Carolina Baquero
   
Tarde soleada y con mucha brisa en Cali, un cartel que prometía tres puertas Señor de los Cristales y que la espada las convirtió en solo una oreja para Luis Bolívar en el sexto y último de la tarde.
Se lidió un encierro de Ernesto Gutiérrez,
 de buena presentación y juego desigual; la mayoría de los astados, 
amenazantes, peligrosos y con finales en tablas. Destacaron los lidiados
 en 2 y 3 lugar.
El colombiano Diego González
 salió corneado en el cuarto de la tarde, al inicio de la faena al hilo 
de las tablas; la herida a la altura de la ingle, honda pero sin daño en
 vasos importantes. Diego no quiso pasar a la 
enfermería y con la herida abierta ejecuto una faena de valor, decorosa y
 con calidad, fue estética su presentación y tras matar al tercer 
intento, la afición lo aplaudió mientras por su propio pie atravesó el 
ruedo hacia la enfermería.
Con su primero Diego no 
conecto y no encontró un oponente bravo, más bien soso y manso; el 
esfuerzo no valió y tras un mal tercio de la muerte, recibió división de
 opiniones.
El Juli bordó una gran 
faena, que merece trofeos; definitivamente su maestría lo llevó a 
acentuar las cualidades del toro y a disminuir los defectos. Templado… 
Como el toreo de verdad, sin falsedades y con poder. Falló con la 
espada. Saludo desde el tercio.
Al quinto de la tarde lo lidió con sabiduría, un manso come papel que se sometió ante el manda más del toreo mundial. Cañaveralejo
 vibró ante la torería, perfección y casta del Mejor. Muy mala 
colocación de la espada y ya herido de muerte el toro salto las tablas 
pero no alcanzó a llegar al callejón y cayó de espalda al ruedo. Dos 
descabellos y saludo desde el tercio tras una fuerte ovación.
Luis Bolívar ligo, 
templo y mando como lo exigen los cánones taurinos en el primero de su 
lote. La faena fue larga y coreada por el casi lleno de los tendidos; su
 mano derecha inolvidable pero el estoque con anhelos de olvidar por su 
mala suerte. Saludo desde el tercio.
Con ansias de novillero salió en el sexto
 de la tarde, los recibió con tres largas cambiadas y unos buenos lances
 de capa. La faena y muerte se la brindo al Juli, para luego sembrar sus rodillas en la arena al hilo de las tablas y facturar una tanda de derechazos.
La insistencia y la inteligencia, 
lograron que la faena se viera lucida; cada pase lleno de calidad y 
limpieza, ligo varias tandas por las dos manos que hicieron sonar la 
música. Oreja
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