"Tráteme de usted"
Vanegas y el sexto traen la emoción a una tarde sin conjunción
MARCO A. HIERRO,
Madrid
"Tráteme de usted, matador" pareció decir el sexto cuando quedó el torero sólo con él en el ruedo. "Tráteme de usted que traigo un cortijo a la par que una ruina colgando de los pitones". Los traía el codicioso toro de la tarde de Cuadri en esta feria, y se los dio a elegir a Venegas, el que confirmaba en Las Ventas que quiere ser torero, pero también que le queda mucho.
Mucho camino y mucho que decir, porque
fue poco menos que balbucear lo que pudo ofrecer con ese sexto, ese
Macetero de vareadas carnes, recto lomo y encendida codicia que le
exigió sin miramientos que le tratase de usted. Allí se lió a embestir
tras el desastre en varas, con el morro por el suelo el riñón para
adelante y la repetición disparada, robándole el fuelle al matador. "Tráteme de usted, torero. Que igual que le ofrezco todo le amenazo con quitárselo". Y poco faltó para ello. Yacía Venegas
desmadejado en la arena por la entrega que se encontró de sopetón, como
el que pone la cara en una manguera de incendios. Salió su coraje sin
armas, su seco valor sin amparo, su bisoña decisión de entregarse a la
Parca si se la daba Macetero en una de aquellas. Se quedó
quieto el chaval en la tarde de confirmarse, apretó los dientes y dejó
que pasase el tren con los pies sobre la vía. Y que sea lo que Dios
quiera.
Lo fue, sin duda. Y algún dios se apiadó
del chico para que se merendase el toro el trapo sin gobierno, para que
le robasen el aire los pitones sin dueño sin volver a hacer carne en el
poste corinto y oro que soportaba los viajes con asiento y corazón. No tenía más toreo José Carlos que oponerle al bravo Cuadri,
para reventar Madrid en manos más expertas y con ganas de apostar.
Porque no todas las manos exertas apuestan como Venegas hoy. Sólo para
saludar una ovación camino de la enfermería. "Tráteme de usted, tendido. Que me acabo de jugar la vida", decía el sufrimiento mal escondido que le reflejaba el rostro.
También embistió el toro de la ceremonia, y lo hizo más despacio. Para que Venegas mostrase tanto valor como dudas en la estructura. Le faltó bagaje al chaval para entenderse con Ribete.
Ni con uno ni con otro se entendió Castaño en su regreso a Madrid. Y Madrid empieza a dejar de entenderlo. Ya le cuesta al tendido terminarse el plato, por mucho que le guste la guarnición. De ella sobresale un Marco Galán que nació para enseñar toros sin que se le mueva el trapo. "Tráteme de usted, matador", le deja caer a Castaño
en cada capotazo de perfecto dibujo y acusado temple al que luego no le
da continuidad el que se viste de oro. De usted trataban a Javier
cuando su temple absoluto servía para torear hacia adentro, para alargar
los viajes y morirse tras la cadera. Era cuando buscaba el concepto y
tenía la meta lejos, más lejos que el firmar contratos de hoy, con la
técnica depurada para no pasar fatigas con el bueno o con el cabrón.
Pero a los dos les hace lo mismo. Muchos tiesos se fueron de esta feria
soñando que entre las telas tenían dos toros como su lote de hoy. ¿La
cuadrilla? Muy bien, como siempre.
Por contra queda Iván García, que se fue de la plaza pareciendo vencido cuando de sus telas nació lo más puro y lo más bello que la tarde de Cuadri se vio desde el cielo.
Un quite por chicuelinas al segundo, que le rebozó el morro por la tela
mientras la manejaba despacio, saboreando el trazo con la mano que
torea deslizándose hacia abajo con la humillación del bicho. El otro fue
aún más caro, cuando salía el cuarto del penco para humillarle al rubio
con cadencia y entrega las tres verónicas y media más armónicas de la
feria. "Trátenme de usted", quería decir su intención.
Pero el deslucido tercero de vista cruzada y desentendido viaje y el
aplomado quinto, gordo y bobalicón, le quitaron la ilusión de cuajar un
toro en su regreso a Madrid.
Toros hubo cuatro con opciones y condición, todos con fondo y con duradora entrega. Lo suficiente para tratar de usted a Fernando Cuadri por el envío de Madrid. Hubo cuatro, yo los vi. Aunque todos recordemos a estas horas a un Macetero con plaza y a un valeroso aprendiz. "Tráteme
de usted, matador. Que le perdono hoy la vida porque me la entregó
usted sin trampa. Y eso, con un torero, siempre debería valer".
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid.
Feria de San Isidro, vigésimo cuarta de abono. Más de tres cuartos de
entrada en tarde soleada y primaveral. Toros de Celestino Cuadri,
de mucho peso y desigual presencia. Con fondo y duración el primero;
entregado, humillado y con ritmo el buen segundo; renuente y defensivo
el sordo tercero; codicioso, enclasado y con calidad el cuarto;
deslucido y sin gracia el aplomado quinto; codicioso, bravo y con
transmisión el sexto.
Javier Castaño (blanco y oro): silencio y silencio.
Iván García (frambuesa y oro): silencio y silencio.
José Carlos Venegas (corinto y oro): ovación tras aviso y ovación tras aviso.
Fernando Sánchez y David Adalid fueron ovacionados tras parear segundo y cuarto.
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