román se convertirá mañana en el cuarto matador de toros que confirme doctorado en San Isidro, una cita en la que quiere dar un paso "más allá" en su carrera, pues, aunque lo que más caracteriza a su concepto es "la entrega", en Madrid busca, además, "bordar el toreo".
"Madrid es una plaza que me apasiona; es la que más exige pero, a la vez, la que más se 'rompe' con un torero cuando se entrega de verdad. Luego el concepto de cada uno puede gustar más o menos, pero cuando uno pisa la arena de Madrid dispuesto a darlo todo y a vaciarse, el público lo capta enseguida con tremenda sensibilidad", ha confesado el propio Román en una entrevista a Efe.
Esa es la idea fundamental con la que este valenciano de 22 años se enfrenta al compromiso de revalidar doctorado en la primera plaza del mundo, una día, el de mañana, "soñado" para él, y que afronta con "una ilusión tremenda" por la oportunidad "de regresar a Madrid por San Isidro" y, fundamentalmente, por el hecho de "simplemente volver a torear".
Y si es al lado de todo un maestro en tauromaquia, y que, además, es paisano, como Enrique Ponce, al que considera "un ídolo" y con el que aún no ha compartido "ningún cartel" desde que tomara la alternativa en 2014, "mejor que mejor", reconoce.
"Me hace muchísima ilusión que el maestro sea mi padrino de confirmación. Es un sueño, pues es una de las máximas figuras de la historia taurina, y también un referente del toreo valenciano; todos los que soñamos el toreo en esta tierra le tenemos como espejo, como un ejemplo a seguir. Tantos años arriba y mandando no pueden ser casualidad", ha asegurado Román.
Román (Valencia, 1993) empezó a darse a conocer nada más debutar con picadores en la feria de Algemesí de 2011. Desde aquel momento y hasta que se doctoró como matador de toros en Nimes (Francia), en 2014, sus innumerables triunfos como novillero le alzaron a lo más alto del escalafón menor, cortando una oreja, incluso, en su presentación en Las Ventas.
La afición valenciana tenía depositadas todas las esperanzas en él, pero, desgraciadamente, su carrera empezó a perder fuelle en el momento que cambió el novillo por el toro. Los contratos empezaron a decaer, tanto que el año pasado sólo se vistió de luces una vez, en Valencia, y este 2016 lleva solamente dos paseíllos, uno en Fallas, donde cortó una oreja, y otro en Bocairent (Valencia).
"La verdad que he pasado de tenerlo todo a quedarme sin nada. Por eso es así de difícil esta profesión. Aquí en cuanto tropiezas un poco enseguida dejan de conocerte, la gente ya ni te saluda por la calle y muchos de los que antes estaban de repente desaparecen", dice el valenciano.
"Por eso ahora valoro más a mi gente -continúa Román-, a los que están ahí compartiendo mi lucha diaria con una fe tremenda, pues, conociéndose, saben que en cuanto me den una oportunidad no la voy a dejar escapar. Estoy capacitado para lo que venga; en Madrid seguro que va a pasar algo".
El objetivo primordial no es otro que "abrir la Puerta Grande", aunque, de no conseguirlo, se conformaría con quedarse "en paz" consigo mismo, que cuando regrese al hotel después de torear "tenga la sensación de haberlo dado todo y que no me haya dejado nada por hacer", confiesa también.
Y como prácticamente todos los jóvenes toreros que se anuncian en San Isidro también le gustaría subirse al tren de esos nuevos valores que tanto están dando que hablar y que incluso ya compiten de tú a tú con las figuras.
"Dios quiera yo pueda llegar a ser uno de ellos. Todos los toreros soñamos llegar a lo más alto, pero para lograrlo hay que tener oportunidades de rivalizar en el ruedo para luego triunfar cada tarde y crear ilusión en el aficionado. Ojalá este jueves yo pueda dejar huella en Las Ventas", finaliza Román.
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