La Feria del Sol es nuestra feria |
Señor:
Víctor López “El Vito”
Caracas.-
Tenemos el honor de dirigirnos a usted con el objeto de agradecerle los comentarios sobre nuestro ferial taurino merideño que publicó en el diario Frontera del pasado domingo 22 de febrero del año en curso y divulgado por las redes sociales. Su palabra en el mundo taurino es importante y merece toda la consideración por su experiencia y afición. En general sus comentarios son acertados y contribuyen a enaltecer nuestra feria, pero hay algunos puntos que deseamos aclarar porque no es lo mismo estar en el lugar y basar la opinión en la información de terceros.
La feria fue un éxito clamoroso. Todos los toros que
se lidiaron en las corridas tenían casta, peso, edad y trapío; permitieron buenas
faenas y que los aficionados salieran contentos de la plaza. Salvo pocas
excepciones, se escuchó música en casi todas las faenas. En Mérida contamos con
una balanza que fue calibrada por expertos de la Universidad de Los Andes pocos
días antes de las corridas, que tiene dos mecanismos: uno electrónico y otro
mecánico, que permite un doble control del peso de los toros. La edad no la
podemos comprobar por el guarismo, que como usted sabe no se lleva en
Venezuela, pero a todos los toros se les realizó el examen postmortem y se
fotografiaron las dentaduras, que es un método aceptado por los médicos
veterinarios. El trapío se ve, y la mayoría de los toros estaban bien
presentados, la piel lustrosa y evidenciaban su buena salud que luego se
comprobó en el examen. Algunos toros se
disminuyeron en los corrales y la mayoría ganaron en peso y condiciones, entre
ellos los menos pesados de Juan Campolargo, gracias al buen estado de los
corrales de la plaza, al cuidado del personal y del mayoral de la ganadería.
Lamentamos que no hubiese gozado de la emocionante
faena de Rafael Orellana al toro “Polaco” bajo un chaparrón excepcionalmente
copioso. La bravura de aquel toro y su nobleza permitieron que nuestro torero se
luciera. La afición de tendidos, esa que a veces se desprecia, con sus “olés”
devolvió a quienes buscaron protección de aquella tromba. Es una de esas faenas
antológicas que alimentan los recuerdos para siempre. La lluvia fue una buena
prueba del buen estado de la plaza en particular de la arena que al siguiente
toro ya estaba en perfectas condiciones para continuar la lidia.
Esta feria nos brindó otras grandes satisfacciones: El
buen estado de la cabaña brava venezolana que aporto a Mérida encierros de
casta y nobleza que permitieron los triunfos de nuestros toreros nacionales, y
de los invitados de México y de España con la excepción de dos, cuya conducta
impropia ha sido extrañamente silenciada por la crítica.
La empresa Ramguertauro cumplió cabalmente su
contrato, y hubo coordinación de las autoridades municipales, estadales y
nacionales y con COREMER, la propietaria de la plaza, que en conjunto
ofrecieron los servicios que le son propios y seguridad a todos.
Sobre la integridad de los pitones hay mucha tela que
cortar y usted lo sabe más que nadie. Para la Comisión Taurina resulta
sumamente complejo este asunto y hemos realizado jornadas, estudios, compartido
con veterinarios de otras plazas, visto el problema de las pruebas y sus
posibilidades de hacerlas valer en un proceso administrativo o judicial. La nueva legislación taurina
merideña prevé altas sanciones. Quizás sería recomendable no traer figuras y
lidiar toros con nuestros matadores venezolanos que no hacen exigencias
indebidas. Nos gustaría que usted viniera a compartir sobre este y otros temas
de interés común.
En cuanto a los indultos, aplicamos de manera ecuánime
nuestra norma que con todo respeto la trascribimos: “Artículo 169. La presidencia del
espectáculo podrá conceder el indulto, de manera excepcional, cuando concurran
las circunstancias siguientes:
1. Que la res presente características excepcionales
de trapío, bravura y nobleza.
