El tendido pidió con insistencia el indulto para el sexto de Cuvillo
MARCO ANTONIO HIERRO,
Granada
El colorao primero se dejó la punta del
pitón en el burladero nada más salir. Luego embistió humillado, pero muy
a menos y sin espíritu en el pulcro saludo a pies juntos de El Cid.
Un simulacro fue el tercio de varas entre protestas por la permanencia
del toro en el ruedo. Le jugó con suavidad con la media altura Manuel
a un animal de escaso espíritu que se fue afianzando en la arena a
medida que el torero le dibujaba con mimo y pulcritud. Faena cimentada
al natural, esperando con seguridad la llegada dormida del toro,
acompañando el viaje con empaque y trazando hasta atrás los de pecho
hasta que terminó el animal por claudicar. A placer fue el final de
naturales a pies juntos, con el enemigo evidenciando su escasa entidad,
pero cayó baja la estocada y se esfumó el posible premio.
A la puerta de chiqueros se fue Escribano a
recibir al segundo en un gesto muy habitual en él. Muy por abajo le
embistió luego el animal en las verónicas solventes y asentadas del
sevillano. Empujó el toro en el penco de la puerta, donde se le midió el
castigo. El trote desentendido del animal deslució el quite por
chicuelinas de Escribano, que luego banderilleó con más
solvencia que brillo en un tercio muy celebrado.
Un carretón era el
toro de Cuvillo, de gran clase y cara volcada en los embroques,
empujando el trapo hasta el final, ayudado por Manuel perdiendo un paso cuando apagaba con pararse. Más suave que templado Escribano,
fue desgranando las tandas con facilidad lidiadora, perdiendo por
momentos el respeto al animal, con un final por manoletinas y una
estocada que preludiaron la oreja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario