Emocionante broche de la Feria de Abril
raúl doblado
Felicísimo final de la Feria. Los toros de Miura y tres espadas decididos... La verdad de la Fiesta, lo que tantas veces echamos de menos. Manuel Escribano, que sustituye al Juli, corta dos orejas al último.
Rafaelillo,
pequeño de talla, parece un gigante. El primero, abierto de pitones,
enmorrillado, «Mascota» de nombre por ironía, sale echando las manos por
delante. Lo recibe con excelentes verónicas. Llega noble a la muleta
pero tardea, se para. Rafael está muy decidido y sabe perfectamente la lidia que hay que darle.
El cuarto se rompe el pitón contra un burladero. El sobrero resulta el
único de verdad peligroso, hace hilo, «coge moscas». Rafaelillo está
hecho un tío. Saluda con fuerza pero merecía mayor premio.
Javier Castaño
se luce, con toda su cuadrilla, en el segundo, alto, engallado, que mira
al tendido. Lo llama bien Tito Sandoval. En sus pares de banderillas, David Adalid pone a la gente de pie.. Castaño le da distancia, cuaja al toro con clasicismo
por los dos lados. Faena corta, intensa, con sabor. Pincha tres veces
antes de la estocada; si no, hubiera cortado la oreja con fuerza. El
toro recibe una gran ovación.
Brillan Adalid y Sánchez
El quinto mete la cabeza con nobleza pero se defiende al
final, con los pitones por las nubes. (Vuelven a brillar Adalid y
Fernando Sánchez). No todos los muletazos pueden ser limpios pero
algunos naturales resultan excelentes. Esta vez logra una gran estocada: merecida vuelta al ruedo.
La feliz sorpresa de la tarde es Manuel Escribano. Sale a por todas: en
los dos toros, va a portagayola, pone banderillas con mérito, dejando
llegar mucho al toro. Inicia la faena al tercero con dos cambiados en el
centro. El toro se orienta, vuelve rápido. Escribano le saca buenos
naturales. La gente está con él porque ve su gran disposición. El último
flaquea un poco pero es noble, muy manejable. Escribano vuelve a poner toda la carne en el asador, toda
la gente le empuja, suena un cante flamenco en el tendido. Al final,
unos naturales suaves, con clase, desatan el entusiasmo. Mata
atracándose de toro: dos orejas.
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