Germán D' Jesús Cerrada.
Los banderilleros jugaron un papel muy importante en la Feria de San Sebastián, varios de ellos se destacaron con magníficos pares, Marcos Galan de la cuadrilla de Javier Castaño fue el ganador del Mejor Banderillero de la feria 2014.
De los toreros participantes, tres de ellos colocaron banderillas: los del patio Fabio Castañeda y Cesar Vanegas y el español David Fandilla “El Fandi” .
El joven espada tachirense Fabio Castañeda se destaco la tarde de su alternativa con soberbios pares de banderillas en todo lo alto recibiendo la ovación del soberano, Cesar Vanegas con el toro indultado “Fiscal” coloco dos pares al violín muy bien ejecutados, El Fandi en el primer toro de la ultima de feria, clavó tres pares de banderillas en todo lo alto: el primero de poder a poder, el segundo saliendo del estribo y cerrando con el del violín, recibiendo una sonora ovación de los 14 mil aficionados que plenaron el graderío del coso de Pueblo Nuevo. A continuación un trabajo de Miguel Riqueni sobre las banderillas en el tercer tercio de la corrida.
LAS BANDERILLAS
Miguel RiqueniEn el tauromaquia, la banderilla (también llamada rehilete o garapullo) es un palo delgado, de unos 70 a 78 centímetros de largo, recubierto y adornado con papel picado y con un hierro en un extremo, a modo de arpón, empleado en la lidia para clavarlo de dos en dos en el cerviguillo del toro.
Las banderillas reciben también el nombre coloquial de avivadores o alegradores, porque sirven para reanimar y excitar al toro sin quitarle fuerzas, después de la dureza y la quietud del tercio de varas. Son una reliquia del toreo primitivo y de las fiestas populares, donde se empleaban arpones y otros instrumentos análogos para enfurecer al toro. Antiguamente se clavaban de una en una y no pareadas, como se hace hoy día. Pepe-Hillo ya menciona a fines de siglo XVIII que se consideraba de gran mérito clavarlas a pares, no habiendo variado apenas su técnica desde entonces.
Normalmente, son los subalternos quienes realizan este cometido, llamados por ello banderilleros, si bien excepcionalmente puede realizarlo el espada, para lucirse al son de la música o cuando es especialmente diestro en esta suerte.
Se adornan las banderillas llamadas de lujo con cintas y flores. En las corridas reales o de beneficencia suelen llevar unos adornos en forma de faroles de papel o tela que se rompen al clavar los palos y dan suelta a varios pájaros allí encerrados.
Las banderillas de a cuarta tienen de largo unos 25 cm y sólo se usan en determinadas ocasiones por ser mucho más difícil el ponerlas, dado su corto tamaño.
La de fuego son iguales a las comunes en longitud y van provistas cerca del harpón o pincho de un trozo de yesca encendido que al clavar prende fuego a unos cartuchitos de pólvora con petardos que al estallar queman la piel del toro, enardeciéndole. Se emplean con los toros que no toman varas, en lugar de los antiguos perros de presa.
La suerte de banderillas se llama también parear, desde que la suerte se efectúa poniendo las banderillas a pares, a diferencia de lo acostumbrado antiguamente, cuando se clavaban de una en una, llevando el banderillero un capote en la otra mano para defenderse del derrote del toro. El innovador fue, según noticias, el licenciado Falces, a fines del siglo XVIII.
Según parece, mientras otras suertes han decaído desde los tiempos de Montes, Romero y Costillares, la de banderillas se ha perfeccionado notablemente, influyendo los adelantos introducidos por toreros como Antonio Carmona "Gordito", Rafael Molina "Lagartijo", Fernando Gómez "El Gallo", Rafael Guerra "Guerrita", Antonio Fuentes y otros, que antes de ser espadas fueron buenos banderilleros.
Contribuyó también a sostener en su apogeo la lucida suerte la costumbre introducida hace unos años de que los matadores tomen los palos a petición del público.
Los diferentes modos de ejecutar la suerte de banderillas dependen de las condiciones del toro, de sus facultades y también de las del torero. Cualquiera que sea el medio empleado, las banderillas deben quedar bien clavadas, muy cerca una de la otra o unidas las dos en lo alto del morrillo, ni cerca de la cabeza ni más atrás de la cruz.
Para conseguir esto, el banderillero debe juntar las manos y alzar los codos, pues las que se clavan alargando los brazos y formando con las banderillas línea recta, son de poco mérito, aunque se claven en lo alto.
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