lunes, 7 de enero de 2013

Faena cumbre de Fermín Rivera


OBRA MAESTRA, DE ARTE MACIZO


FERMÍN Rivera haciendo la señal de triunfo, fue sacado a hombros.


HORACIO SOTO CASTRO

FOTOS: ALBERTO MONTALVO

EL matador potosino Fermín Rivera se colgó de la luna al cuajar una faena cumbre, llena de valor, arte, temple, haciendo el toreo como lo dictan los cánones, con los lances y suertes básicos, sin ninguna fantasía, bien plantado en la arena y más vertical que una plomada, y entre gritos de ¡torero...!, ¡torero...! fue premiado con las dos orejas del toro Gavioto de San Mateo, y si le otorgan el rabo no se hubiera escuchado ninguna protesta, porque fue una faena pura, de gran belleza, y fue sacado a hombros de la plaza, sumando la octava puerta del encierro.

Pero no se fue solo con los lauros el matador potosino, pues Pedro Gutiérrez Lorenzo "El Capea" también salió con una oreja en su espuerta de otra gran faena al toro Fresnillo, luego de una faena muy torera, de valor y temple, dejando ver una gran capacidad en su tauromaquia, y también armó la escandalera.

Tuvieron un enorme mérito las dos faenas, pues lucharon contra el viento que sopló con fuerza en sus respectivos astados y de las condiciones dispares de ellos. Sin duda alguna, estarán en los carteles de la segunda fase de la temporada.

Desgraciadamente, Christian Ortega no estuvo a la altura y fue despedido con feos abucheos de los asistentes.

SAN MATEO

La ganadería de San Mateo, del arquitecto Ignacio García Villaseñor, envió un encierro ejemplarmente bien presentado, aunque un par de toros disparejos en la cornamenta, pero fueron bravos, enrazados, a los que había que poderles. Acudieron a la pelea con los montados y llegaron al tercio mortal dando un juego irregular, sobre todo el corrido en primer lugar, con el famoso nombre Jardinero. Desde luego, sobresalieron los corridos en segundo y tercer lugar, que fueron aplaudidos en el arrastre. Fue un encierro digno de la Plaza México.

"EL CAPEA"

A Pedro Gutiérrez Lorenzo "El Capea" le correspondieron Fresnillo y Peregrino y estuvo muy torero, variado, con valor, sitio y con marcado avance en su toreo. Anduvo tranquilo y realizó una faena inteligente, y sobre todo, emotiva, que caló muy hondo en los asistentes. Desde luego, se vio que se ha acoplado al toro mexicano. Estuvo lucido al torear de capa en quite por chicuelinas y rematar con vistosa revolera, y ese toro se lo brindó a su apoderado y suegro Fermín Espinosa "Armillita". "El Capea" tuvo que luchar contra el fuerte viento que sopló y de entrada le recetó enérgicos doblones, demostrando que él era el que mandaba en el ruedo. Lo toreó por ambos lados, sobresaliendo los ayudados y escuchando fuertes aclamaciones de los asistentes. Se fue por derecho y cobró una gran estocada apenas traserilla. Y le fue otorgada una oreja.

Su segundo presentó problemas y se esforzó por sacarle los muletazos. Le buscó las cosquillas y logró sacarle buenos ayudados, pues por el izquierdo el toro se resistió. Aun así, le reconocieron su disposición. Señaló un pinchazo antes de la estocada. En este toro, el picador Luis Miguel González cobró un gran puyazo y fue aplaudido fuerte.

FERMÍN RIVERA

El diestro potosino Fermín Rivera, con su característica seriedad, a despecho del viento y de que su toro perdía de constante las manitas, le hizo una labor inteligente, le tuvo paciencia, lo toreó a media altura y le buriló una obra de arte, de arte puro, dándole su tiempo y espacio, y no tuvo que recurrir a las florituras. Una faena bien amalgamada, con ligazón, sin desperdiciar ningún tiempo. Y una cosa muy señalada fue que su labor la realizó en los medios. En un palmo de terreno, adueñándose de la situación en el ruedo y en los tendidos, pues armó la escandalera. Los naturales iban impregnados de un temple terso y metido entre los pitones, y los ayudados no se quedaron atrás, pues mantuvo su tesitura. Terminó con manoletinas dramáticas y se escucharon los gritos consagratorios de ¡torero... torero...! Las dos orejas y vuelta con mucha fuerza. Fue una faena de alto nivel que será recordada por mucho tiempo. Su segundo fue Limonero, un toro que también presentó problemas, con la cabeza muy suelta y además mucho viento. No obstante, logró buenos muletazos y terminó lidiándolo adecuadamente. Mató de estocada y se retiró entre palmas.

CHRISTIAN ORTEGA


Christian Ortega pechó con lo malo del encierro, pero él se vio sin sitio y sin ningún plan. A su primero lo lidió y mató y con el otro no pudo. Ni en banderillas logró sobresalir. Fue despedido con fuerte abucheo. Una tarde aciaga para el capitalino.

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