2. Que sea solicitado mayoritariamente por el público.
3. Que lo admita el diestro a quien haya correspondido
la lidia de la res y
4. Que el ganadero o mayoral de la ganadería a la que
pertenezca muestre su conformidad.”
Todos contaron con la
opinión unánime de la Comisión Taurina, su asesor técnico y el médico
veterinario; el público los pidió en evidente mayoría, como los diestros que
los lidiaron y los respectivos ganaderos. Nada de populismo, pero entre la
muerte de un animal encastado, bravo y noble y su vida, por la que apuesta
nuestra afición, no tenemos duda. Nuestra norma no confunde entre la valoración
de la faena y la calidad del toro, por lo cual podría darse el caso de indulto
sin premios para el lidiador.
Esta Comisión no está por ganarse el favor de los
ganaderos ni tampoco enemistarse con ellos, sino ser objetivos en la
apreciación de sus encierros y cumplir con la Ordenanza Taurina de Mérida y su
Reglamento. Por otra parte, creemos que es indebido despreciar a la afición de
los tendidos y calificarlos como etílicos, pues también se consume alcohol en
los numerados. Ambos grupos de aficionados pagan sus entradas y aprecian las
faenas, unos con mayor sentido de espectáculo y otros como severos e
implacables jueces que exigen que Mérida sea Bilbao, Sevilla o Madrid. El
público merideño es como su gente: joven y alegre, celebra su feria en carnaval
y va a las corridas con la disposición de disfrutar del arte y pasar un buen
rato. Las plazas tienen su público y sus toros, como también las plazas de
México, Colombia, Ecuador y Perú, y le aseguramos que los miembros de esta
Comisión las visitan, ven los videos de sus corridas, las analizan y observan
cosas positivas y otras no tanto.
También Valencia, Maracay, Maracaibo, Tovar, Valle de
La Pascua, San Cristóbal y otras plazas venezolanas tienen su público y sus
toros, y cada feria sus particularidades que conocemos y valoramos tanto en lo
positivo como en lo negativo. Nosotros
respondemos por la nuestra y nos sometemos a la valoración que se haga de
nuestras decisiones.
Aceptamos las críticas aunque algunas no guarden
objetividad, entre otras razones porque se trata de un arte que apasiona. Lo
que si no podemos aceptar es que se dude del honor de quienes la integramos,
aficionados taurinos que no son designados ni por acuerdos partidistas ni por
sectores interesados, que trabajamos ad honoren solo por afición. Jamás en la
historia de esta plaza se ha vinculado alguna vez a alguno de sus miembros con
intereses de partidos, ganaderos, toreros, sindicatos o casas. Hemos siempre
tratado de llevar las mejores relaciones con los empresarios, ganaderos,
toreros, apoderados y aficionados. Hemos interpretado las normas de buena fe,
con espíritu de equidad y el ánimo de que se efectúen los espectáculos lo mejor
posible. Editamos ya por 33 años consecutivos el Manual del Aficionado Taurino
“A Los Toros”, tenemos una Banda Taurina que hace del ferial un concierto
variado y con partituras permanentemente renovadas. En fin, hay una experiencia
acumulada que tratamos de aprovechar.
Cometemos errores que los comentarios bien
intencionados nos ayuda a corregir, mucho más cuando hemos establecido en
Mérida la sana costumbre de ir renovando la Comisión Taurina sin despreciar,
como con el buen vino, el valor de la experiencia. Tampoco desconocemos la
diferencia entre las críticas bien intencionadas, como la suya y por eso la
respetamos, de otras cargadas de hostilidad y hasta de envidia, o con una carga
de arrogancia de los que se sienten superiores a Cossío y Corrochano. Las
primeras las recibimos con humildad, pero las segundas nos causan pena.
Que todo sea por el bien de las corridas.
Con un atento saludo:
La Comisión Taurina de Mérida
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