El protagonista fue Juan José Padilla,
entregado de principio a fin en sus dos oponentes. Consiguió cuatro
orejas y mantuvo el interés del público toda la tarde. En el segundo
formó un alboroto en un gran tercio de banderillas. Con la muleta
exprimió la nobleza del animal en una faena variada y muy jaleada por los tendidos. El Ciclón de Jerez mató de un estoconazo de efecto fulminante y cortó dos orejas con mucha fuerza. Igual que en el quinto, que había brindado al empresario, Tomás Entero. De nuevo revolucionó el cotarro con las banderillas, se entregó con pasión en la muleta y lo pasaportó de otra gran estocada.
Miguel Abellán
sufrió un fuerte golpe en el recibo a la verónica del sexto y tuvo que
matar al toro sin chaquetilla. No se le notó en la faena de muleta, en
la que firmó el mejor toreo de la tarde. También se mostró a gran altura con el colaborador tercero, al que cortó otra oreja.
El Cordobés
anduvo templado y toreó por momentos despacioso frente al buen cuarto,
que fue premiado en exceso con la vuelta al ruedo. Acudió a la muleta de
Manuel Díaz con infinita nobleza y el matador se confió tanto que
sufrió una fea voltereta sin consecuencias. Antes del ranazo final firmó
notables naturales. Menos firme estuvo ante el flojo primero, con el
que no se llegó a confiar en un conjunto aseado y sin apreturas.
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