La terna apunta pero no dispara en una tarde a la que le faltó remate
E. NARANJO,
Sevilla
De Francia a Sevilla, y tras un indulto,
se pueden soñar muchas cosas: se pueden soñar portagayolas, pares de
ensueño, naturales templados...y Manuel Escribano lo convirtió, horas después, en realidad somnolienta. Incluso sin premio. Y sin apuntar.
A ambos los recibió en toriles y a ambos
le plantó cara. A su primero, que no humilló en toda la lidia, lo
sobrellevó a base de técnica, timpos y terreno. Descubrió el telón
maestrante en un soberbio par esperando al de Jandilla en el estribo y desde aquel momento comenzó la Feria para el de Gerena. Se le notó en toda la tarde a Manuel Escribano
una somera evolución en el concepto que ha venido mostrando a lo largo
de los últomos meses, quizá un torno en elegancia que quiso encontrar en
apunte firme, pero que no pudo encontrar en disparo preciso. En la
faena destacó sobre todo con la mano izquierda, logrando muletazos
templados con su puntito de gracia al inicio de cada uno. Antes de
rubricar, de nuevo con naturales parsimoniosos que hicieron ver de la
evolutiva elegancia que demostró en su lote.
En su segundo el despliegue capotero del
sevillano caló de nuevo en los tendidos, sobre todo en una media en
potencia que, llevada al extremo de la concepción taurómaca del remate
por excelencia de la Fiesta, hubiera formado la marimorena de los
farolillos de la Feria. No pudo ser y con un galleo para llevar el toro
al piquero enmendó nuevamente su ímpetu por llegar alto. Lo banderilleó
de forma brillante, sobretodo en un par en tablas, dejando un quiebro en
último lugar y clavando al violín en el mismo par: tercio variado, en
el que expuso y derrochó valor de plata para lidia de oro. Brindó en el
centro del ruedo y citó desde lejos con la mano derecha, logrando una
tanda en que la casta se esfumó por momentos. Aun así, se la echó a la
izquierda y el temple viajó de la Galia sureña para aterrizar en la
Sevilla más profunda: lo toreó despacio por ese pitónpero la falta de
raza y clase del astado no propició que la bala llegara a su triunfal
final.
Al tercero lo recibió con templadas verónicas Iván Fandiño, antes de que comenzara a sacar retazos de negatividad en su condición. No sufrió de ese modo el alma de Fandiño, que lo intentó en faena por la mano derecha, la única con que el de Vegahermosa
dejó una rayita de esperanza para que el vasco pudiera lucir su
diestra. No era de izquierdas la embestida del animal, ni tampoco lo vio
la de Fandiño. Todo se vino abajo y, tras una
estocada, fue silenciada su labor. Firme estuvo de nuevo con el sexto,
empezadno faena en el centro del anillo para apagarse posteriormente por
momentos y ver fruncida la ilusión del de Orduña en el cierre de la
tarde ferial.
Se quedaba corto el toro de Vegahermosa que abrió plaza y las verónicas quietas de Sebastián Castella no fructificaron en transmisión sentimental a los tendidos maestrantes. Sí que entró en el silencio baratillero la actitud de Manuel Escribano,
que quitó al toro del francés por chicuelinas. A partir de ese momento
el astado comenzó a desarrollar el peligro que venía guardándose para sí
durante los primeros tercios. La pasividad con que Castella le hizo cara, la quietud con que solventó su genio y, sobretodo, el hieratismo con que lidió los defectos del de Vegahermosa no calaron en una Maestranza con la mente evadida aún en el Real de la Feria.
Brindó su segundo toro Castella
con la misma mirada profunda al publico sevillano en el tercio se lo
cambió en cinco por la espalda partiendo en dos la entrega del burel.
Prosigió por la derecha, sin perder un paso, arriesgando lo que en el
primero fue imposible y quitándose la espinita que le debía a Sevilla
hace años. Pero tiró la toalla el toro y el de Béziers siguió
intentándolo reposado por conseguir que su triunfo con cayera en tierra
de nadie. Pero lo hizo su estocada: trasera, caída y contraria. Mala
baza que vuelve a casa sin reencontrarse con la afición que un día soñó
con el concepto del francés.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Sevilla. Quinto
festejo de la Feria de Abril. Tres cuartos de entrada en tarde soleada,
calurosa, primaveral. Tres toros de Jandilla (2º, noble, 4º y 6º deslucidos) y tres de Vegahermosa (1º, con peligro y bronco, 3º a menos y 5º noble pero sin fuerza)
Sebastián Castella, silencio y silencio tras aviso.
Manuel Escribano, vuelta al ruedo y ovación.
Iván Fandiño, silencio y silencio tras aviso.
Se desmonteraron Javier Ambel y Vicente Herrera tras parear al primero. También fue ovacionado José Chacón.
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