Por Carlos Ilián
Enviado por:De Sol y Sombra
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América
taurina es un eslabón más del negocio, una fuente de ingresos para las
figuras españolas y una oportunidad de pasar el invierno europeo al
calor del trópico. Pero, sin duda, es importante que la fiesta recale
por aquellos cinco países taurinos de Latinoamérica por lo que supone de
globalización del toreo y es bueno, muy bueno, que en México, Colombia.
Perú, Ecuador y Venezuela se viva con intensidad la fiesta, a pesar de
las zancadillas que en ciudades con tanta tradición torera como Bogotá y
Quito se haya suspendido, de momento, la celebración de corridas de
toros.
Bien,
pero ¿qué clase de espectáculo se ofrece y cuál es el nivel de
exigencia al que se enfrentan los españoles y en concreto las figuras
por esas tierras?. La respuesta la podría ofrecer cualquier fotografía o
video de los que aparecen en los portales taurinos de los festejos
celebrados en aquellas plazas. Causa sonrojo que quienes llegan a
América con la vitola de figuras y allí reciben un trato exageradamente
generoso, en cuanto a dinero y afectos, no tengan el menor reparo en
engañar a la gente lidiando unas novilladas indecorosas.
A
eso se le llama irse de veraneo a matar novillos y llevarse la pasta. Un
atropello que por desgracia a la buena gente latinoamericana, que se lo
traga inocentemente y lo que es peor, que esas fechorías cuenten con la
tapadera de la inmensa mayoría de la prensa y de los medios de aquellos
países. Cuando leo que El Juli ha estado valentísimo y en gran lidiador, o que Talavante lo ha bordado o que Pablo Hermoso de Mendoza ha dado una lección magistral, me entran náuseas.
Me
dirán que eso es lo que hay por allí, pero me consta, por propia
experiencia, que en algunas ganaderías hay género mucho más serio, el
que no quieren ni ver los de por aquí y que suele ser el tipo de
corridas que matan los de por allá, muchachos poco placeados y que
sufren una discriminación odiosa e injusta. Y así nos seguirán llegando
las noticias de los festejos americanos como si fueran normales, serios y
exigentes, cuando la verdad es que, en general, se trata de una
engañifa montada sobre la ignorancia de la gente, la cara dura de las
figuras españolas, el ego de los ganaderos locales y la complicidad de
los medios.
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