Si
hay miradas que matan, el lunes se cruzaron puñales invisibles en el ruedo de
Badajoz. Iba a escribir que cortaron el aire, pero lo cierto es que faltó en
toda la sofocante tarde.
Temperaturas de alerta naranja y toreo al rojo vivo.
José
Tomás encendió una llamarada desde que se anunció su estreno de temporada el 25
de junio en tierras pacenses. Esa tarde quemó trampas , con una pureza incontestable
y unos naturales de antología.
El
Juli respondió como un titán, como la primera figura que es, con una lesión en
el hombro que no acusó en ningún momento. Lección de raza y de torero hondo en una
corrida en la que se respiraba la rivalidad con JT. No hicieron falta quites
para ver cómo sus ojos delataban ya la
competencia en el patio de cuadrillas o luego desde el
callejón.
Cada
cual ocupó su sitio, sitio de magisterio. Pero hay un lugar que, aunque le pese
al resto, solo ocupa José Tomás: el de las plazas llenas. O al menos eso es lo
que se vivió en San Juan. El lunes con José Tomás, El Juli y Padilla, tendidos rebosantes.
Un día después, con tres figuras –Morante, Manzanares y Talavante-, ¡poco más
de media entrada! ¿Qué pensarían los protagonistas al hacer el paseíllo y
contemplar los huecos?
La
crisis y el calor fueron abrumadores, pero es triste ver que tres matadores de
máxima importancia no tengan tirón suficiente como para atraer más público. ¿Son los honorarios acordes a la economía
que inyectan a la Fiesta? Los empresarios tienen la palabra.
Tal
vez haga falta un replanteamiento y nuevas
estrategias. Sí, José Tomás solo torea tres tardes en
su microcampaña y no es equiparable a aquellos que se miden en escenarios de
primera, pero un paseíllo suyo ha generado, según los estudios económicos, 7
millones de euros. ¿Hay quién dé más?
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