Germán D' Jesús Cerrada
Mérida, Venezuela
En una época donde la Carretera Trasandina era una proeza de tierra y granzón, una empresa se erigió como la arteria vital que conectaba los llanos con los imponentes Andes venezolanos: Transporte Barinas, T.U.P. 2154, con su ruta emblemática entre Pueblo Llano y Mérida. Fundada en la década de 1950, esta compañía no solo transportaba personas, sino historias, esperanzas y la esencia de una Venezuela rural en pleno desarrollo.
El vehículo, un caballo de batalla.
El corazón de la empresa era una flota de robustas camionetas Chevrolet de la serie C/K (modelos de los años 60), adaptadas sobre chasis de carga para el transporte de pasajeros. Su diseño de "tres puertas" –dos delanteras y una amplia trasera– era funcional, permitiendo el acceso al interior de la camioneta, donde se compartían risas, silencios y, a menudo, los efectos del viaje.
El reto de la carretera Trasandina.
El trayecto se extendía por unas siete horas de puro desafío y misticismo andino. La carretera, en su mayor parte "destapada de tierra y granzón", ponía a prueba a máquinas y pasajeros.
El viaje era sensorialmente único: el polvo de la carretera penetraba por cualquier rendija de la camioneta, cubriendo a los pasajeros. Además, en el corazón del páramo merideño, el frío s
e colaba y penetraba en el cuerpo, mientras que la neblina espesa hacía más difícil el tránsito en algunos tramos de la Trasandina, aumentando el desafío para los conductores.
La temida "Cocina".
Los últimos asientos, ubicados en la parte trasera de la camioneta, eran conocidos popularmente como "la cocina". Quien se sentaba allí sentía con mayor intensidad las curvas de la Trasandina, lo que provocaba mareos seguros. Por ello, muchos pasajeros llegaban temprano para ocupar los mejores puestos; los de "la cocina" sabían que debían llevar una bolsa plástica, pues les sería imposible bajarse a tiempo para dominar los efectos del mareo.
La flexibilidad era una marca distintiva de Transporte Barinas, con paradas en cualquier punto de la carretera para bajar o recoger pasajeros.
Tradiciones y logística del viaje.
Las parrillas en el techo eran una necesidad vital: en ellas viajaba "cualquier cosa": desde sacos de cosechas hasta enseres domésticos. Era muy común ver a los viajeros transportando gallinas y otros pequeños animales, transformando cada viaje en una pequeña mudanza colectiva.
Cada travesía incluía una parada obligatoria para almorzar en La Mitisús, en el corazón del páramo merideño. Este era un ritual, un momento para reponer energías y compartir anécdotas.
Héroes del Volante.
La Memoria de sus Conductores. Detrás de cada volante, había un experto. Nombres como Victoriano Ramírez y Pablo Sánchez son recordados con respeto y cariño, figuras clave que dominaban las complejidades de la Trasandina.
Ecos de la Trasandina: Testimonios de nuestros lectores.
La publicación de esta reseña ha despertado una ola de recuerdos y anécdotas en nuestras redes sociales, confirmando que la experiencia del Transporte Barinas es una memoria viva para muchos. Compartimos aquí algunos de los valiosos testimonios de quienes fueron protagonistas de esta época:
🌟 Fundadores, rutas y nombres
Felipe Paredes Santiago
"Excelente resumen histórico de esta empresa de transporte que se inició de Pueblo Llano a Mérida y hoy cubre otras rutas. Recuerdo una de esas camionetas con el nombre de María Cristina, de Custodio Salcedo. Se pueden nombrar algunos de sus fundadores: Pedro Pablo Parra, el hombre de las tres P; Pablo Toro de San Isidro; Julio Sánchez de Mucuchíes; José Trinidad Santiago y Jovino Rivas de Las Piedras; Sixto Molina y Rafael Paredes de Pueblo Llano. En sus inicios, esta empresa era conocida como La Primavera".
