«El torero es un macho alfa con un lenguaje sexual impecable»
El doctor Antonio Alcalá desvela los secretos del comportamiento del cerebro de los toreros
Apriétense los machos. Comienza una trepidante aventura por el interior del torero, «un macho alfa que seduce a la masa,
un creativo con lenguaje sexual impecable, que no pregunta si estudias o
trabajas y que cuando está con una mujer no mira a otra; no teme al
sexo opuesto, se sale con la suya y no negocia ante el riesgo».
¿Quieren conocer los secretos de su yo más íntimo? El profesor Antonio Alcalá Malavé,
neurocientífico y bioquímico, expuso en una interesante conferencia en
Las Ventas las claves desde el punto de vista científico: «La magia de la mente del torero», ha bautizado su trabajo, que traspasa los tópicos con reflexiones sorprendentes
y que desatarán el debate. Reflexiones que arrojan luz al porqué de la
verdad de cada torero: de dónde emana su magia, su naturalidad, su
pureza, su valor... «La dopamina, la norepinefrina y la serotonina
son sustancias que todos tenemos en nuestro cerebro. En el de los
toreros aparecen en mayor cantidad, teniendo como consecuencia una
repercusión directa en el qué y cómo sienten, sufren y viven», sostiene
el experto.
Suenan clarines y timbales, una música que trae las notas
de la química cerebral, la biológica neuronal, la física cuántica, las
matemáticas aplicadas a la medicina y la anatomía. Arranca la faena del
doctor Alcalá, que confiesa «no saber nada de toros ni toreros», pero
maestro de la maquinaria científica que expone sobre el ruedo descubrimientos que no dejarán indiferentes:
1. Sentimientos: «esclavos» de la infidelidad. El torero rebosa amor hacia su entorno, pero por su bajo nivel de vasopresina está más predispuesto a la infidelidad. Todos los toreros luchan contra su infidelidad sexual, que no emocional.
2. Los padres ideales que toda mujer desea.
Es uno de los grandes secretos psicológicos: los individuos que no
tienen miedo son los elegidos para procrear y dar sus genes. Las mujeres
reciben señales que les hacen sentirse atraídas por el hombre que
torea, despierta su deseo sexual, los consideran padres ideales de sus
hijos.
3. Su cerebro está moldeado por el miedo.
En esa sensación interviene la hormona vasopresina sobre la amígdala
cerebral, responsable directa de la infidelidad genética. El torero se
lo encuentra como la última consecuencia de su coqueteo con la muerte,
siendo una reacción fisiológica. Altas dosis de miedo y fidelidad son un cóctel casi imposible.
4. Dueños de los dos hemisferios.
Al contrario que la mayoría de los humanos, que solo usan el hemisferio
izquierdo, los matadores utilizan ambos. Si el mapa de los hombres
«normales» es una carretera, el de los toreros es el de una autopista con cinco carriles,
por donde pasan partículas a la velocidad de la luz. Aprenden del todo a
la parte, no analizan sino que sintetizan, se deja llevar por su
intuición para alcanzar la gloria.
5. Los supertoreros, en fase theta y paranormal.
Un humano «normal» emite en beta y duerme en alfa; un torero solo está
en beta cuando no torea, pues cuando lo hace se encuentra en estado
alfa, un estado de meditación. Si mantiene ese ritmo alfa, triunfa; si entra en beta, fracasa.
Algunos entran en theta, mentes paranormales que sienten una fuerza
interior y una intuición que les hace saber cuántos centímetros
acercarse al toro o hasta dónde alargar un natural. Tienen
premoniciones, sueños con significados, películas... El torero sabe
cuándo va a ser cogido por un toro, torean meditando.
6. La dopamina, por las nubes: «inmunes» al parkinson. A
través del miedo se produce mucha dopamina, un potente neurotransmisor
que se segrega en jóvenes enamorados. De ahí que consideren que no
existe una faena perfecta y que quieran cautivar con su toreo. Este alto
nivel es uno de los motivos por los que en los toreros apenas existe la
enfermedad del parkinson, que se produce por la bajada de dopamina.
Como Obélix, los maestros del toreo se cayeron en una marmita.
7. Muy protectores con su círculo. El torero es el jefe del clan y, por su elevado índice de testosterona,
su mente es sumamente protectora, tanto con su familia como con su
cuadrilla. Su mente es capaz también de hacer dos cosas a la vez: querer
a una mujer y sentirse atraído por otra...
8. Coherencia lumínica positiva.
Todos los cuerpos emiten luz. Las mejores faenas se producen bajo una
coherencia lumínica positiva, mientras que las peores brotan por la
incoherencia lumínica y los pensamientos negativos. Si existiese una
cámara fotográfica capaz de captarlo, se vería la estampa del maestro envuelto en luz.
Esa coherencia lumínica hace que de modo inconsciente su cuadrilla y la
gente se acerque al torero, que con esa luz es capaz de curar y sanar
tejidos.
9. Los toreros no están hechos de otra pasta: la usan de modo diferente. Sus mejores faenas se producen cuando el corazón está en estado compasión y amor; la peores, en modo terror.
10. De torero a supertorero.
Es un paso complejo, en el que como los faquires usan la energía del
universo y se produce una explosión de neurotransmisores en el cerebro.
El punto de no retorno biológico no es el mismo para todos: de ahí que
algunos novilleros se queden en el camino. Todo según las teorías del
doctor Alcalá.
Decálogo según las teorías del doctor Alcalá, un
prestigioso bioquímico que lo resume en siete secretos, basados en los
estudios de los más reputados científicos, con nombres y apellidos
dentro de su brillanten discurso. Los siete «pecados capitales» de la torería,
enigmas que engrandecen los misterios del supertorero, un auténtico
samurái que no ora como el común de los mortales. Son las luces y
sombras de los «guerreros de la luz», aquellos que Coelho hoy hubiese cincelado.
¿Y qué pasa con las mujeres toreras? Pues ídem de ídem según el experto. La división de opiniones, como en todas las faenas, está servida.
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