jueves, 7 de noviembre de 2013

Parte de guerra de una temporada taurina muy sangrienta

Bramido de misiles. Navajazos de fuego. Disparos a babor y estribor. Carnes rotas. Femorales destrozadas. Brazos abiertos en canal. No es la guerra de cañones y trincheras. Es la Fiesta de la tragedia y la gloria. La realidad del toreo, de toros que cogen y matan, de pitones que parten carreras y almas. Es la sangre del torero derramada en ese combate de arte que se fragua en las arenas, sangre de héroes que, como la de cualquier mortal, también es roja. Aunque su recuperación sea de reloj inhumano, de tiempos sin espera y reapariciones exprés.
Parte de guerra de una temporada taurina muy sangrienta
efe
Morante, en Huesca
Pocas temporadas se recuerdan tan duras como la de este 2012+1. No se han librado de las cornadas príncipes ni plebeyos, figuras ni subalternos.El Juli fue el primer mandamás en caer herido en Sevilla el 19 de abril. Brutal cogida que requirió de hasta tres operaciones y no poca polémica. Julián López fue intervenido en la enfermería de la plaza hispalense de una cornada en la pierna derecha de quince centímetros, que afectaba al vasto interno y alcanzaba el paquete vascular femoral, además de una herida en dicha vena. Veinticuatro horas más tarde hubo de regresar al quirófano para ser intervenido de urgencia por un «sangrado súbito muscular». Pero el entorno del madrileño veía que la fiebre no remitía y decidió viajar hasta Zaragoza para ponerse en manos del doctor Val-Carreres, una eminencia en cirugía taurina. Nueva y tercera operación de El Juli «para drenar una cavidad residual que originaba su estado febril». A partir de ahí todo progresó adecuadamente hasta su reaparición en Nimes, justo un mes después y con la misma ganadería de la cogida, Victoriano del Río. ¡Fuera supersticiones!

Tabacazo a Morante

Otra figura que cobró de modo bestial fue Morante de la Puebla, a quien un toro de Gerardo Ortega propinó un seco derrote el 10 de agosto en Huesca. El parte era estremecedor: «Cornada en el muslo izquierdo con tres trayectorias, una descendente que diseca el fémur hasta el trocánter mayor de 30 centímetros, otra ascendente hasta la región inguinal de 15 centímetros y una tercera hasta la línea áspera del fémur de 20 centímetros». En la enfermería del coso, el cirujano Daniel Vacas hizo un trabajo de orfebrería durante tres horas, en las que se trabajó a destajo para paliar la gran pérdida de sangre. Posteriormente, pasó a Zaragoza, donde fue tratado por Val-Carreres, ángel de la guardade la temporada.
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PALOMA AGUILAR
Iván Fandiño, en Las Ventas
El salvador de Madrid lleva el nombre de Máximo García-Padrós. Corría el 22 de mayo. La pureza de Iván Fandiñopalpaba la victoria a milímetros de la muerte. Faltaba la hora final para refrendar una faena de triunfo de ley. Pinchó el de Orduña y se tiró a matar o morir en el segundo encuentro. No le perdonó el bravo «Grosella»: el pitón se hundió 25 centímetros en el muslo derecho. Las Ventas ha sido testigo de más percances. Tampoco se libró el ejército mexicano: el matador Joselito Adame cayó herido en la Feria de Otoño; el novillero Santiago Fausto recibió en verano un sablazo de 30 centímetros en el gemelo, y Sergio Flores, en su confirmación de alternativa en mayo, resultó herido en el muslo derecho, la zona más castigada por los hombres de luces.

Récord de cornadas

En esa región corporal sumó Antonio Ferrera su cicatriz número quince: «Mi muslo parece un mapa de carreteras», afirma. Ocurrió en agosto en Gijón, donde se enfundó los pantalones del valor para rematar la obra antes de ser operado. El extremeño, con 35 «medallas» que condecoran su piel, cuenta con el récord de cornadas, pues el «guinnes» lo ostentaba el inolvidable Diego Puerta, con 58. La tarde en el Bibio fue la de un martes y 13 heroico, en la que también resultó herido Javier Castaño, en la zona perineal. En el coso asturiano también vivió las sombras del toro un banderillero de lujo, El Boni, con una cornada de tres trayectorias. El hombre de plata más brutalmente castigado fue El Niño de Leganés, el Domingo de Resurrección en Sevilla, con «viajes» de 50 centímetros. De menor envergadura resultó la de David Adalid.
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EFE
Ferrera y Castaño, en Gijón
El matador más golpeado ha sido Sául Jiménez Fortes, con un aparatoso percance en Bilbao, justo la tarde que reaparecía de otra cornada en Marbella, de la que se enteró ¡al desvestirse en el hotel! Cosas de toreros, cosas de hombres con un umbral del dolor alejado del resto de los mortales. Y en plazas de muy dispar categoría, lo que demuestra que no hay enemigo pequeño ni escenario en el que no se esté en peligro. Claro ejemplo es el de Sotillo de la Adrada, donde padeció un tremendo tabacazo Manuel Escribano, con rotura de la vena ilíaca. No se han salvado dos espadas con el oficio de El Fandi, en su tierra de Granada, y El Cordobés, en Zaragoza, donde compartía cartel con uno de los que más volteretas han sufrido, Juan José Padilla, por fortuna sin herirlo. Quien sí tuvo un grave percance en la Feria del Pilar fue Joselillo.
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efe
David Galván
Juan José Trujillo el día que se estrenaba en la cuadrilla de Talavante. La cornada final en España sobrevino en Jaén, la feria que cerraba el calendario. David Galván vivió dramáticos momentos prendido del asta, que le desgajó el brazo. Hasta el último toro de la temporada llevaba la muerte en los pitones.El parte de guerra es amplio. La piel de toro se ha barnizado de sangre en todos sus rincones, sangre de toreros como Sebastián Ritter, los hermanos Jiménez, Paco Ureña, Emilio de Justo, Miguel de Pablo, Abanades Chechu, y un largo etcétera. La cogida más alarmante ocurrió ahora en la campaña mexicana, con Juan Luis Silis corneado en el cuello. Allá un toro ha atravesado el muslo al banderillero

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