💔 La nostalgia de lo auténticoo
Homero Valero
"Da nostalgia recordar esos momentos que pasábamos. ¡El viaje era único! Íbamos entre gallinas, conejos, bolsas con cebollín, cilantro, zapallos... No faltaba el olor a sobaco, los escupitajos de chimo, el humo de cigarrillos, el olor a [olor fuerte] y lo que jamás podía faltar: ¡los chismes! Era bonito y feo a la vez, pero muy divertido. Llegábamos a Mérida o Barinas y a cada quien lo llevaban al sitio que iba. No había terminal de pasajeros. Quedamos pocos protagonistas de esa época. (¡Así era!)"
El Panadero en la Apache: Un Servicio Esencial
Comentario del Lector
"Mi abuelo materno, Luis Alberto Valero Linares, tenía una camioneta Chevrolet Apache Panel de color rojo, modelo 1960, en la cual surcaba cada día los páramos merideños para vender pan en los pueblos y caseríos a lo largo de la vía. Trabajó desde los años 60 hasta muy cerca de su muerte en 1992, a los 78 años de edad. Alguna gente de esa época lo recordará: don Luis Valero era un personaje cotidiano en esos pueblos con su panadería móvil, en una época en que no era común encontrar el pan de cada día en lugares apartados de la ciudad de Mérida."
💖 Anécdotas y Legado Familiar
Carlos Eduardo Aldana
"Otro de sus célebres conductores fue mi padre, Don Pedro Pablo Parra, con su bus número 1. Por esas rutas dejó muchos hermanos que aún no he conocido. Siempre contaba sus anécdotas y las experiencias que le ocurrían en las carreteras que cubría. ¡Cuántos amores no dejó en cada parada y en cada pueblo!"
13 comentarios:
Gracias lcdo por esta belleza, nos retrotae a ese pasado nostálgico y agradable.
Que buena crónica. El caucho de repuesto lo llevaba en la “parrilla “ del techo
Fabulosola historia, gracias por su publicación.
Me encantan esas historias.del pasado.anecdotas.
Excelente crónica. La vivimos.
Así se fueron uniendo pueblos y ciudades hay muchas anécdotas de esos verdaderos profesionales del volante, en cada historia de las primeras líneas de transporte de pasajeros.
Claro q si maravillosa historia
Como usted lo dice, era un viaje épico, aún en las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado. Un acto reflexivo de 6 o 7 horas de duración que indefectiblemente lo llevaba a uno casi a un viaje místico, no había mejor terapia de internalización espiritual que aquella travesía, ya fuese de ida a Mérida o de vuelta a Barinas. Fue, y es, un tesoro sociocultural de la Venezuela bella que muchos agradecemos haber experimentado.
GRACIAS a Transporte Barinas, a sus excelentes conductores y unidades por ser parte de la historia bella de Venezuela, de Barinas y Los Andes merideños y trujillanos.
Mi abuelo materno Luis Alberto Valero Linares tenía una camioneta Chevrolet Apache Panel de color rojo modelo 1960, en la cual surcaba cada día los paramos merideños para vender pan en los pueblos y caseríos que se encuentran a lo largo de la vía. Trabajó desde los años 60 hasta muy cerca de su muerte en 1992 a los 78 años de edad. Alguna gente de esa época lo recordará, don Luis Valero era un personaje cotidiano en esos pueblos con su panadería móvil en una época cuando en lugares apartados de la ciudad de Mérida no era común encontrar el pan de cada día.
Las anécdotas o comentarios publicados en las redes sociales se publican en la reseña.
Mi suegro Ernesto Contreras Angulo contaba de la caminata de bachilleres desde Barinitas hasta la mitisu, hoy la represa de Santo Domingo y luego abordar una de estas camionetas hasta Mérida, toda una travesía.
Excelente tu crønica, apreciado.German.Tema de verdad histórico. Esa travesía es, ademàs de mágics, imperdible para tu libro de crónicas sobre la Mérids que desde Margarita dónde vivo esperamos leerte pronto
Abrazo:-P Angel Ciro.
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